Umberto Eco, en sus Apostillas a ‘El nombre de la rosa’, analiza el empleo necesario de la preterición que llevó a cabo en su novela. Eco explica que el narrador, Adso de Melk, es una pieza clave para explicar los elementos necesarios para la comprensión argumental y contextual de la obra. Como bien explica el profesor Eco, el principal enemigo de la novela histórica es el salgarismo, que no es sino la tendencia a explayarse en alguna circunstancia explicativa o descriptiva en medio de la acción narrativa. Y ahí es donde empieza a funcionar la preterición: Adso explica y pormenoriza, como buen cronista medieval, pero siempre el procedimiento retórico de la praeteritio, que pasamos a explicar brevemente a continuación.
La preterición –praeteritio– es un recurso textual (puede recibir también los nombres de pretermisión paralepsis o parasiopesis) que puede englobarse dentro de las licencias textuales por supresión (Lausberg, 1967: 276-278; Mayoral, 1994: 194-197) y que consiste en afirmar que no se va a hablar de cierto asunto pero, al realizar esa afirmación, aprovechar para enumerar o pormenorizar parte del mismo. Lausberg lo explica perfectamente: «La manifestación de que se quiere omitir ciertas cosas incluye el nombrarlas» (Lausberg, 1967: 276). Mayoral cita un ejemplo del Quijote: en el canto de Antonio en el capítulo 11 de la primera parte, dice:
No cuento las alabanzas
que de tu belleza he dicho,
que, aunque verdaderas, hacen
ser yo de algunas malquisto.
Las razones para utilizar la preterición, a juicio de Lausberg, pueden ser negativas (para no caer en redundar en demasiados detalles, por resultar ser desfavorables a la causa, por considerarlas secundarias o por no incidir en exceso sobre aspectos tristes o desagradables), pero también puede tener un beneficioso efecto irónico, a la que se añade la preterición como mecanismo narrativo, tal y como expone Eco.
El caso del que queremos hablar ahora es de uno de los fallos narrativos más destacados, a nuestro juicio, de Inferno de Dan Brown y que se hace extensivo a todas sus novelas. Las tramas novelísticas de este autor siempre se desarrollan en la actualidad, pero tienen un núcleo importante en la historia, el arte o la simbología. Brown necesita, de forma ineludible, instruir al lector de ciertos aspectos necesarios para la correcta interpretación de lo que está ocurriendo. Sorprendentemente, recurre al salgarismo en los momentos más insospechados, esencialmente en aquellos en los que la huida se manifiesta de forma más trepidante. Lo curioso es que Dan Brown hubiese podido utilizar el salgarismo como forma de anticlímax o, por contra, como una forma de incrementar la tensión en el receptor. No obstante, no consigue ninguno de estos dos efectos sino, más bien y al contrario, el lector ve estas largas disertaciones del protagonista, Robert Langdom como algo inconexo y demasiado libresco. Parece que el autor está dando la conferencia que hubiese dado Langdom o que quisiese inyectar con demasiada fuerza los conocimientos que pasan por su mente de una forma poco creíble.
Probablemente, Dan Brown debería de prescindir del salgarismo en las huidas frenéticas de sus personajes y conocer mejor los mecanismos de su evitación como mecanismo narrativo. La preterición, por ejemplo. Porque, mediante la misma, hubiese podido omitir, resumir, abreviar, dar un sesgo irónico o, lo que seguramente hubiese sido más acorde al éxito estructural, conseguir una mayor verosimilitud en la construcción narrativa.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Brown, D. (2013). Inferno. Barcelona: Planeta.
- Eco, U. (2000). Apostillas a «El nombre de la rosa». Barcelona: Lumen. Las palabras de Eco sobre la preterición pueden consultarse aquí.
- Lausberg, H. (1968). Manual de retórica literaria: Fundamentos de una ciencia de la literatura. Madrid: Editorial Gredos.
- Mayoral, J. A. (1994). Figuras retóricas. Madrid: Síntesis.