La función informativa

En los enunciados no solo aplicamos reglas y unidades de código, sino que entran en funcionamiento otros factores que configuran su esquema comunicativo: intencionalidad, conocimientos y sentimientos del receptor, el lugar y el momento del acto del acto comunicativo, los conocimientos compartidos entre emisor y receptor y las relaciones sociales que mantienen.

En la comunicación informativa el hablante tiene como función básica que el receptor recuerde, actualice o aumente sus conocimientos.

La función representativa ha de adaptarse a las necesidades del acto comunicativo y a las necesidades cognoscitivas del interlocutor.

Hay tres procedimientos para adaptar y canalizar esas necesidades informativas:

  • Separando lo que conoce de lo que desconoce (tema o soporte / rema o aporte).

  • Resaltando un elemento (foco o focalización).

  • Marcando límites referenciales y/o veritativos (tópico / comentario).

    El acto comunicativo de tipo informativo supone que el productor textual modifique el estado de conocimientos del receptor transmitiéndole datos que supone que son nuevos.

Presuposiciones

Las presuposiciones son tipos de inferencias pragmáticas por las que el emisor de un enunciado transmite un tipo determinado de información implícita en el que es indispensable que exista unos conocimientos compartidos entre el emisor y el receptor de este enunciado.

Dicho de otro modo, las presuposiciones son significados adicionales que están implícitos en ciertas expresiones, y que cuentan para evaluar la verdad de la oración (esto último las diferencia de las implicaturas convencionales). De manera informal, podríamos definir la presuposición como una información o una proposición cuya verdad se da por sentada en el enunciado mismo de una oración.

Una de las características fundamentales de las presuposiciones es que la información implícita debe ser verdadera. Por lo tanto, tienen un valor de verdad.

(1) Los habitantes de Burgos son mexicanos.
(2) Los habitantes de Venus son ciudadanos españoles.
(3) En mi familia hemos dejado de comer carne.
(4) En mi familia hemos dejado de comer rocas lunares.

Para que estos cuatro enunciados tengan valor de verdad, es necesario, por ejemplo:

(a)  Que los habitantes de Burgos existan.
(a') Que Burgos esté en México.
(b) Que existan habitantes en Venus.
(c) Que en mi familia comiésemos antes carne.
(d) Que en mi familia antes comiésemos rocas lunares.

Por lo tanto, teniendo en cuenta lo anterior, solo son aceptables los enunciados (1) y (3).

En el caso de (1), además, es necesario el conocimiento compartido de que, además del Burgos que se encuentra en España, existe también un municipio mexicano llamado Burgos. De lo contrario, los receptores tenderían a pensar que el enunciado (1) tampoco es verdadero.

Se trata, por lo tanto, de informaciones explícitas pero entendidas por los interlocutores y que son indispensables para la correcta interpretación de un enunciado.

Otra característica importante de las presuposiciones es que siguen manteniéndose bajo la negación.

(1) Carlos es burgalés.
(2) Carlos no es burgalés.
(a) Carlos existe.
(3) Luis dejó de fumar.
(4) Luis no dejó de fumar.
(b) Luis fumaba.
(5) Luis dejó de respirar.
(c) Luis respiraba (presuposición). Luis está muerto (implicatura, puesto que dejar de respirar no es posible).

La tercera característica de las presuposiciones es que están activadas por determinadas formas lingüísticas. La presuposición se genera mediante el uso de un determinado léxico y/o determinadas construcciones lingüísticas que ejercen como desencadenantes.

Por ejemplo, los nombres propios o formas lingüísticas como mi casa, el padre de Julia, mis libros, etc., activan presuposiciones de existencia: Julia tiene un padre, yo tengo libros, etc.

En la expresión (4) En mi familia hemos dejado de tomar carne, el activador está en el verbo dejar, que tiene un significado de ‘ya no’.

Ejemplos de activadores:

Frases nominales definidas:
(1) La primera ministra de Gran Bretaña pronunció un discurso.
(La primera ministra de Gran Bretaña existe).
(2) Vino con el alcalde de Burgos
(El alcalde de Burgos existe = Burgos tiene alcalde).
Construcciones escindidas:
(3) Fue la familia de la novia la que pagó la fiesta.
(Alguien pagó la fiesta).
(4) No fui yo quien lo dijo
(Alguien lo dijo).
Verbos que indican cambio de estado:
(5) Carolina ya no sigue ganando premios
(Carolina ganaba premios antes).
(6) Los perdedores del premio empezaron a llorar
(Antes no lloraban).
Verbos factivos:
(7) Ellos sabían que esas setas son venenosas
(Esas setas son venenosas).
(8) Lamento que sean tan imprudente
(Es imprudente).
Negación interna:
(9) No bebió ginebra
(Bebió algo).
Verbos y adverbios iterativos:
(10) El equipo volvió a ganar
(El equipo ganaba antes).
Cláusulas temporales:
(11) Julio se echaba colonia antes de dar clase
(Julio daba clase).
(12) Ahora empieza a molestar
(Antes no molestaba).
(13) Dejaron de decirlo hace tres años
(Hace tres años lo decían).
Preguntas parciales:
(14) ¿Quién lo dijo?
(Alguien lo dijo).
Cuantificadores:
(15a) La comisión entrevistó a todos los candidatos preseleccionados para el cargo.
(15b) La comisión no entrevistó a todos los candidatos preseleccionados para el cargo.
(Hubo candidados).
Factores epistémicos o cognitivos:
(16a) Chema sabe que Antonio Meucci inventó el teléfono.
(16b) Chema no sabe que Antonio Meucci inventó el teléfono.
(Antonio Meucci inventó el teléfono).

