Las representaciones mentales y los esquemas mentales. Esquemas mentales socialmente compartidos. Transferencia e interferencia pragmáticas

Los seres nos comunicamos no solamente para transmitir informaciones o hacer llegar a otros nuestras ideas o necesidades, sino que utilizamos también la comunicación para intentar conseguir que nuestros interlocutores muestren interés por lo que decimos, para influir en los demás, para modificar su actitud…

Representaciones mentales

Mediante la comunicación no solo transmitimos cosas (datos, ideas, etc.), sino que también intentamos producir determinados efectos a través de actitudes, pensamientos y creencias que sirven para crear un conjunto de representaciones mentales.

Esta creación de representaciones mentales se consigue por medio de la palabra, pero también por recursos no verbales o por la combinación de elementos lingüísticos y no verbales.

La Pragmática nos enseña que cada individuo tiene unas representaciones mentales (ideas, creencias) sobre las cosas que hacemos o pensamos los seres humanos, que pueden no coincidir con las de su interlocutor. Esto significa que, en la comunicación, cada interlocutor puede tener una representación mental distinta sobre un mismo hecho o una misma situación. Interpretar correctamente la intención supone conocer el conjunto de representaciones que manejan otros individuos.

Por lo tanto, podemos concluir que las representaciones mentales, en lo que atañe al emisor, son los datos, ideas y creencias que tiene presentes para producir un enunciado y, en lo que afecta al receptor, son todos los datos, ideas y creencias que el oyente tiene presentes a la hora de interpretar un enunciado. En la medida en la que se conozcan estas representaciones mentales del emisor y el receptor, podremos establecer una comunicación adecuada.

En la enseñanza de ELE, es muy importante conocer esas representaciones mentales y analizar de forma muy cuidadosa si coinciden con las nuestras o no. Y la interpretación correcta procede de saber qué intentamos conseguir con las cosas que decimos.

El emisor debería construir su mensaje eligiendo los procedimientos más adecuados para contribuir a que el destinatario reconstruya de manera adecuada las representaciones mentales que el emisor quiere comunicar. Como hemos dicho más arriba, el destinatario cuenta también con una representaciones mentales propias, que pueden coincidir (total o parcialmente) o no con las del emisor.

Esquemas mentales socialmente compartidos

Es muy frecuente que nos encontramos con situaciones en las que las expectativas respecto al comportamiento de los interlocutores en la comunicación lleguen a construir un esquema mental, un guion que está constituido por un conjunto estructurado de representaciones mentales.

Aunque muchas veces no somos conscientes de ello, tenemos esquemas mentales para muchas de nuestras interacciones: cuando vamos a comprar, cuando vamos a un restaurante, cuando quedamos con los amigos, cuando hacemos un regalo, cuando acudimos a una fiesta, cuando pedimos algo a nuestros jefes, cuando intentamos conseguir algo de nuestros familiares…

Los problemas comunicativos no provienen, en muchos casos, del desconocimiento del código de una lengua, sino de las distintas representaciones mentales que tiene cada interlocutor, que están basados en unos esquemas mentales previos.

Si no poseeemos unos esquemas mentales compartidos, la comunicación fracasa.

En el caso del aprendizaje de una segunda lengua, muchos de estos aspectos vienen condicionados por elementos socioculturales que es necesario conocer. Si no se conocen, se generan malentendidos pragmáticos.

En nuestra vida cotidiana, estos esquema mentales socialmente compartidos se traducen en comportamientos y acciones casi totalmente automatizados. Actuamos según nuestra experiencia, según lo que hemos visto y lo que hemos aprendido. Suele tratarse de comportamientos compartidos socialmente con otros miembros de nuestra comunidad cuyo conocimiento facilita el éxito a la hora de relacionarnos con los demás.

En este entorno social, conocemos las secuencias de acciones que suelen ir unidas, las frases y las expresiones que solemos utilizar en esas situaciones… Los hablantes, en suma, necesitamos reconocer esos esquemas mentales para ser pragmáticamente competentes.

Si pensamos detenidamente en estos esquemas mentales de las situaciones cotidianas, veremos que contienen información sobre los lugares, las personas y las acciones que intervienen en dicha situación, así como lo que se suele decir en ese contexto. Basta desplazarnos a otro lugar y hablar en otra lengua para comprobar que no toda comunidad tiene los mismos esquemas mentales que nosotros manejamos. Ese contexto no es un conjunto objetivo de elementos, sino que las representaciones mentales influyen en la situación concreta de comunicación, condicionada por convenciones en la interacción, patrones de conductas, roles sociales de los interlocutores, etc.

