La falacia descriptiva (contra el verificacionismo)

La Trahison des images (Ceci n'est pas une pipe). 1929.
La Trahison des images (Ceci n’est pas une pipe). 1929.

Austin fue capaz de superar la postura en la que se situaban los filósofos respecto a la verdad o a falsedad. Los filósofos, de forma demasiado simplista, solían tender a caracterizar las proposiciones en términos lógicos como verdaderas o falsas. Sin embargo, Austin desveló que la estructura de las lenguas es mucho más rica y que no todas las proposiciones pueden reducirse a estos valores de verdad y falsedad.

Esto se relaciona también con otro hecho no subrayado con contundencia hasta Austin: la finalidad del lenguaje no es únicamente describir la realidad.

Austin empezó a darse cuenta de que había frases que siempre se habían tomado como declarativas pero, que sin embargo, no podían ser consideradas como verdaderas o falsas:

 

Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Yo os declaro marido y mujer.

Juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

Le presento mis condolencias.

Te prometo dejar de fumar.

Te pido que me perdones.

¿Cuándo has llegado?

Ojalá dejara de llover.

¿Sal de la habitación inmediatamente!

Por lo tanto, también es necesario valorar el grado de adecuación a las circunstancias en que se emite un enunciado. Parece obvio que, teniendo en cuenta esas circunstancias y si estas son adecuadas o no, un enunciado puede hacer cumplir (o no) una acción:

Sí quiero.

 

 

La filosofía del lenguaje en el siglo XX

ludwinwittgenstein

Para hablar de las teorías de John L. Austin, empezaremos por delinear de forma breve algunas cuestiones importantes sobre la filosofía del lenguaje en el siglo XX.

Una parte muy significativa de la Filosofía del pasado siglo XX tuvo un fuerte componente lingüístico. Las dos grandes líneas de investigación fueron: el neopositivismo y la tendencia a estudiar el lenguaje como uso.

El neopositivismo

La característica básica de los filósofos neopositivistas es que intentaban que no interfirieran los valores semánticos en la investigación filosófica. Defendían un cientificismo basado en el empirismo de Hume como reacción a los planteamientos excesivamente metafísicos a los que estaba acostumbrada la filosofía de su época. Privando al lenguaje de los valores semánticos, intentaban reducir el lenguaje a su estructura lógica, que lo hacía más fácil de analizar desde un punto de vista lógico-matemático.

Los grandes precursores del Neopositivismo fueron Whitehead, Bertrand Russell y el Wittgenstein del Tractatus. En esta corriente neopositivista, podemos englobar a los integrantes del Círculo de Viena (Rudolf Carnap, Otto Neurath, Hans Hahn) y a los del Círculo de Berlín (Hans Reichenbach, Kurt Grelling, etc.).

El tránsito de Wittgenstein

Ludwig Wittgenstein ha sido considerado como el motor de toda la filosofía del lenguaje del siglo XX en sus dos líneas principales, con una etapa de transición.

  • El “primer Wittgenstein” (Tractatus Logico-Philosophicus) afirmaba que el lenguaje ordinario era imperfecto para fines filosóficos, y propugnaba que fuera sustituido por otro perfecto (la lógica).
  • Su pensamiento irá inclinándose paulatinamente hacia el uso del lenguaje. Los Cuadernos azul y marrón supusieron una época de transición, donde surge su teoría de los “juegos del lenguaje”. Wittgenstein hace hincapié en que una palabra no adquiere una significación plena si no se tiene en cuenta su uso en un contexto.
  • El “segundo Wittgenstein” (Investigaciones filosóficas) defenderá que el auténtico valor del lenguaje se produce en su uso.

