Nuestros intercambios comunicativos corrientes no consisten en una sucesión de observaciones desconectadas. La conversación comporta, normalmente, un esfuerzo por colaborar con nuestro interlocutor: los hablantes tienen por lo general algún propósito común, más o menos definido, y tratan de alcanzarlo.
El principio de cooperación es el principio general que guía a los interlocutores en la conversación, y que vale también para otros comportamientos. Grice lo formula así:
«Su aporte a la conversación debe ser, en cada etapa de esta, tal como lo exija la finalidad o la dirección del intercambio verbal aceptada por ambas partes”.
«Debemos» comportarnos así porque es lo que los demás esperan de nosotros, y nosotros de los demás. La expectativa es tan fuerte que, si el hablante parece no cumplir con el principio de cooperación, el oyente, en lugar de pensar que efectivamente el hablante no cumple, va a pensar que el hablante quiere decir otra cosa. Esa otra cosa será una implicatura, es decir, un significado adicional comunicado por el hablante e inferido por el oyente.