En la enseñanza de una lengua extranjera, es tremendamente útil manejarse bien con estos esquemas. Son un punto de partida excelente para desenvolverse en situaciones naturales del uso de la lengua, conocer cómo desenvolverse en dichas situaciones y saber qué tipo de expresiones se utilizan adecuándonos a un determinado contexto y una situación comunicativa específica. En suma, es una manera de acercarse adecuadamente a la interculturalidad.

Transferencia pragmática interferencia pragmática

El fenómeno de transferencia en la adquisición de una LE/L2 supone el intento que hace el aprendiz por relacionar la información en la lengua que está aprendiendo con los conocimientos de su lengua materna.

La transferencia supone, por lo tanto, un intento aprovechamiento de su conocimiento lingüístico y de su conocimiento y concepción del mundo (el esquema mental que hemos visto más arriba) como estrategia de aprendizaje y de comunicación.

El proceso de transferencia puede aparecer en cualquier nivel lingüístico, aunque nosotros nos ocuparemos aquí de la transferencia pragmática.

La transferencia puede ser un fenómeno positivo, pero, cuando la transferencia entre la lengua de origen y la lengua meta ocasiona un error, hablamos de interferencia.

Interferencia pragmática

La interferencia es un proceso de transferencia negativa por el cual los errores cometidos en una LE/L2 se deben al contacto con la lengua materna.

En el caso de los esquemas mentales y los hábitos culturales, la interferencia se produce cuando estos difieren entre la L1 y la LE/L2 y afecta tanto al ámbito de la producción como al de la recepción.

En el caso de las interferencias pragmáticas, un enunciado puede ser gramaticalmente correcto en su sentido literal, pero posee un valor comunicativo muy distinto en la cultura meta.

Esta interferencia (algunos lo llaman «error pragmático») se origina por un desconocimiento de los esquemas mentales que contienen un valor sociocultural. Como acabamos de explicar, el sentido literal es idéntico en ambas lenguas, pero el valor comunicativo es muy distinto porque se aplica una fuera ilocutiva diferente. Por ejemplo, hay ocasiones en que los enunciados interrogativos no tienen un valor de pregunta, sino que tienen un valor interaccional de invitación. En algunos casos, ocasiona lo que se denomina «choque cultural».

Puede haber dos tipos de interferencias pragmáticas (o «errores» pragmáticos):

  • Interferencia pragmalingüística. Se produce cuando se emplea en una lengua una fórmula propia de otra lengua y cuyo significado no coincide. Es frecuente en los elementos más ritualizados de las relaciones interpersonales, como los saludos, las despedidas o las felicitaciones. De esta manera, conocer y emplear de manera adecuada las fórmulas propias de una comunidad lingüística y cultural se erige en uno de los objetivos esenciales a la hora de aprender una lengua extranjera.
  • Interferencia sociopragmática. Se produce cuando se trasladan de una lengua a otra percepciones sociales y comportamientos propios de otra cultura. En estos casos, lo que se produce es un cambio en la interpretación del enunciado y en la valoración social que recibe. Por ejemplo, si alguien elogia nuestra chaqueta: Qué chaqueta tan bonita llevas hoy, en la cultura hispana el destinatario del cumplido tiende a mitigarlo de alguna manera (Pues me ha costado muy barata / La tengo hace muchos años / La compré en las rebajas), mientras que la cultura anglosajona se agradecerá el cumplido sin más (Gracias / Sí, lo sé), lo que para la cultura hsipana podría parecer descortés.

En este sentido, la enseñanza de la pragmática y del componente sociocultural en la adquisición de la lengua extranjera supone un hito esencial para comprender la manera que cumplen las normas sociales y culturales en la selección de las formas lingüísticas.

Es necesario tener en cuenta que los hablantes nativos suelen ser benevolentes con los errores lingüísticos, pero suelen ser mucho menos comprensivos con esos «errores» de ámbito sociocultural (probablemente, porque contemplan el mundo desde los esquemas mentales que comparten y no son conscientes de que, en los aprendientes de lenguas, se producen también esos procesos de transferencia negativa de corte sociopragmático).

Para saber más:

Visión comunicativa de la lengua. La competencia pragmática

La competencia lingüística y la competencia pragmática

Para estudiar esta cuestión, es necesario dirimir cómo se relacionan la competencia lingüística y la competencia pragmática en LE/L2, cómo se desarrolla la competencia pragmática en LE/L2 y qué factores contribuyen y dificultan ese desarrollo.

Como ya es conocido, Chomsky definía en 1965 la competencia lingüística como la habilidad de producir y comprender oraciones gramaticalmente bien formadas. En 1966, Hymes rechaza un enfoque centrado exclusivamente en las reglas gramaticales para evaluar si una oración es o no aceptable y abogó por la existencia de una competencia comunicativa.

Se trata, en suma, de la necesidad de tener en cuenta las formas lingüísticas, pero también variables extralingüísticas como el contexto, los participantes en el acto de comunicación y la comunidad a la que pertenecen, la cultura, etc.

