La competencia intercultural

Comunicación intercultural y competencia intercultural

La comunicación intercultural se encarga del análisis de las interacciones entre hablantes que representan culturas distintas y que están comunicándose en una lengua común al emisor y al receptor.

La comunicación intercultural atiende a aspectos relacionados con la Pragmática como el estudio del significado en el contexto a partir de las contribuciones del emisor y la interpretación que hace el interlocutor de esos significados. Se establece, de este modo, una «negociación» del significado en esta interacción. Para ello, hay que atender también al contexto lingüístico (también llamado cotexto), el contexto cultura (y las expectativas socioculturales que genera) y el contexto cognitivo (el conocimiento compartido entre los interlocutores).

Pueden darse cuatro dimensiones en la comunicación intercultural:

  • Interacciones entre hablantes nativos y no nativos de una lengua.
  • Comunicación en una lengua franca que no es nativa para ninguno de los hablantes que están interactuando.
  • Interacciones en contextos multilingües.
  • El uso y desarrollo del lenguaje de individuos que hablan más de una lengua

La competencia intercultural en el aprendizaje de LE/L2

En el aprendizaje de una LE o una L2, es imprescindible trabajar la competencia intercultural para evitar fallos de etiqueta o choques culturales.

La competencia intercultural podría definirse como la capacidad de comunicarse de modo efectivo en situaciones interculturales y relacionarse apropiadamente en una variedad de contextos culturales.

La competencia intercultural se fundamenta en dos habilidades: por una parte, la capacidad para garantizar una comprensión entre personas de diferentes conceptos sociales, y, por otra, la capacidad de interactuar con las personas como seres humanos complejos con múltiples problemas y atendiendo a su propia individualidad.

Los componentes de la competencia intercultural establecidos por Byram tendrían que incluir los componentes lingüístico, sociolingüístico, discursivo e intercultural, a los factores interdependientes («saberes») que intervienen en la competencia intercultural, que serían:

  1. Actitudes.
  2. Conocimiento.
  3. Destrezas de descubrimiento e interacción.
  4. Destrezas de interacción.
  5. Destrezas de interpretación.
  6. Destrezas de relación.

Para ser un hablante interculturalmente competente en una LE/L2, se ha de poseer una competencia comunicativa en ese idioma, así como habilidades, actitudes, valores y conocimientos particulares sobre una cultural.

Tener una buena competencia intercultural ayuda a los aprendices de una LE/L2 a no caer en los estereotipos que suelen ir asociados a diferentes identidades culturales. De este modo, los aprendices serán capaces de reconocer a sus interlocutores como individuos con unas habilidades que hay que descubrir y no como representantes de una identidad previamente establecida partiendo de unos tópicos.

Técnicas o enfoques para la enseñanza de la competencia intercultural

a) Enfoque en las destrezas sociales

Se centra en el empleo de técnicas de asimilación cultural. Se incide en la comunicación no verbal y en la necesidad de desarrollar destrezas sociales por medio de acercamientos interculturales.

Los partidarios de este enfoque piensan que, más que centrarse en el código lingüístico, es importante que el estudiante se integre en una cultura determinada como si fuese un miembro nativo de la misma.

b) Enfoque holístico

Se centra en crear una sensibilización hacia las diferencias que existen entre las culturas. Sin renunciar a nuestra identidad, hay que intentar superar el etnocentrismo. En este enfoque, el código lingüístico es un elemento más dentro de la cultura.

Se intentan desarrollar en el aprendiz aspectos afectivos y emocionales y, muy especialmente, la sensibilidad y empatía hacia las diferencias culturales.

Además, se procura que el aprendiz desarrolle ciertos aspectos afectivos y emocio­nales, entre los que destaca una actitud, una sensibilidad y una empatia especiales hacia las diferencias culturales.

Niveles para adquirir una competencia intercultural adecuada

  1. Nivel monocultural. El comportamiento del aprendiz muestra una forma de pensar adecuada a su cultura. Su actitud respecto a la cultura meta está estereotipada y cargada de clichés y tendencias etnocentristas. Esto provoca que hay situaciones que exigen realizar actividades de intersección cultural y de comprensión.
  2. Nivel intercultural. El aprendiz es capaz de explicar las diferencias culturales entre su cultura y la cultura meta porque es capaz de hacer uso de la información que ha adquirido en otros contextos y porque es capaz de pedir información en relación con las diferencias entre culturas. Lo deseable es que el aprendiz llegue a situarse entre las dos culturas y almacene un nivel adecuado de competencia intercultural.
  3. Nivel transcultural. El aprendiz es capaz de evaluar las diferenciaas entre culturas y puede solventar problemas interculturales aplicando principios de cooperación y comunicación adecuados a cada cultura. Debe desarrollar su propia identidad partiendo de la comprensión de esta intersección cultural. Más que centrarnos en enseñarles características específicas de una cultura, hay que centrarse en dotarles de recursos para que se familiaricen con su cultura y con otras culturas diferentes de manera que adquieran una nueva perspectiva. Es el nivel ideal al que todos los estudiantes de una lengua extranjera deberían llegar.