El lenguaje como uso

 

Está escrito: «En el principio era el Verbo«. Heme ya parado. ¿Quién me ayudará a proseguir? No; no debo dar tanta importancia al Verbo. Debo traducirlo de otra manera si me ayuda la inspiración. Está escrito: «En el principio era el Espíritu.» Reflexiona bien sobre esta primera línea y no dejes correr la pluma con precipitación. ¿Es el espíritu el que ha creado y el que lo ha puesto en orden todo? Debiera decir: «En el principio era la Fuerza.» Y, no obstante, algo me está diciendo interiormente que no debo darle esta interpretación. Por fin me siento iluminado y comienzo a ver con claridad; escribo resueltamente: «En el principio era la Acción

(Johann Wolfgang Goethe: Fausto)

Los dos grandes promotores de la noción del lenguaje como uso fueron Ludwig Wittgenstein, al que acabamos de ver, y John L. Austin, perteneciente a la “Escuela de Oxford”.

Si afirmamos que el valor auténtico del lenguaje es el uso que hacemos de él, estamos subordinando la semántica y la sintaxis a un elemento que está por encima de ellos: la pragmática.

Podemos resumir así las principales tesis de la teoría del lenguaje ordinario (o corriente):

  • Tratar los problemas filosóficos evitando la jerga especializada mediante un lenguaje comprensible.
  • Liberar a la filosofía de problemas artificiales planteados por sacar fuera de su uso y contexto al lenguaje ordinario.
  • No buscar en la filosofía los cálculos, sino poner en claro conceptos que ya poseen las palabras en su empleo normal.
  • Comprobar que el lenguaje ordinario atesora la experiencia secular de la humanidad.
  • Partir del lenguaje ordinario antes de utilizar el lenguaje técnico, ya que es aquel y no este el que es capaz auténticamente de solucionar los problemas.

Los enunciados interrogativos según Victoria Escandell

“Los valores que adquieren las interrogativas en el discurso son consecuencia de la intención del emisor y de las condiciones que rodeen su emisión. Por ello, no resulta adecuado ni pretender derivarlas de la forma misma de la oración, ni intentar reducirlas a una serie de respuestas.” (Mª. V. Escandell, 2013)

Victoria Escandell plantea que los diferentes tipos de valores en los enunciados interrogativos proceden de dos tipos básicos de objetivos discursivos:

  • Transaccionales. Domina la vertiente informativa.
  • Interaccionales. Domina la vertiente social.

Antes de desarrollar este aspecto en los enunciados interrogativos, recordemos brevemente que los enunciados transaccionales sirve para expresar el contenido del mensaje, mientras que los enunciados interaccionales expresa las relaciones sociales y las actitudes personales. En la conversación, es frecuente que exista una mezcla de los dos tipos de enunciados. Gran parte de nuestras interacciones cotidianas tienen un gran componente interaccional y, por lo tanto, interpersonal.

Enunciados transaccionales

Enunciados transaccionales

En el funcionamiento de los mecanismos pragmáticos, es esencialmente tener en cuenta los conocimientos y creencias de los participantes. Entre ellos, los conocimientos compartidos entre emisor y receptor y las suposiciones sobre los conocimientos del otro.

En algunos casos, el emisor parte del supuesto de que hay una notable diferente entre su propio conocimiento y el que se atribuye a su destinatario. En estos casos, lo que importa es la imagen que se formado de su propio grado de conocimiento en contraste con el del destinatario. Cuando esto se produce, la interrogación ha de interpretarse como una variable informativa, puesto que el intercambio de información será un intento de igualar o nivelar la diferencia de los estados cognoscitivos de emisor y receptor.

  • La interrogación, en algunos casos, parte de la suposición de que el destinatario posee un conocimiento mayor: ¿Está lloviendo?
  • Si el desconocimiento del emisor no es absoluto, se produce una interrogación orientada para que el receptor confirme su suposición. ¿Qué te pasa?, ¿estás cansado?
  • En otros casos, el emisor puede considerar su conocimiento más fuerte que el del receptor: ¿No crees que ha jugado sucio con nosotros?
  • Por último, existen otros casos en los que el conocimiento del emisor es máximo. Por ejemplo, en el caso de las preguntas que se realizan en un examen.