En el modelo de Canale y Swain, la competencia comunicativa tenía cuatro componentes: la competencia gramatical, la competencia estratégica, la competencia discursiva y la competencia sociolingüística. Los usos pragmáticos estarían relacionados con esta última en tanto que los hablantes siguen reglas socioculturales para producir e interpretar de manera adecuada los enunciados.

En el modelo de Bachman y Palmer, la competencia pragmática representa el componente central de la competencia lingüística, junto con la competencia organizacional (que abarca la competencia gramatical y la competencia textual). En la competencia pragmática encontraríamos la competencia ilocutiva (el conocimiento y dominio de las expresiones para realizar funciones en una lengua) y la competencia sociolingüística (el conocimiento de las normas sociales para usar las expresiones de manera adecuada ajustándose al contexto).

En la Pragmática intercultural (desarrollada cuando el sistema lingüístico se emplea por hablantes que tienen diferentes lenguas maternas y, por lo tanto, pertenecen con una probabilidad muy alta a diferentes culturas), las interferencias pragmáticas o los fallos pragmáticos se originan debido a una falta de conocimiento en la competencia pragmalingüística (las formas lingüísticas empleadas para realizar actos de habla en una lengua meta) o en la competencia sociopragmática (el conocimiento de las realizaciones pragmáticas ajustadas a contexto culturales diferentes).

Más recientemente, algunos estudiosos se han centrado en la competencia pragmática en el ámbito de la interacción. Por ejemplo, Celce-Murcia añade la competencia interaccional, que abarca dos áreas lingüísticas (la competencia accional y la competencia conversacional), un área paralingüística y un área no verbal.

  • En la competencia accional, los aprendices han de saber cómo realizar actos de habla mediante un solo enunciado o una serie de expresiones en varios turnos en una interacción.
  • En la competencia conversacional, los aprendices deben emplear estrategias adecuadas para iniciar y terminar conversaciones, así como para saber cambiar de temas.

Faerch y Kasper concebían la competencia pragmática basándose en los procesos cognitivos producidos cuando los hablantes llevan a cabo actos pragmáticos. Se basan en dos tipos de conocimiento: el conocimiento declarativo (que incluye conocimientos como el lingüístico, el sociocultural o el discursivo) y el conocimiento procedimental (que explica cómo escogen y combinan los componentes anteriores los hablantes).

También hay que tener en cuenta modelos como el de Ifantidou al estudiar las inferencias pragmáticas en los aprendices de inglés como LE/L2. La competencia pragmática se define en base a la conciencia pragmática (la habilidad para identificar aspectos como la ironía, el humor, el desprecio, etc.) y la conciencia metapragmática (la habilidad de representar y explicar los elementos lingüísticos y los efectos pragmáticos reconocidos por los hablantes o lectores).

Los componentes de la competencia pragmática

Los componentes de la competencia pragmática son los relacionados con la deíxis, los actos de habla, los presuposiciones, los implícitos y las inferencias o la (des)cortesía.

En muchas ocasiones, los aprendices de una LE/L2 no comunican bien estos componentes pragmáticos, lo que conduce a malentendidos cuando no a actitudes negativas por parte de los oyentes nativos. Los fallos comunicativos se pueden encontrar en las formas (pragmalingüística) y/o en las reglas de uso (sociopragmática).

También sucede que un aprendiz pueda entender bien aspectos pragmáticos procedentes de otro hablante en un discurso, pero no sea capaz de expresar sus propias intenciones por carecer de recursos lingüísticos y/o pragmáticos en la LE/L2. Esto se debe a la tendencia a transferir los elementos propios de su L1.

En la adquisición de la competencia pragmática, además de su «nivel», también han de tenerse en cuenta aspectos como el contacto con personas que hablan la lengua meta, su actitud o la motivación hacia la lengua y su cultura o la edad de sus primeros contactos con la lengua meta. Estos aspectos se aprecian muy bien, por ejemplo, en los hablantes de herencia.

Cómo conseguir buenos resultados en el desarrollo de la competencia pragmática

Un aspecto clave para la enseñanza de la competencia pragmática es pensar cómo obtener buenos resultados.

En primer lugar, el instructor debe conocer perfectamente el funcionamiento del componente pragmático, aspecto que, desgraciadamente, no siempre se produce. Existen muchas lagunas en los programas de profesores de lengua respecto a la Pragmática.

Además de ese conocimiento global, los instructores necesitan conocimientos explícitos sobre la Pragmática de la L2 que les haga ser conscientes de los problemas que pueden subyacer en su enseñanza.

Un tercer problema proviene de que no existen muchos libros de texto y materiales que integren de manera adecuada la Pragmática de la LE/L2. Aunque faltan muchos aspectos de explicación metapragmática, afortunadamente en los últimos años van incorporándose estos aspectos.