La presencia de activadores es muy útil para diferenciar las presuposiciones de otro tipo de inferencias pragmáticas.

Veamos la diferencia entre una presuposición y una implicatura:

(1) Eugenia se arrepiente de haber estudiado Filología.
(2) Maite: Mi gata ha tenido una cría. ¿Quieres un gatito?
Lucía: Mi novio se niega a tener animales en casa.

En el primer caso, el verbo lamentar activa activa la presuposición de que Eugenia estudió Filología, pero en el segundo no hay ninguna expresión que active esa inferencia.

Es importante tener en cuenta que la existencia de activadores confiere a las presuposiciones un marcado carácter semántico. Sin embargo, las presuposiciones también tienen elementos pragmáticos, dado que algunos datos del contexto o de la estructura del enunciado pueden invalidar (cancelar) las presuposiciones. Parece que hay un consenso para considerar la presuposición no como un fenómeno único con una explicación unitaria, sino más bien un dominio de cuestiones relacionadas que involucran la interacción de varios aspectos semánticos y los principios pragmáticos, y por lo tanto las teorías de la presuposición no son exclusivamente semánticas ni exclusivamente pragmáticas, sino que requieren la integración de ambos tipos de información.

Lo dicho en el párrafo anterior conviene matizarlo para no confundirnos con las implicaturas (sobre todo las implicaturas conversacionales particularizadas, que veremos más adelante): mientras en las presuposiciones el contexto es necesario para determinar el valor de veracidad del enunciado, en las implicaturas el contexto nos ayuda a inferir de forma adecuado lo que queremos comunicar con un enunciado.

(1) Diego no se arrepiente de haber sido espía, si alguna vez lo fue.
(2) La tía Marta llamó a sus hijos antes de hacer testamento.
(3) Todos los estudiantes españoles saben que Graham Bell fue el inventor del teléfono.

En (1), el significado de arrepentirse queda anulado (cancelado) por la cláusula condicional posterior.

En (2), se entiende que la tía Marta hizo testamento, dado que nuestro conocimiento del mundo no nos permite presuponer como información verdadera que una persona muerta pueda hacer testamento.

En (3), la información presupuesta resulta inaceptable cuando se sabe que no fue Graham Bell el inventor del teléfono, sino Antonio Meucci. En este caso, un receptor, por ignorancia o por otros motivos, podría tomar por verdadero algo que es falso. Esto tiene un valor comunicativo muy importante, ya que, en algunas ocasiones, el emisor puede utilizar estas proposiciones de modo intencional para evocar, sin afirmarlo, algo que no es cierto y conduciendo al receptor a poder aceptarlo como verdadero.

Tabla de diferencias entre las presupposicones y las implicaturas convencionales:


Este apartado sobre las presuposiciones está basado en las obras de Graciela Reyes (hay algunos ejemplos literales, otros adaptados y alguno más de invención propia) y, especialmente, en:

Fragmento de ‘Rayuela’ de Cortázar

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, ensalvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un primado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arcillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dajado caer unas Mulas de cariaconcia. Y, sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavamente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayustaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumílica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volpsados en la cresta del marcho, se sentían balparanar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, sevencían las marioplumas, y todo ello se resolviraba en un profundo pínice, en nilamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

(J. Cortázar, Rayuela, capítulo 68).

Fragmento de ‘El avaro’ de Molière

ESCENA XI

HARPAGÓN, MARIANA, CLEANTO, ELISA, VALERIO, FROSINA y MIAJAVENA

HARPAGÓN. Aquí está también mi hijo, que viene a cumplimentaros. 

MARIANA. (Bajo, a Frosina.) ¡Ah, Frosina, qué encuentro! Es precisamente el joven de quien te hablé. 

FROSINA. (A Mariana.) La aventura es maravillosa. 

HARPAGÓN. Veo que os extraña ver que tengo unos hijos tan mayores; mas dentro de poco me desharé de ambos. 