El transcultural es el nivel ideal al que todos los estudiantes de una lengua extranjera deberían llegar. Cuando el aprendiz llega a este nivel, puede adaptarse gradualmente a otra cultura sin perder los patrones culturales de su propia cultura y es capaz de trabajar con influiencias culturales mutuas

Cómo llevar la competencia intercultural al aula de lenguas extranjeras

Las propuestas de Lourdes Miquel y Neus Sans consiguieron que se pasase de enseñar solo y exclusivamente la denominada cul­tura con mayúsculas a enseñar la cultura inmersa en cualquier acto de habla.

También se ha conseguido que los componentes culturales e interculturales se traten en el aula de lenguas extranjeras de la misma manera que pueden tratarse otros componentes. Además, esta integración ha de realizarse de manera contextualizada y no como un material complementario.

Además de técnicas generales como la discusión sobre un tema, la resolución de un problemas, la lluvia de ideas o la comparación y el contraste, hay dos tipos de actividades diseñadas especialmente para la enseñanza de estos elementos.

  1. La técnica del asimilador cultural. Consiste en presentar a los aprendices una serle de historias y eventos acaecidos en el desarrollo de una comunicación intercultural. Durante esta comunicación se produjeron malentendidos y choques culturales y son los aprendices los que, a la vista de los hechos, deben reflexionar sobre las causas de dichos malentendidos. Esta técnica sirve para reflexionar sobre los valores que rigen en diferentes culturas que llevan, inexorablemente, a reflexionar sobre la cultura propia. Este proceso de autorreflexión es muy importante tanto para los docentes como para los aprendices. Una versión reducida y más controlada de esta técnica consiste en presentar al aprendiz el contexto en el que se ha producido un malentendido cultural y aportarles cuatro posibles razones para que se analicen las opciones y se descubra cuál es la verdadera.
  2. La cápsula cultural. Es una técnica desarrollada por Taylor y Sorenson que consiste en que el aprendiz prepare una pequeña exposición (los temas posibles han sido propuestos por el docente) sobre un determinado elemento cultural y que lo exponga al resto de la clase. Es una técnica que puede emplearse, con las adaptaciones correspondientes, a todos los niveles.

La evaluación del componente intercultural

Este componente presenta una dificultad de base: es necesario delimitar con precisión lo que consideramos cultura y lo que no. Además, es necesario huir de los componentes subjetivos.

Tienen que establecerse unos contenidos, unas habilidades y unas herramientas:

Contenidos

Es necesario delimitar una serie de contenidos que nos ayuden a la adquisición de la competencia intercultural. El MCER y el PCIC nos ofrecen una secuencia de elementos culturales para incorporar a nuestras clases secuenciadas que hacen referencia, por ejemplo:

  • La vida diaria: comida, horarios, fiestas, horarios, trabajo, actividades de ocio.
  • Condiciones de vida, relaciones personales y relaciones de poder y solidaridad: estructura social, relaciones entre sexos, estructuras y relaciones familiares, relaciones intergeneracionales, relaciones en el ámbito laboral, relaciones de raza y de comunidad, relaciones entre grupos políticos y religiosos.
  • Valores, creencias y actitudes: con factores como la clase social, los grupos profesionales, la riqueza, las culturas regionales, la seguridad, las instituciones, las minorías, la identidad nacional, las artes, la religión, el humor, puntualidad, regalos, modo de vestir, tabúes…
  • Comportamiento ritual:en ceremonias, en el nacimiento, matrimonio y muerte, en el comportamiento en ceremonias públicas y en celebraciones…).

Destrezas y habilidades

Algunas de las propuestas en el MCER son:

  • La capacidad de relacionar entre sí la cultura de origen y la cultura extran­jera.
  • La sensibilidad cultural y la capacidad de identificar y utilizar una variedad de estrategias para establecer contacto con personas de otras culturas.
  • La capacidad de cumplir el papel de intermediario cultural entre la cultura propia y la cultura extranjera, y de abordar con eficacia los malentendidos interculturales y las situaciones conflictivas.
  • La capacidad de superar relaciones estereotipadas.