Sería necesario superar las limitaciones utilizando materiales que incorporen de manera eficaz un contexto y una interacción entre interlocutores que es difícil de producirse entre instructor y aprendices en un contexto de enseñanza tradicional.

Otra clave sería aprender, además, mediante la observación y la interacción con hablantes nativos en contextos reales. No obstante, esta vía no es muy eficaz sin el apoyo de la instrucción explícita.

Otros apoyos son los programas de inmersión, las empresas que conectan con estudiantes no nativos, fórmulas interactivas en internet a través de chats, redes sociales o juegos.

  1. Competencia lingüística, competencia pragmática y competencia comunicativa.
  2. Lectura obligatoria: Escandell Vidal, M. V. (2004). Aportaciones de la Pragmática. En J. Sánchez Lobato & I. Santos Gargallo (Eds.), Vademécum para la formación de profesores. Enseñar español como segunda lengua (L2)/ lengua extranjera (LE)(pp. 179–198). Madrid: SGEL.
  3. Lectura optativa: Cenoz Iragui, J. (2004). El concepto de competencia comunicativa. En Vademécum para la formación de profesores. Enseñar español como segunda lengua/lengua extranjera (pp. 449-465). Madrid: SGEL.
  4. Lectura optativa: Gutiérrez Ordóñez, S. (2006): Ejercitarás la competencia pragmática. En La competencia pragmática y la enseñanza del español como lengua extranjera (pp. 25-44).
  5. Lectura optativa: Koike, D., & Pearson, L. (2021). La adquisición de la competencia pragmática en L2. En M. V. Escandell Vidal, J. Amenós Pons, & A. Ahern (Eds.), Pragmática (pp. 729-741). Akal.

Hacia un nuevo modelo de la comunicación humana

Contenido actualizado el 23 de febrero de 2023.

Como ya hemos dicho en algún otro apartado de esta web, resulta necesario hacer un nuevo planteamiento el modelo de comunicación tradicional, tan extendido y estudiado.

El modelo de comunicación de Jakobson, que tenía su fundamento en el modelo de Shannon y Weaver, es el más conocido y aplicado, pero presenta graves deficiencias que ya estaban en su origen para las comunicaciones entre máquinas y que dificultan en extremo su aplicación a la comunicación humana:

  • Los emisores y receptores no se limitan a codificar y descodificar los mensajes. Si fuese así, la comunicación sería solamente una cuestión de conocimiento del código. Sabemos, sin embargo, que los hablantes utilizan la comunicación no verbal, gastan bromas, dicen las cosas con segundos sentidos…
  • En relación con lo anterior, sabemos que podemos haber entendido perfectamente las palabras de nuestro interlocutor y no haber captado el sentido de lo que nos ha querido decir. Y, a la inversa, podemos también comprender a alguien que no esté empleando ningún código.
  • La comunicación humana no se limita a la comunicación lingüística, sino que nos podemos comunicar a través de otras vías no menos importantes.
  • El ruido es un concepto demasiado simple para aplicarlo a la comunicación humana. Podemos no comprender un mensaje por falta de conocimiento sobre el tema del que nos hablan, por falta de domino del código (como ocurre con un estudiante extranjero que aprende una lengua), por pertenecer a dos modelos de cultura diferentes, por la falta de voluntad de llegar a un acuerdo, etc.
  • El contexto del hablante y del oyente puede no ser el mismo. Cada persona selecciona una serie de elementos en la comunicación según su capacidad cognitiva, por ejemplo.

En consecuencia debemos ser extremadamente prudentes y ser conscientes de que el modelo de Jakobson no explica de modo adecuado la comunicación humana.

El modelo comunicativo del que debemos partir tiene las siguientes premisas:

  • La comunicación lingüística es solamente una parte (aunque, eso sí, muy importante) en nuestra manera de transmitir mensajes.
  • Es necesario saber distinguir entre el deseo de establecer contacto con nuestro interlocutor (intención comunicativa) y el deseo de transmitir un mensaje (la intención infomativa). En algunas ocasiones, estas dos intenciones se solapan, pero hay otras ocasiones en las que es evidente que alguien quiere establecer un contacto comunicativo, pero no sabemos con exactitud qué nos quiere transmitir.
  • Dado que cada persona tiene su propia visión del mundo (un determinado entorno cognitivo), va a utilizar esta visión para intentar comprender los mensajes que reciba. El éxito comunicativo radica en que esa visión del mundo sea común para los interlocutores.
  • Pese a lo interior, los interlocutores tratan de cooperar para que la comunicación sea lo más eficaz posible. El hablante intentará escoger (mostrar) la forma de comunicarse que, en la medida de sus posibilidades, sea lo más eficaz posible, y el receptor tratará de inferir lo que quiere decir el hablante.
  • El contexto ya no es algo dado, la escena sobre la que se produce la comunicación, sino que es un conjunto de ideas y estímulos para procesar los mensajes.
  • Fundamentamos nuestra comunicación en el principio de relevancia: los seres humanos buscamos una forma de comunicarnos en la que el esfuerzo para procesar la información sea el más sencillo posible. Para ello, es necesario dosificar con inteligencia la información nueva combinándola con la información conocida.