Enunciados interaccionales

Enunciados interaccionales

Hay ocasiones en las que las estrategias de cortesía consiguen que el emisor pueda mantener unas buenas relaciones sociales con su interlocutor. Las estrategias de cortesía compensatoria se orientan hacia la faceta positiva de la imagen pública o hacia la faceta negativa. En estos casos, los enunciados interrogativos están al servicio de esa cortesía positiva o negativa.

En este tipo de enunciados, los conocimientos del emisor y del receptor pueden coincidir (no tiene por qué suponerse un mayor grado de conocimiento de uno u otro, puesto que no se trata de transmitir información sino de interactuar comunicativamente).

Cortesía positiva

Pongamos los siguientes ejemplos:

¿Hasta cuándo van a durar las injusticias del mundo?

El desconocimiento del emisor se corresponde con un desconocimiento análogo del destinatario y su uso, por lo tanto, es argumentativa: fomenta la cortesía positiva porque enfatiza la semejanza de conocimientos de emisor y destinatario.

¡Hola! ¿Has vuelto?

Es un conocimiento compartido entre emisor y destinatario que fomenta la cortesía positiva porque muestra un interés evidente con lo relacionado con el destinatario.

Cortesía negativa

En el caso de las estrategias de cortesía negativa se ayuda a mitigar la imposición del emisor, sea relativa a una actividad o a una opinión. Con ellas, se intenta demostrar al interlocutor que no se está tratando de imponerle nada ni de limitar su libertad de acción.

El uso de una interrogativa es muy útil para estos casos de cortesía negativa: el emisor trata conseguir algo del destinatario sin que este tenga la sensación de que se le está coaccionando. Los tipos de valores se ordenan de acuerdo con una escala de valores ante el “riesgo” de posible amenaza para el interlocutor.

interrogación y cortesía negativa

 Por lo que respecta a las acciones del emisor, podemos tener dos casos:

a) Acciones del emisor:

¿Tengo que tirar ya?

Intercambio en el que emisor y receptor colaboran en un proyecto común. Es una petición de instrucción.

¿Puedo abrir la ventana?

El riesgo puede ser mayor porque la acción puede molestar al interlocutor. Es una petición de permiso.

b) Acciones del destinatario:

¿Te tomas una cerveza?

La pregunta es un beneficio para el destinatario y el riesgo de amenaza es mínimo. Es un ofrecimiento.

¿Por qué no lo pintas de blanco?

El riego aumenta un poco. Es una sugerencia.

¿Me podrías prestar 50 euros?

Es un riesgo mayor. Se trata de una petición.

Todas las lenguas utilizan las preguntas como vehículo habitual para formular peticiones y sugerencias de manera cortés dado el carácter abierto de las mismas. En lo que se refiere a las opiniones, la estrategia de cortesía sirve para “enmascarar” la imposición. La estructura abierta de la interrogación mitiga el riesgo.

Basado en:

Escandell Vidal, M. V. (2013). Introducción a la pragmática (3a ed.). Barcelona: Ariel.

Algunos valores de los enunciados interrogativos

Para empezar, y de forma muy sencilla, puede decirse que una interrogación puede tener los siguientes valores:

  • Una pregunta: ¿Es la primera vez que viene usted a España?
  • Una petición u ofrecimiento: ¿Me trae la cuenta?
  • Una interrogativa eco: -¿Vas a venir mañana? -¿Que si voy a venir mañana?
  • Una interrogativa anticipativa: ¿Que qué hago yo aquí vestido de esta manera y a estas horas de la noche? Déjame sentarme y ahora mismito te lo explico
  • Una interrogación retórica ¿No crees que ha jugado sucio con nosotros?

No obstante, el problema de los valores pragmáticos (y semánticos) de las interrogaciones es mucho más complejo.

Con una interrogación también, se puede, por ejemplo, hacer un reproche:

(María corre contenta hacia Pedro, pues, después de dos horas ha encontrado una solución para poder ir a la piscina los viernes por la tarde:)

–María: Ya lo tengo. El viernes iré a la piscina a partir de las 10 de la noche.