Herramientas para la evaluación

Aunque en el MCER no hay un apartado expreso para la evaluación de la competencia intercultural, se indica que han de determinarse:

  • La experiencia y el conocimiento sociocultural previo que tiene el alumno y el que luego ha de adquirir (y evaluar).
  • Las experiencias y conocimientos de la vida social de su comunidad y de la comunidad de la cultura meta tiene que adquirir para cumplir los requisitos de comunicación intercultural en una LE.
  • Qué consciencia entre la relación existente entre la cultura materna y la cultura meta necesitará el aprendiz para desarrollar una apropiada competencia intercultural.

Es importante seguir una serie de recomendaciones útiles:

  • Incidir más en una evaluación continua que en la evaluación de criterios y momentos concretos.
  • Incidir en una evaluación formativa más que en una evaluación sumativa.
  • Incidir más en una evaluación global que en una evaluación analítica.
  • Incidir en la importancia de la autoevaluación.

Para estos fines, resulta adecuado utilizar diarios de aprendizaje que sirven, por un lado, como herramienta de autoevaluación para los aprendices y, por otro, como herramienta en la que el docente compruebe su avance en la adquisición de la competencia intercultural.

Es preciso tener en cuenta que buena parte de la adquisición del componente que estudiamos ocurre fuera del aula. En este diario, deben reflejarse los aspectos positivos, pero también los negativos, así como los miedos, ansiedades y choques culturales.

Puede ser útil también para la autoevaluación emplear tablas como la que aparece en Nuevo Avance 2:

Finalmente, y basándonos en un ejercicio sacado del volumen Nuevo Avan­ce 2 (2012, p. 113) proponemos una tabla orlentatlva sobre cómo podrían los estudiantes empezar a trabajar y autoevaluar su competencia cultural siguiendo la metodología que hay detrás de la herramienta de los diarios de aprendizaje. Así, una posible tabla podría ser la siguiente:

ABCDE
Lo que se suele hacer/decir en España¿Se hace en mi país?¿Cómo me siento al respecto?Busco un elemento/acción parecidos en mi culturaSimilitudes con dicho elemento de mi cultura origen
Enseñar la casa a alguien que nos visita por primera vez.    
Mirara los ojos a la persona con la que hablamos    
Llegar tarde a citas informales    
Etc.  

Para saber más

Alonso Belmonte, I., & Fernández Agüero, M. (2013). Enseñar la competencia intercultural. En L. Ruiz de Zarobe & Y. Ruiz de Zarobe (Eds.), Enseñar hoy una lengua extranjera (pp. 184–225). Portal Editions.

Cogo, A., & House, J. (2017). Intercultural pragmatics. The Routledge Handbook of Pragmatics.

Domínguez García, N., & González Plasencia, Y. (2015). Hacia una visión integradora de la pragmática intercultural en el aula de ELEEstudios Humanísticos. Filología37, 23–49.

Felix-Brasdefer, J. C. (2021). La comunicación intercultural. En M. V. Escandell Vidal, J. Amenós Pons, & A. Ahern (Eds.), Pragmática (pp. 742–755). Madrid: Akal.

Gil Bürmann, M. (2011). Consideraciones sobre la competencia intercultural en los profesores de idiomas. Recursos para la reflexión. Cuadernos Comillas1, 19–36.

González Plasencia, Y. (2019). Comunicación intercultural en la enseñanza de lenguas extranjeras. Bern, Switzerland: Peter Lang.

Jiménez-Ramírez, J. (2019). Cultura e interculturalidad (Culture and intercultural commucation). In J. Muñoz-Basols, E. Gironzetti, & M. Lacorte (Eds.), The Routledge Handbook of Spanish Language Teaching (pp. 243–257). Abingdon, Oxon: Routledge.

Trujillo Sáez, F. (2005). En torno a la interculturalidad. Reflexiones sobre la cultura y comunicación para la didáctica de la lenguaPorta Linguarum: Revista Internacional de Didáctica de Las Lenguas Extranjeras, (4), 23–40.

Novedades

Esta web está concebida como un elemento dinámico para aprender pragmática y, por ello, se van incorporando contenidos de manera progresiva. Iremos dejando aquí nota de las actualizaciones que vayamos realizando en la web.

Lamentablemente, siempre se escapan erratas. Si te das cuenta de alguna, te agradeceré muchísimo que me mandes un mensaje para poder subsanarla cuanto antes. ¡Gracias de antemano por tu colaboración!

1 de enero de 2024

  • Incorporación de obras en el apartado de bibliografía.