Para saber más:

  • Escandell Vidal, M. V. (2014). La comunicación. Lengua, cognición y sociedad. Madrid: Akal.
  • Pons Bordería, S. (2004). Conceptos y aplicaciones de la teoría de la relevancia. Madrid: Arco Libros.
  • Pons Bordería, S. (2005). La enseñanza de la pragmática en la clase de E/LE. Madrid: Arco Libros.

Introducción a la argumentación

La persuasión es un componente esencial esencial de la argumentación. La argumentación tiene como fin persuadir a los receptores. En el ámbito de la recepción, la argumentación puede ir dirigida a un receptor único o un grupo de receptores específico.

Muchas actividades discursivas tienen presente a la argumentación. aparece tanto en una conversación como en una entrevista para buscar trabajo, en un mitin político como en un juicio, en una mesa redonda como en un un artículo de opinión, en una crítica literaria como en un anuncio publicitario. En algunos de estos casos, la argumentación es el elemento central y, en otras ocasiones, la argumentación puede tener un carácter secundario.

El carácter persuasivo de la argumentación busca influir en el receptor. Para lograr esta influencia, se establecen unas estrategias que pueden estar orientadas hacia elementos racionales u orientadas a la emoción mediante la apelación a los afectos.

La argumentación tiene que tener, de forma explícita o implícita, los siguientes elementos:

  • Una estructura silogística en el que haya una conclusión derivada de unas premisas o argumentos.
  • Una estructura en la que subyace, de algún modo, una tesis y una antítesis.
  • Un posible causa de desacuerdo, sea real, probable o posible.
  • Un emisor y un receptor (individual o colectivo, mencionado expresamente o no) al que va dirigida la argumentación. Su finalidad, por lo tanto, es básicamente perlocutiva.
  • Unos mecanismos lingüísticos orientados a la persuasión.

Calsamiglia, H., & Tusón, A. (2015). Las cosas del decir: manual de análisis del discurso (3.ª ed). Barcelona: Ariel. Páginas 284-296.

Fuentes Rodríguez, C., & Alcaide, E. R. (2002). Mecanismos lingüísticos de la persuasión : cómo convencer con palabras. Madrid: Arco Libros.

Jugando con las máximas o violando las máximas del principio de cooperación

Juegos con las máximas

Pongamos un ejemplo recordando una anécdota de Maurice Bowra, en el Warden of Wadham College de Oxford. Estaba entrevistando a un joven para el posible ingreso de este en la universidad y, llegando para sí a la conclusión de que el joven no era un buen candidato, le dijo:

Creo que sería más feliz en una universidad más grande… o en una más pequeña.

Obviamente, Bowra no seguía la máxima de calidad, ya que no decía de forma explícita lo que pensaba en realidad, ni la máxima de manera, puesto que estaba siendo deliberadamente ambiguo y contradictorio.

Ante un enunciado de estas características, cabe preguntarse la razón por la que profería ese enunciado, si mentía al joven aspirante para engañarlo o era una mentira piadosa para que este no se sintiera dolido en exceso (posibilidades más directas hubieran sido: No entrarás en esta universidad o Desafortunadamente, no eres suficientemente bueno para ingresar en esta universidad).

Probablemente, el aspirante es muy consciente de que lo que querían decirle es que no había superado la entrevista. No, es por lo tanto, una mentira, sino una fórmula de cortesía comunicativa. Ese mensaje indirecto será mejor recibido por el joven que otro más directo y cruel.

Cuando los hablantes parecen no seguir las máximas, pero esperan que los oyentes aprecien el significado implícito, decimos que están vionando las máximas del principio de cooperación. Al igual que con un acto de habla indirecto, el hablante implica una función diferente del significado literal de la forma. Cuando viola una máxima, el hablante asume que el oyente sabe que sus palabras no deben tomarse al pie de la letra y que puede inferir el significado implícito.

1. Juego con la máxima de cantidad

El hablante que incumple la máxima de cantidad parece que aporta muy poca o demasiada información.

(Marta pregunta a Santiago, su esposo)

M. ¿Qué tal estoy?

S. Los zapatos son muy bonitos.

Santiago está dando una contestación con menos información de la que Marta espera. Con esta contestación, Marta es muy consciente de que Santiago quiere decirle que el resto de su vestimenta no le llama especialmente la atención.