–Pedro: ¿No podías haber encontrado una solución un poco peor? (también hubiese podido decir: –¿No podías ir un poco más tarde?)

Aunque entran en el campo de las interrogaciones retóricas, hay otro tipo de enunciados que, pese a ser aserciones, son algo diferentes entre sí:

¿Quieres que piensen que somos unos maleducados?

¿Qué hombre razonable desearía la guerra?

¿Puede haber algo más importante que la libertad?

¿Quién sino Juan puede haberlo hecho?

¿Cuándo se ha visto una cosa igual?

Las interrogaciones y la pragmática

Desde una perspectiva demasiado simple, se ha realizado la separación de las interrogaciones que –valga la redundancia– «preguntan» y las interrogaciones retóricas, que suponen ya una respuesta por parte del emisor.

No obstante, la realidad es mucho más compleja, ya que en las interrogaciones existen varias posibilidades pragmáticas diferentes a la de la pregunta. De hecho, en los enunciados interrogativos es necesario tener muy en cuenta los aspectos pragmáticos.

Veamos estos enunciados:

  1. ¿Vendrás esta noche al cine?
  2. ¿Vendrás esta noche al cine o no?
  3. ¿Vendrás esta noche al cine, verdad?
  4. ¿No vendrás esta noche al cine, verdad?
  5. ¿Te vienes esta noche al cine?
  6. ¿Puede decirme la hora?
  7. ¿No hace hoy un día maravilloso?
  8. Mira el tipo ese, ¿encima de haber tenido la culpa del accidente va a insultarnos?

Un somero análisis de estos enunciados nos sirve para demostrar que, en un enunciado interrogativo, las preguntas, además de para su función original, sirven, de manera comunicativa, para muchas otras cosas.

Bibliografía básica

Tipología de usos de las expresiones deícticas

Deixis ad oculos

  • En la deixis ad oculos, el enunciador y los objetos señalados se encuentran presentes en la situación comunicativa.
  • Es posible acompañar las enunciaciones de los deícticos con gestos visuales y acústicos.
  • La significación indicial de estos deícticos depende de la situación extralingüística del codificador.
  • El enunciador es el centro de orientación y determinará a su interlocutor por la dirección de los sonidos o por la línea de su mirada:

dame ese bolígrafo.

Deixis am Phantasma

  • Se refiere también a unos objetos relacionados, pero no posee el mismo centro de orientación.
  • No es posible identificar los objetos relacionados a través de gestos acústicos o visuales.
  • Siempre se aplicarán en contextos de nombres abstractos o de objetos que no existen:

cuéntame esa historia.

Representacional

  • Carece de centro de orientación y de objetos relacionados.
  • El enunciador elimina su centro real de orientación y se imagina localizado dentro de un espacio imaginado o un espacio de la memoria.
  • ¡Establece un centro de orientación con el que relaciona los objetos del espacio imaginado.
  • Los casos de la deixis ad oculos pueden utilizarse aquí, con la diferencia de que, en este caso, el contexto situacional es imaginado.
  • Pongamos un ejemplo con el presente histórico:

«…fui al cine, y estaba tan tranquilo cuando a mitad de película noto que me llaman y veo a una señorita que, con una extraña sonrisa, me pregunta: «¿Está libre este asiento?»…».

Discursiva o textual

  • El centro de orientación difiere de los tipos anteriores, ya que falta la correspondencia con una situación externa del codificador, sea real o reconstruida.
  • Corresponde a la situación momentánea, temporal o local, dentro del desarrollo del texto.
  • Es muy común la utilización de términos como «arriba», «abajo», etc., para la localización de segmentos discursivos relativos al punto de orientación.