CLEANTO. (A Mariana.)Señora, a deciros verdad, es ésta una aventura que no me esperaba, sin duda, y mi padre me ha sorprendido bastante al decirme hace un rato el propósito que había forjado. 

MARIANA. Yo puedo decir lo mismo. Es un encuentro imprevisto que me asombra tanto como a vos, y no estaba preparada para semejante aventura.

CLEANTO. Cierto es, señora, que mi padre no puede hacer mejor elección y que representa para mí una gran alegría sensible el veros; mas, con todo, no os aseguro que me regocije el deseo que podéis sentir de convertiros en mi madrastra. El parabién, os lo confieso, resulta harto difícil para mí, y es un título, con vuestra licencia, que no os deseo en modo alguno. Este discurso parecerá brutal a los ojos de ciertas personas; mas estoy seguro de que vos lo tomaréis como es debido; éste es un casamiento, señora, que, como os imaginaréis, me causa aversión; no ignoráis, sabiendo lo que soy, que ofende mis intereses; y tendré, en fin, que deciros, con permiso de mi padre, que, si las cosas dependiesen de mí, este himeneo no se celebraría. 

HARPAGÓN. ¡Vaya un cumplido impertinente! ¡Linda confesión le hacéis! 

MARIANA. Y yo, para contestaros, debo deciros que las cosas son muy semejantes y que, si os causa aversión considerarme como vuestra madrastra, no la sentiré yo menor, sin duda, considerándoos como hijastro mío. No creáis, os lo ruego, que soy yo quien intenta produciros esa inquietud. Me disgustaría grandemente causaros enojo, y, de no yerme obligada a ello por una fuerza irresistible, os doy mi palabra que no accederé en modo alguno al casamiento que os apesadumbra. 

HARPAGÓN. Tiene razón. A cumplido necio debe darse una respuesta a tono. Os pido perdón, encanto mío, por la impertinencia de mi hijo; es un joven necio que no conoce todavía el alcance de las palabras que pronuncia. 

MARIANA. Os aseguro que lo que me ha dicho no me ha ofendido en absoluto; al contrario, me complace que me explique así sus verdaderos sentimientos. Me agrada en él semejante confesión, y si hubiese hablado de otro modo, le estimaría mucho menos. 

HARPAGÓN. Es harta bondad en vos querer disculpar así sus faltas. El tiempo le hará más cuerdo, y ya veréis cómo cambia de sentimientos. 

CLEANTO. No, padre mío; no soy capaz de cambiar, y ruego encarecidamente a esta señora que me crea. 

HARPAGÓN. ¿Hasevisto semejante extravagancia? (Eleva aún más el tono.)

CLEANTO. ¿Queréis que traicione mi corazón? 

HARPAGÓN. ¡Y dale! ¿Vais a cambiar de una vez de discurso? 

CLEANTO. ¡Pues bien! Ya que deseáis que hable de otra manera, permitid, señora, que me coloque en el lugar de mi padre y que os confiese que no he visto nada en el mundo tan encantador como vos; que no concibo nada igual a la dicha de agradaros, y que el título de esposo vuestro es una gloria, una felicidad que yo preferiría al destino de los más grandes príncipes de la Tierra… Sí, señora; la aventura de poseeros es, a mis ojos, la más bella de todas las fortunas; en ella cifro toda mi ambición. Nada hay que no sea capaz de hacer por tan preciada conquista; y los más poderosos obstáculos… 

HARPAGÓN. Poco a poco, hijo mío, por favor. 

CLEANTO. Es un cumplido que hago a esta señora en nombre vuestro. 

Fragmento de ‘Julio César’, de Shakespeare

Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención. Vengo a sepultar a César, no a ensalzarle El mal que los hombres hacen les sobrevive; el bien es a menudo enterrado con sus huesos. Sea también así con César. El noble Bruto os ha dicho que César era un ambicioso. Si tal ha sido, su falta fue muy grave, y la habrá pagado terriblemente. Ahora, con permiso de Bruto y los demás, porque Bruto es un hombre honorable, y honorables son todos aquellos, todos, vengo a hablar en el funeral de César. Amigo mío era, leal, justo para mí, pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honorable. Muchos cautivos trajo a Roma y con sus rescates llenó las arcas públicas. ¿Pareció esto ambicioso en César? Las lágrimas de los pobres hacían llorar a César, y la ambición debería ser de índole más dura. Si embargo, Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honorable. Todos habéis visto cómo en las fiesta lupercaliale presenté tres veces una corona real, y cómo la rechazó tres veces. ¿Era esto ambición? Sin embargo, Bruto dice que era ambicioso, y por cierto que él es un hombre honorable. No hablo para reprobar lo que habló Bruto, pero estoy aquí para decir lo que sé.