10 de marzo de 2022

  • Incorporación de nuevos apartados.
  • Corrección de erratas.

16 de febrero de 2021

  • Corrección de pequeñas erratas y ajustes de diseño.

Comunicación no verbal y enseñanza de LE/L2

En apartados anteriores, se ha visto de manera razonada la necesidad de incluir la comunicación no verbal en los sistemas de enseñanza y aprendizaje de las lenguas extranjeras.

Es necesario, en primer lugar, realizar inventarios de los signos no verbales, llevar a cabo estudios interculturales para seleccionar los elementos particulares de cada cultura. Una vez tenemos ese inventario y esa selección, podemos ir integrando al currículo y al aula los elementos no verbales de manera progresiva.

Un buen punto de partida es asociar los signos a sus usos principales: signos no verbales con usos sociales, signos no verbales empleados para estructurar el discurso y usos no verbales con usos comunicativos. A continuación, quedaría estudiarlos según su valor o el significado de su equivalente verbal.

Recopilación del material

Ana María Cestero, cuyos planteamientos estamos siguiendo de manera continua en la elaboración de estos apartados, aconseja seguir cuatro procedimientos de recopilación del material empleados de manera sucesiva.

  1. Introspección. El investigador debe ser la primera fuente para recopilar el material no verbal. De este modo, el primer inventario de signos no verbales con su correspondiente descripción se puede obtener partiendo de la observación persona.
  2. Observación directa. A continuación, el investigador observará de manera activa la manera en la que otros miembros de la comunidad emplean los signos recogidos en el repertorio obtenido por introspección.
  3. Realización de encuestas. Como ocurre en los sistemas verbales, los signos de los sistemas de comunicación no verbal varían según las características sociales y el origen geográfico de las personas que lo emplean, así como las situaciones en las que se utilizan. Para verificar estas variaciones y realizar una generalización, se hace necesario realizar encuestas para controlar variables como el sexo, la edad, el nivel de educación, la procedencia de la persona y el contexto de uso. La encuesta debe registrarse usando una metodología multimodal (un texto acompañado de una imagen, una fotografía, un vídeo…).
  4. Programas de televisión y vídeos de internet, prensa, literatura y medios de comunicación generales, redes sociales… La fase final abarca la revisión del uso de estos signos en los medios indicados. Podemos encontrar aquí gran variedad de usos diferentes que resultarán muy útiles para completar los datos recogidos previamente.
  5. Y,4 programas de televisión, prensa, literatura y medios de comunicación en general. La fase final  de la colección de material debe consistir en una revisión del uso de los signos que estamos estudiando en programas de televisión populares, ilustraciones o entrevistas periodísticas, entre paréntesis o notas del autor en obras de literatura, y así sucesivamente, ya que se trata de diferentes medios en los que podemos encontrar una gran variedad de usos y diferentes personas que serán de utilidad para llevar a cabo, una vez más, los datos recogidos previamente.

Análisis del material

El análisis del material se realiza de forma progresiva, tal y como hemos apuntado. Una vez recopilados los datos (o de manera simultánea), es preciso ir realizando una clasificación de los elementos estudiados, de sus usos más habituales, de las variaciones sociales, geográficas y situacionales…

Se aconseja realizar un análisis cuantitativos de los signos no verbales para verificar sus frecuencias, si su uso esta generalizado y poder seleccionar las variantes más representativas.

Presentación de resultados

El resultado se presenta en forma de inventario presentado de una manera clara y sistemática y con las relaciones pertinentes entre dichos elementos.

En los inventarios destinados a la enseñanza de una LE/L2, es conveniente que los signos paralingüísticos, kinésicos, proxémicos y cronémicos aparezcan juntos, dado que se aplicarán en función con las funciones comunicativas básicas y englobados en grupos de signos que tengan la misma función.

En España se han ido realizando ya estudios comparativos con otros países que aportan información muy interesante en lo que respecta a las diferencias en la comunicación verbal entre España y otras culturas. Es buena idea dedicar proyectos de TFG y TFM a este cometido.

En los trabajos de Ana Cestero pueden encontrarse las referencias a algunos de estos estudios.

Clasificación

El material existente y el que se genere a partir de las iniciativas que estamos comentando será la base para la inclusión sistemática de la comunicación no verbal en el currículo de las LE/L2.

Siempre es necesario ordenar los elementos en niveles, de acuerdo a su mayor a menor funcionalidad, su mayor o menor frecuencia y, por último la dificultad que su producción lleva aparejada.