«…y me pregunta: «¿Está libre este asiento?». Aquí se para unos segundos mirando…»

Deixis analógica

  • Solo se utiliza la dimensión local.
  • El centro de orientación está representado por un objeto concreto que funciona como análogo (la orientación dentro del espacio reconstruido es posible por analogía).
  • ¡Un mapa puede funcionar como análogo a una ciudad, indicando la posición del interlocutor al decir: «Tú estás aquí», siendo «aquí» acompañado por un gesto que indica cierto lugar del mapa.
  • En muchos casos, un simple parecido es suficiente para una correspondencia y por tanto para la deixis analógica. Si alguien señala a su costado derecho y dice «El coche le golpeó aquí», es la correspondiente parte del cuerpo de la persona la referida

Deixis no egocéntrica

  • Es posible que ciertos deícticos tengan un uso intrínseco o inherente.
  • En estos casos, se sustituye el punto de orientación egocéntrico de la significación egocéntrica por un punto no egocéntrico.
  • La orientación entre hablante y oyente no juega ningún papel: solo es importante como punto de referencia la dimensión del objeto localizante.
  • Si yo digo «la niña está detrás del árbol», es una perspectiva egocéntrica la utilizada, pues es necesaria la reconstrucción de un imaginario encaramiento entre el árbol y el hablante para saber cuál es el detrás del árbol. Aquí se utiliza la perspectiva egocéntrica del hablante.
  • Sin embargo, si digo «la niña está detrás del coche», aunque la distancia entre el coche y el hablante sea la misma que la existente entre el árbol y el hablante, la niña no está en la misma posición que en el ejemplo anterior, y ello es así porque el «delante» que sirve como referencia, en este caso, no es el «delante» del hablante (perspectiva egocéntrica), sino el «delante» del coche (perspectiva no egocéntrica), porque, en nuestra cultura, los coches tienen un delante, pero no los árboles.
  • Los objetos pueden tener «delante-detrás», o «izquierda-derecha» propios (es decir, no egocéntricos), a partir de la manera culturalmente aceptada en que nos interaccionamos con ellos, siendo nosotros mismos los que culturalmente hemos trasladado a dichos objetos tales dimensiones (un árbol o una farola no lo tienen, pero un coche o una silla sí. Una mesa de comedor no, pero sí una mesa de despacho).

Anáfora y catáfora

Juan vino ayer, y le dije que en otra ocasión avisara antes.

  • La relación entre Juan y le es anafórica.
  • En la anáfora, se establece una referencia intratextual que se ha establecido mediante una referencia al cotexto.
  • La función esencial de la anáfora es expresar la correferencia entre un deíctico y una expresión lingüística descriptiva o simbólica.
  • La anáfora es un mecanismo textual que sustituye los gestos extralingüísticos aplicados a la identificación de los deícticos por una indicación sintáctica.
  • La catáfora ejerce la misma función, pero hacia un elemento subsiguiente del cotexto.

(Deixis social)

  • No es exactamente un tipo distinto de deixis, sino una manera de codificar las identidades sociales de los participantes de un acto de habla o de las relaciones entre ellos.

¡Tú, vos, usted, su majestad, etc.

  • Estos elementos se cargan de valor “social” que afecta a la relación social, pero no a los sujetos de las deixis.
  • Dependen de la situación enunciativa o de las competencias culturales e ideológicas del usuario.

La deixis

Desde un punto de vista comunicativo, como afirma Escandell, «No basta con entender las palabras; hay que saber a qué objetos, hechos o situaciones se refieren» y, para ello, hay que identificar los objetos a los que nos referimos.

Por eso, Karl Bühler, en su Teoría del lenguaje (1934), distinguía entre:

  • Campo mostrativo (deíctico). Pertenecen al campo deíctico los elementos que suponen una indicación en la situación comunicativa.
  • Campo simbólico. Pertenecen al campo simbólico los elementos que tienen una precisión significativa aludiendo a otros elementos no presentes directamente en el acto comunicativo.

Este es un mensaje que, de forma más o menos literal, apareció en la puerta de mi despacho:

Hola, somos nosotras. Nos hemos pasado esta mañana por el despacho pero no estabas. Mañana estaremos por aquí.