(Shakespeare,Julio César)

El macroacto de habla

Teun van Dijk propone ampliar el estudio de la teoría de los actos de habla al ámbito textual. Con su noción de macroacto de habla, van Dijk hace que la secuencia de actos de habla pueda englobarse en un acto de habla superior, que es el llamado macroacto de habla (van Dijk, 1988):

  • “Como las oraciones, los actos de habla rara vez ocurren aisladamente: es más frecuente que realicemos secuencias completas de actos de habla”.
  • “puede que ciertos actos de habla no sean adecuados por separado, sino únicamente en relación a la adecuación de otros actos de habla de la secuencia o del ‘macroacto de habla’”.
  • “un macroacto de habla es un acto de habla que resulta de la realización de una secuencia de actos de habla lineal­mente conectados”.

Objeciones a la teoría de los actos de habla

Se han puesto algunas objeciones a la teoría de los actos de habla:

  • En su estado original, la teoría de los actos de habla estaba centrada exclusivamente en el nivel oracional sin atender al nivel textual.
  • Los actos de habla tenían en cuenta únicamente con un tipo de comunicación acústica y momentánea.
  • No abordaban una teoría de la interacción comunicativa ni daban cuenta de la realidad total de la comunicación lingüística al  ceñirse a un determinado tipo de expresiones.
  • Se aplicaban a contextos verbales demasiado simples.
  • ¡Había una tendencia a la fragmentación excesiva de la realidad lingüística: «La teoría de los actos de habla no debe inducir a la lingüística a empaquetar la realidad en cajitas.» (Weinrich, 1981).

La diferencia entre persuadir y convencer

Existe una diferencia entre persuadir y convencer. Y, por lo tanto, entre argumentar y demostrar. La argumentación parte de que hay varias posturas y creencias posibles y, por lo tanto, tiene un carácter polémico y dialógico. El emisor manifiesta una manera de interpretar la realidad con el objetivo de que sus receptores acepten la forma de orientar ese problema o, si es el caso, se adhieran a sus tesis.

Esquema basado en Calsamiglia y Tusón:

Argumentación Demostración
1. Se dirige a un auditorio.

2. Se expresa en lengua natural.

3. Las premisas son probables en relación a un sistema de valores concretos.

4. La progresión de la argumentación depende del emisor.

5. Las conclusiones no son axiomas, sino que son siempre discutibles.

1. Tiene valor en sí misma.

2. Se expresa, habitualmente, en lenguaje formal.

3. Las premisas son verdaderas o falsas.

4. La progresión depende de mecanismos internos.

5. Las conclusiones son verdaderas o faltas.

Calsamiglia, H., & Tusón, A. (2015). Las cosas del decir: manual de análisis del discurso (3.ª ed.). Barcelona: Ariel. Págs. 285-286.

Fuentes Rodríguez, C., & Alcaide, E. R. (2002). Mecanismos lingüísticos de la persuasión : cómo convencer con palabras. Madrid: Arco Libros.

Introducción a la argumentación

La persuasión es un componente esencial esencial de la argumentación. La argumentación tiene como fin persuadir a los receptores. En el ámbito de la recepción, la argumentación puede ir dirigida a un receptor único o un grupo de receptores específico.

Muchas actividades discursivas tienen presente a la argumentación. aparece tanto en una conversación como en una entrevista para buscar trabajo, en un mitin político como en un juicio, en una mesa redonda como en un un artículo de opinión, en una crítica literaria como en un anuncio publicitario. En algunos de estos casos, la argumentación es el elemento central y, en otras ocasiones, la argumentación puede tener un carácter secundario.

El carácter persuasivo de la argumentación busca influir en el receptor. Para lograr esta influencia, se establecen unas estrategias que pueden estar orientadas hacia elementos racionales u orientadas a la emoción mediante la apelación a los afectos.

La argumentación tiene que tener, de forma explícita o implícita, los siguientes elementos:

  • Una estructura silogística en el que haya una conclusión derivada de unas premisas o argumentos.
  • Una estructura en la que subyace, de algún modo, una tesis y una antítesis.
  • Un posible causa de desacuerdo, sea real, probable o posible.
  • Un emisor y un receptor (individual o colectivo, mencionado expresamente o no) al que va dirigida la argumentación. Su finalidad, por lo tanto, es básicamente perlocutiva.
  • Unos mecanismos lingüísticos orientados a la persuasión.

Calsamiglia, H., & Tusón, A. (2015). Las cosas del decir: manual de análisis del discurso (3.ª ed). Barcelona: Ariel. Páginas 284-296.

Fuentes Rodríguez, C., & Alcaide, E. R. (2002). Mecanismos lingüísticos de la persuasión : cómo convencer con palabras. Madrid: Arco Libros.