2. Juego con la máxima de calidad

El hablante puede violar la máxima de calidad de varias maneras.

  • Puede decir algo que no representa lo que piensa.

(En una tienda de ropa, cuando hemos visto una prenda que no nos agrada especialmente)

Bueno, luego volvemos.

Es un enunciado muy frecuente en España y que suele sorprender bastante a algunos extranjeros. En nuestro contexto cultural, la persona que trabaja en la tienda no toma nuestras palabras como una mentira, sino como una forma cortés de decir que nos vamos sin comprar un artículo.

  • Mediante una exageración.

Tengo tanta hambre que me comería una mula.

Me muero de hambre.

Parece obvio que ningún interlocutor toma estas frases de manera literal.

  • Mediante el empleo de metáforas.

Mi casa en enero parece Siberia.

La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo (Jardiel Poncela).

La religión es el opio del pueblo (Karl Marx).

  • Mediante eufemismos convencionales.

Hoy he tenido que ir al baño cuatro veces.

  • La ironía y el humor.

Como apuntaba Leech, la ironía es una forma aparentemente amistosa de ser ofensivo y las bromas es una forma ofensiva de ser amistoso. En el primer caso, es un simulacro de cortesía y, en el segundo, un simulacro de descortesía.

En el caso de la ironía, el hablante expresa un sentimiento positivo, pero se implica algo negativo.

Me encanta que me despiertes a las cuatro de la mañana con tus mensajes de WhatsApp.

(En una cafetería)

¿Tienen un cruasán de ayer? Es que el que me ha dado parece de antesdeayer.

Veamos un ejemplo de broma:

¿Me das un beso, feo?

¿Vamos a la piscina, gordi?

El peligro de las bromas radica en que pueden ofender si los oyentes no interpretan bien la implicatura conversacional o si sospechan que hay un algo de verdad.

3. Juego con la máxima de relación

Cuando un hablante incumple la máxima de relación, espera que su interlocutor imagine lo que no se dijo en el enunciado y establezca la conexión entre lo dicho y lo dicho con anterioridad.

A. Están llamando a la puerta.

B. Estoy en el baño.

B espera que A. entienda que el lugar en el que se encuentra es relevante para su mensaje de que alguien está llamando a la puerta.

4. Juego con la máxima de manera

El interlocutor que se burla de la máxima de manera puede parecer oscuro, por ejemplo, para excluir a un tercero de la comunicación.

(Un marido a su mujer, para que no se entere su hija de que va a comprar helado)

Estaba pensando salir a comprar una de esas cosas frías y blancas con chispitas negras.

La violación de las máximas del principio de cooperación

Un hablante viola una máxima de forma flagrante cuando genera una implicatura engañosa. El hablante proporciona deliberadamente información insuficiente, dice algo que es insincero, irrelevante o ambiguo, y el oyente erróneamente asume que están cooperando.

1. Violación de la máxima de cantidad

Si un hablante viola la máxima de cantidad, no le dan al oyente la información suficiente para saber de qué se está hablando, porque no quiere que el oyente conozca la imagen completa. El hablante no busca una implicatura por parte del oyente, sino que está siendo parco en palabras de verdad.

“—¡Buenos días, Lucas! ¿Qué tal?
—No me hables, mira, estoy negro. Esta mañana he ido yo a llevar al niño al colegio en coche. En mala hora se me ha ocurrido. ¡Uuuna caravana! ¡Qué atascazo, Dios! ¡Casi dos horas para llegar! Y el chaval, pobre, muerto de hambre porque habíamos salido tarde de casa, no había desayunado y se subía por las paredes. Al final, berreando en el coche. Y yo con fiebre, que no sé cómo podía conducir. Porque yo prefiero no tomar antibióticos, porque ya sabes que luego las bacterias se hacen resistentes o no sé qué pasa…”

Ejemplo procedente de Estrella Montolío

Conversación entre unos padres y su hijo:
—¿Dónde vas?
—Por ahí.
—¿Con quién?
—Con mis amigos.
—¿A dónde?
—A dar una vuelta

Los padres eran mis padres y el hijo era yo a los quince años

–¿Cuánto te costó ese vestido nuevo, cariño?

–Menos que el último.

En este caso, la mujer encubre con ambigüedad el precio.

2. Violación de la máxima de calidad

(En La pantera rosa, el inspector Clouseau pregunta al recepcionista)
C. ¿Muerde su perro?
R. No.
(El inspector Clouseau va a acariciar al perro y el perro le muerde)
–Me había dicho que su perro no mordía.
–No es mi perro.

–¿Cuánto te costó ese vestido nuevo, cariño?

–70 euros.

(En realidad, el vestido ha costado 170 euros. La mujer miente para no generar un conflicto).