En un mensaje de este tipo, es preciso precisar los referentes de persona (nosotras, ), los de lugar (aquí) y de tiempo (pasado, esta mañana, estaremos). Necesitamos precisar todos esos datos para entender de manera adecuada el mensaje.

Lo curioso de este tipo de palabras que acabamos de señalar es que solo significan dependiendo de la situación comunicativa. En sí, nosotras, aquí o mañana no significan nada si no se enmarcan en una situación determinada de enunciación. Se llaman palabras deícticas.

El término deixis se deriva del verbo griego que significa ‘señalar’, ‘indicar’ o ‘mostrar’. La deixis se ocupa directamente de la relación entre la estructura de un idioma y el contexto en el que se utiliza el lenguaje. Es un fenómeno por el cual determinadas características del contexto de emisión se codifican por medios léxicos o gramaticales.

La deixis es un fenómeno lingüístico universal:  todos los lenguajes humanos contienen términos deícticos. Un lenguaje sin deícticos no puede satisfacer las necesidades comunicativas de sus usuarios con la misma eficacia y eficiencia que un lenguaje que sí los tenga.

Los deícticos están constituidos por cualquier forma léxica o gramatical que indica una persona (yo, ), lugar o tiempo relativos: pronombres personales, demostrativos, posesivos, adverbios de lugar y tiempo, flexión verbal, fórmulas de tratamiento, anáforas y catáforas.

Una conclusión obvia es que la interpretación de muchos enunciados está directamente condicionada de factores extralingüísticos como la identidad del emisor y del destinatario, así como las circunstancias de lugar y tiempo en el que se realiza el enunciado.

Suele afirmarse que el sistema lingüístico de la deixis se organiza en torno a las coordenadas de:

Ego – Hic – Nunc

(Yo – Aquí – Ahora)

El yo es el centro deíctico, el marco esencial y necesario de referencia.

En consecuencia de ese eje, existen correlativamente, tres formas esenciales de deixis:

  • Deixis personal.
  • Deixis temporal.
  • Deixis espacial.

Ver:

Tipología de las expresiones deícticas.

Basado en:

Escandell Vidal, M. V. (2013). Introducción a la pragmática. Letras (3ª ed.). Ariel.

Referencias bibliográficas:

  • José Luis Cifuentes Honrubia: La deixis, Barcelona, E-Excellence, 2006.
  • José Luis Cifuentes Honrubia: Lengua y espacio. Introducción al problema de la deíxis en español, Alicante, Universidad de Alicante, 1989.
  • Stephen C. Levinson: “La deixis”, en Pragmática, Barcelona, Teide, 1989,  pp. 47-87.
  • María Victoria Escandell: Introducción a la Pragmática, Barcelona, Ariel, 2013 (3ª ed.).

Evolución de la Pragmática

Además de los precedentes más o menos remotos que se han mencionado, podemos dividir la evolución de la Pragmática en tres grandes etapas.

En el fondo, subyace el debate en torno a si podemos (o no) considerar a la Pragmática como una disciplina  lingüística.

Pragmática formalista (años 30 y 40 del siglo XX)

En esta época (Peirce, Morris), se concibe a la Pragmática como parte integrante de un sistema semiótico.

En esta primera etapa, se tiene una concepción bastante limitada, por la cual la Pragmática se ocupa de una pequeña parte de elementos que se escapan a otros niveles de estudio lingüístico como, por ejemplo, los deícticos.

Los filósofos del lenguaje (entre los años 50 y 70 del siglo XX)

Es una época en la que se empiezan a cuestionar los presupuestos de la filosofía analítica y el modelo lógico-matemático que la sustentaba.

Con el precedente del «segundo Wittgenstein» de las Investigaciones filosóficas, todo un conjunto de filósofos del lenguaje, inicialmente anglosajones (Strawson, Austin, Grice) y luego norteamericanos (Searle) se vuelcan en el estudio del lenguaje ordinario, convencidos, además, de que el lenguaje no es solo descriptivo, sino que sirve para realizar acciones.