En algunas ocasiones, violar la máxima de calidad no es síntoma de culpabilidad. Puede haber mentiras piadosas que tienen una buena intención.

Mamá se ha ido al cielo.

En algunas culturas, cuando no se conoce bien al interlocutor y no se tiene familiaridad, violar la máxima de calidad es una muestra de cortesía para evitar dar una respuesta negativa.

3. Violación de la máxima de relación

–¿Cuánto te costó ese vestido nuevo, cariño?

–Salgamos esta noche. ¿Dónde te gustaría ir?

A: ¿Te ha gustado la película?
B: El montaje de la primera parte está bastante logrado, aunque yo he echado en falta un poco más de ritmo en las escenas de violencia. No sé si te has fijado en que había un extra bostezando en la escena del mercado, y el tipo que yo tenía sentado al lado también ha estado bostezando y comiendo palomitas ¡tooodo el rato! haciendo un montón de ruido.
A: Sí, pero ¿te ha gustado la película o no?

Ejemplo de Estrella Montolío

4. Violación de la máxima de manera

–¿Cuánto te costó ese vestido nuevo, cariño?

–Una pequeña parte de mi sueldo y una parte bastante mayor del sueldo de la persona que me lo vendió.

La Pragmática y el contexto

Habitualmente, hablamos de contexto en estos tres sentidos:

Contexto situacional

El contexto situacional  tiene en cuenta lo que los participantes de la comunicación tienen a su alrededor.

Este árbol del jardín tiene unas hojas muy especiales

El uso de este en el enunciado anterior hace referencia concreta a un elemento que solo puede conocerse si tenemos en cuenta la situación en la que se encuentra el emisor del texto.

A mí me gusta el blanco

El uso de la palabra blanco puede hacer referencia a varias cosas (un tipo de chocolate, el color de un jersey…). Solo la situación puede hacer que podamos conocer exactamente ese referente. Por otro lado, el artículo el también nos sugiere una situación de comunicación en el que el hablante puede estar indicando con un gesto el objeto elegido.

Contexto compartido

El contexto compartido tiene en cuenta lo que el hablante y sus receptores conocen uno de otro y su conocimiento compartido del mundo.

Puede ser:

  • Cultural. Es el conocimiento general que la mayor parte de personas posee en una cultura determinada, un lugar determinado o una época determinada. Es un aspecto al que hay que prestar una atención muy especial en la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas extranjeras.

Hay enunciados bien formados desde el punto de vista sintáctico y semántico, pero anómalos desde un punto de vista pragmático.

Fui a Pekín el año pasado. La Ciudad Prohibida es magnífica.

?Fui a París el año pasado. La Ciudad Prohibida es magnífica.

Pongamos un ejemplo: hace unos años, Citroën empleó el eslogan «Carácter alemán, espíritu francés» para el spot de su modelo C5. En este anuncio, se juega con varios elementos del contexto cultural: Citroën es una marca francesa pero, en el mundo de la automoción, los coches alemanes son especialmente reconocidos por su tecnología. Por lo tanto, interesa especialmente vincular el coche con un «carácter» en el que destaque la tecnología. Por otro lado, lo francés siempre ha sido tenido como algo especialmente refinado, de ahí que interese dotar de un «alma» francesa al vehículo en cuestión.

El «tamaño» de un grupo de conocimiento mutuo es muy variable en tamaño. Puede tratarse de grupos de millones de personas, pero también de grupos con un léxico determinado y mecanismos comunicativos especiales más restringidos.

  • Interpersonal. Es un conocimiento específico y –probablemente privado– que las personas tienen entre sí.

Es un conocimiento interpersonal compartido es el conocimiento adquirido a través de  interacciones verbales previas o actividades y experiencias conjuntas. Incluye el conocimiento personal privilegiado que podamos tener sobre el interlocutor. Alcanza el nivel familiar, el grupo de amigos, etc.

Cotexto

También podemos denominar contexto textual a lo que los hablantes y sus receptores conocen sobre lo enunciado.  En este caso, el contexto está conformado por el texto mismo.

Fuimos a la excursión Paula, Sandra, Nacho, Nerea y yo. Somos amigos desde hace varios años.

La primera persona del plural del verbo somos tiene en cuenta los elementos textuales anteriores. Para tener el conocimiento de ese «nosotros» es preciso tener un conocimiento suficiente de lo que se ha dicho en el texto previamente.

Cutting, Joan. Pragmatics. A Resource Book For Students. 3.ª ed. London-New York: Routledge, 2015. Print.

Unos enunciados para la reflexión

Se exponen aquí una serie de enunciados para reflexionar sobre ellos. De momento, no vamos a utilizar ningún tipo de terminología lingüística específica relacionada con la Pragmática.

Enunciados para el curso 2021-2022

ENUNCIADO 1
[En una librería]
A. ¿Tienen algo de Hemingway?
B. Tenemos El viejo y el mar.
A. Perfecto. Deme El mar.

ENUNCIADO 2
Esturión: soldado romano muy apreciado por sus huevos.

ENUNCIADO 3
[Una estudiante al profesor cuando entra en clase]
A. ¿Se puede entrar bebida?
B. No lo veo conveniente.

ENUNCIADO 4

ENUNCIADO 5

Imagen en un baño:

ENUNCIADO 6

ENUNCIADO 7

ENUNCIADO 8

ENUNCIADO 9

ENUNCIADO 10

ENUNCIADO 11

ENUNCIADO 12

Enunciados empleados en cursos anteriores

Puedes acceder a estos enunciados aquí:

La (des)cortesía comunicativa

Algunas expectativas que tienen los hablantes no tienen que ver con la transmisión de información, sino con el modo de transmitir la información para mantener buenas relaciones entre los interlocutores.

Aunque pueda parecer extraño, decir la verdad puede resultar descortés en determinadas circunstancias: para ello, existen procedimientos lingüísticos de atenuación.

Cortesía social y cortesía lingüística

La cortesía social tiene que ver con la “educación” y las “buenas maneras”. La cortesía comunicativa se basa en elementos lingüísticos para conseguir una comunicación eficaz en la relación entre emisores y receptores.

Por lo tanto, cuando hablamos en Pragmática de cortesía no nos referimos a las reglas sociales de comportamiento (limpiarse la boca con la servilleta en vez de hacerlo con la mano, dejar sentarse a una persona mayor en el autobús), sino que nos referimos a las elecciones que realizamos en el ámbito comunicativo.

El hablante quiere ser valorado positivamente (imagen positiva) y que no invadan su territorio (cortesía negativa). Además, también se preocupa de que su interlocutor se sienta apreciado y no sea tratado de forma negativa.

La cortesía supone un equilibrio en el empleo de los mecanismos comunicativos para conseguir lo que deseamos sin forzar en exceso al destinatario de nuestro mensaje. Hablar supone, pues, actuar sobre el interlocutor.

La utilidad de la cortesía comunicativa

Hablar es hacer y esto supone, a veces, entrar en el territorio del otro.

La cortesía sirve para combatir o anular las defensas que pueda tener nuestro interlocutor a entrar en su “territorio”. La descortesía intenta, por el contrario, levantar un muro para que no se invada o el territorio o atacar directamente al que se considera “enemigo”.

Cortesía ritual y cortesía estratégica

  • La cortesía ritual está fijada socialmente: los saludos, los agradecimientos, las felicitaciones, los cumplidos, etc.
  • La cortesía estratégica depende de la propia voluntad del hablante, que busca, la colaboración del interlocutor, su buena disposición a escucharle, a atenderle, a prepararle para posibles recriminaciones, etc.

El papel del emisor y del receptor en la teoría de la relevancia

Tanto el productor del enunciado como el receptor tienen un papel más activo que en la teoría de comunicación por descodificación.

En el caso del receptor, la misión del oyente es intentar:

  • Descubrir sus intenciones comunicativas e informativas.
  • Llegar a lo que el hablante ha querido comunicar.

Un hombre con cara de ladrillo pegaba puñetazos en cierta cosa
de color café que resultó ser un piano (E. Jardiel Poncela, Amar se escribe sin hache)

El lector no se limitará a descodificar, sino que intentará descubrir el significado irónico propuesto por el autor pero que no se ha trasmitido de forma explícita.

El entorno cognitivo compartido

Entornos cognitivos

Cuando dos personas se comunican, cada una intenta entender a la otra desde su entorno cognitivo y ambas crean un espacio común en el que existen ideas poseídas por ambos. Este espacio es el entorno cognitivo compartido.

Pero, como cada uno de nosotros posee un entorno cognitivo propio, la coincidencia entre ambos entornos cognitivos nunca es total, lo que da pie a los problemas en la co­municación. Estos fallos forman parte del sistema y, por ello, la comunicación es una cuestión de grado.

A: No haces nada nunca en casa ¡Eres un egoísta!
B: Sí, yo también te quiero

Lo que B quiere decir no es la suma del significado de las palabras que pronuncia. Entre lo que B ha dicho y lo que ha querido decir existe un diferencial de significado que el oyente tiene que recuperar. Para ello, es necesario que A active un tipo de razonamiento similar a este:

  • B ha dicho que me quiere.
  • Dado el desarrollo de la conversación, sé que esto no es lo que me quiere decir
  • Si B ha emitido un enunciado que no refleja lo que me quiere decir, puede ser porque me quiere comunicar algo más de lo que me ha dicho
  • Mi enunciado previo era un reproche También indica reciprocidad. La respuesta de B es un reproche bajo la forma de un halago