En esta etapa el campo de la Pragmática es bastante más extenso. Aunque es una disciplina en pleno proceso de consolidación, todavía contaba, sin embargo, con ciertas reticencias, dado que su campo de acción era «negativo» (la Pragmática estudiaba lo que no estudiaban las demás disciplinas) y precisaba del uso cruzado de muchas disciplinas. Estos inconvenientes hacían que no fuera aún una ciencia totalmente reconocida.

Pragmática cognitiva y Pragmática integrada (años 80 y 90 del siglo XX)

En estos años, la Pragmática evolucionará en dos sentidos diferentes. En el ámbito anglosajón, triunfa la Pragmática cognitiva, mientras que en el ámbito francés predomina la Pragmática integrada a la lingüística.

Pragmática cognitiva

La Lingüística y la Pragmática se conciben como ciencias vecinas  y complementarias, susceptibles de tener puntos en común.

  • La Pragmática se orienta hacia la sociolingüística cuando hace hincapié en las funciones del lenguaje (Labov, Goffman).
  • Se orienta hacia la psicolingüística cuando hace hincapié en los procesos de adquisición y tratamiento de la información (Milner, Charoles).
  • Se orienta hacia las ciencias cognitivas, que consideran que el tratamiento pragmático de la información revela un sistema central de pensamiento y definen una Pragmática deductiva encargada de analizar los procesos inferenciales generales, universales y no específicos ni exclusivos del lenguaje. Esta Pragmática cognitiva intenta estudiar las relaciones entre el lenguaje y sus usuarios en relación al tratamiento que hacen estos de la información de acuerdo con un sistema de adecuación lo más óptimo posible (Dan Sperber y Deirdre Wilson).
Pragmática integrada

Algunos investigadores franceses (Anscombre, Ducrot, Récanati, Kerbrat-Orecchioni) realizan un estudio complementario entre la Pragmática y la Semántica. En este sentido, la Pragmática se encarga esencialmente de describir la situación de comunicación, las condiciones para que una comunicación tenga éxito y el estudio de palabras situaciones, como los deícticos. Acoge, pues, los aspectos del código ligados a la enunciación. Derivará también en las teorías pragmáticas argumentativas.

En la actualidad

La pragmática se ha convertido en un campo de estudio esencial para la ciencia cognitiva, la inteligencia artificial, la traducción automática, la informática, la neurociencia o las patologías del lenguaje, por poner solo algunos ejemplos.

La necesidad de la Pragmática

La Pragmática tiene una presencia relativamente reciente en los planes de estudio de las universidades españolas.

Esta disciplina es necesaria porque indaga en cuatro grandes interrogantes que no han podido resolver el resto de disciplinas lingüísticas:

  1. ¿Por que no coincide lo que decimos y lo que queremos decir?
  2. ¿Por qué, a pesar de lo anterior, nos seguimos entendiendo?
  3. ¿Qué parte de lo que entendemos depende del significado de las palabras y qué parte depende de otra cosa?
  4. ¿De qué otra cosa dependen?

Naturalmente, las explicaciones de la Pragmática no son excluyentes, sino que permanecen integradas y coordinadas de modo complementario con el resto de disciplinas lingüísticas.

La presencia de la Pragmática está más que justificada en el estudio lingüístico.

Por ejemplo, la Pragmática ayuda, en primer lugar, a solventar situaciones de indeterminación como las siguientes:

a) ¡Tú y tú, pero no tú, poneos de pie!

Tenemos, en este caso, empleos de expresiones deícticas que solo pueden solucionarse mediante un conocimiento directo de la situación de comunicación por medio de algún tipo de gesto o contacto visual.

b) Los huevos fritos deben cocinarse adecuadamente y, si hay personas débiles o ancianas en casa, es preferible que sean cocidos.

[Consejo dado por el gobierno británico durante un brote de salmonella].

Todos entendemos adecuadamente que es preferible los huevos que se den a las personas con salud frágil o a los ancianos estén cocidos (mejor que fritos). Pero no hay ningún elemento lingüístico convencional que nos diga que sean los huevos y no las personas con salud frágil y los ancianos los que deban ser cocidos. Obviamente, nuestro conocimiento del mundo real y el conocimiento de lo que es probable que en el mundo real hierva nos ayuda a solucionar de forma inmediata este problema.

En segundo lugar, la Pragmática nos ayuda a realizar explicaciones sencillas de problemas que, vistos desde una perspectiva únicamente semántica o sintáctica, pueden ser algo más complicados. De este modo, en vez de perdernos en problemas teóricos, solucionamos cuestiones reales de capacidad lingüística.

Pongamos un ejemplo que afecta a la Semántica:

c) Juan ha tenido nueve novias.

Desde un punto de vista semántico, este ejemplo puede tener dos interpretaciones: ‘Juan ha tenido al menos nueve novias’ y ‘Juan ha tenido exactamente nueve novias’. Desde el punto de vista pragmático, esto se soluciona, como veremos, con lo que se denomina implicatura conversacional.

 

Para saber más:

Escandell Vidal, M. V. (2013). Introducción a la pragmática (3ª ed.). Barcelona: Ariel.

Huang, Y (2015). Pragmatics (2.ª ed.). Oxford: Oxford University Press.

¿Por qué la Pragmática?

(Actualizado el 17 de febrero de 2023)

Cuando uso una palabra, esa palabra significa exactamente lo que yo decido que signifique…, ni más ni menos.

(Lewis Carroll, Alicia en el  país de las maravillas)

Como hemos visto en otro lugar, suele darse por sentado que las lenguas son códigos y que el proceso de producción e interpretación de los enunciados obedece, respectivamente, a la codificación y la descodificación. Pero, como observa Victoria Escandell, esta es una simplificación de una realidad mucho más compleja.

La experiencia nos dice que las palabras pueden tener un valor muy distinto al que tienen en el sistema.

Por esa razón, en muchas ocasiones lo que decimos y lo que queremos decir son cosas buen diferentes. Y, obviamente, tiene que haber algún mecanismo teórico para poder entender esta paradójica circunstancia.

Ahora sabemos, gracias a la Pragmática, que las circunstancias de enunciación mediatizan de forma poderosa el auténtico significado. También, por supuesto, el conocimiento compartido del mundo que tienen los interlocutores.

Por otro lado, también parece elemental que puede existir una  distancia entre el significado literal y las intenciones del que habla. Y aquí entran en juego la inferencia.

Y ya por último, comprender un enunciado no tiene que ver solamente con el significado, sino con los objetos o situaciones a los que se refieren. Estos objetos y situaciones solo pueden interpretarse de forma correcta en el seno de una situación comunicativa concreta y del conocimiento del emisor y el destinatario.

En definitiva, hay muchas cuestiones en el estudio de la lengua, como las que plantea Kepa Korta (Korta, 2020), que dejan muchos interrogantes: saber y acotar lo que es el significado, saber quién determina ese significado, cuáles son los procesos para entenderlos y cómo los producimos. Por supuesto, saber teniendo en cuanto que hay diferencia entre lo que decimos y lo que queremos decir, ¿qué relación existe entre ambas cosas? Y todavía más: ¿qué relación hay entre todas las diversas clases de significados en cuanto sistemas de comunicación?

La Pragmática se encarga de abordar todas estas cuestiones, pero no es la única disciplina que las aborda, puesto que también son cuestiones por las que se interrogado la Filosofía del Lenguaje, la Semiótica y la Pragmática. Entre todas esas disciplinas siempre hay un ámbito de relación y superposición, aunque no de identidad.

 

Nociones básicas: interlocutores, contexto, significado, situación, conocimiento del mundo, intención comunicativa, inferencia.

  • Escandell Vidal, M. V. (2013). Introducción a la pragmática (3ª ed.). Barcelona: Ariel.
  • Corta, K. (2020). La Pragmática. En M. V. Escandell Vidal, J. Amenós Pons, & A. Ahern (Eds.), Pragmática (pp. 5–38). Akal.