  • Noveles A1 y A2. Hay que incluir los signos que se pueden utilizar con signos légicos en lugar de ciertas construcciones lingüísticas simples de usos frecuentes, así como los correspondientes a construcciones no verbales de algunas expresiones y conectores deícticos y aquellos sonidos fisiológicos o emocionales (risas, llanto, tos, carraspeo, etc.).
  • Niveles B1 y B2. El repertorio básico anterior se ampliará para trabajar con frases con marcadores frecuentes. También se pueden incluir cualidades y modificadores fónicos, más sonidos fisiológicos y emocionales.
  • Niveles C1 y C2. El repertorio se amplía con repertorio de expresiones globales, marcadores, cualidades, modificadores fonéticos, sonidos fisiológicos.

Integración en el aula

Tomando en consideración todo lo anterior, comprobamos que la incorporación de los signos no verbales al aula no sería problemática, puesto que puede ir acompañada de la información lingüística, pragmática y conversacional.

Por ejemplo, puede comprobarse lo fácil que resulta acompañar todos los elementos en las fórmulas de saludo: besos, apretones de manos, abrazos… También e la organización del discurso.

Los pasos para su integración podrían ser:

  1. Presentación explícita o implícita de los signos no verbales. Esta presentación ha de ser clara y precisa. Los aprendices tienen que haber aprendido su utilidad y han de ser capaces de reproducir estos signos.
  2. Llevar a cabo actividades encaminadas al aprendizaje de estos signos no verbales de manera individual o en pequeños grupos.
  3. Reforzar el aprendizaje de los signos no verbales en parejas y grupos pequeños.
  4. Adquisición de signos no verbales partiendo de actividades abiertas para que los aprendices practiquen lo aprendido en interacciones lo más naturales y espontáneas posible.

Es importante volver a subrayar que estas actividades pueden integrarse con contenidos léxicos y gramaticales, sobre todo en los pasos 3 y 4.

El docente puede producirlos, pero también puede emplearse material audiovisual, en el que los elementos quedan perfectamente contextualizados.

En cuanto a las actividades, el juego de roles, la conversación, los discursos no verbales, la invención de historias, la creación de ilustraciones pueden ser también muy útiles. También pueden aportar muchos aspectos interesantes la realización de juegos.

Comunicación no verbal e interacción cultural aplicada a la enseñanza de lenguas extranjeras

Como hemos ido viendo en apartados anteriores, la inclusión de la comunicación no verbal tiene gran rendimiento y productividad en la enseñanza de una LE/L2.

A todas las razones apuntadas, siguiendo lo apuntado en otro apartado, la comunicación no verbal tiene una importancia vital en el fondo básico condicionante de la comunicación (comunicación verbal — paralenguaje — kinésica). Los componentes no verbales son esenciales para desarrollar la fluidez comunicativa de los aprendices y, además, para desarrollar la fluidez cultural. De esta manera, es necesario conseguir de manera complementaria las competencias verbales y no verbales con las competencias culturales.

Aunque hay signos no verbales comunes a todas las culturas, muchos de ellos son específicos de una cultura y una comunidad, por lo que es necesario conocerlos para no caer en errores o interferencias comunicativas.

La incorporación del estudio de los signos no verbales no puede basarse en una enseñanza dispersa, desestructurada y ocasional, sino que ha de programarse de manera específica y pautada.

Sabemos, además, que la adquisición de los signos no verbales no se produce de la misma manera en el aprendizaje de una segunda lengua que en la adquisición de la lengua materna. Los aprendices, al no partir de cero, tienen a transferir los signos de su cultura y la adquisición de los elementos específicos se convierte en una tarea muy complicada.

Por lo tanto, es necesario prestar atención, también, a los sistemas no verbales en el aprendizaje de lenguas extranjeras.

Características de los signos no verbales

Cada sistema no verbal (sistema paralingüístico, sistema kinésico, sistema proxémico y sistema cronémico), aun teniendo su propia idiosincrasia, comparte cinco características con el resto de sistema. Se consideran, pues, unas características básicas de los signos no verbales en cuanto a su función y su uso.

  1. Los signos no verbales pueden comunicarse de forma activa o pasiva. Aunque se pueden emplear para una comunicación intencionada, es posible que comuniquen también de manera involuntaria. Por regla general, los signos culturales suelen comunicar de forma pasiva. También puede darse el caso de que los signos no verbales son empleados de forma no consciente por el emisor, pero sí son percibidos por el receptor. Determinados tics, cambios de postura, modos de respirar, movimiento y dirección de los ojos, movimiento de manos… no se realizan de manera voluntaria, pero aportan, precisamente por eso, una información muy valiosa para el receptor.
  2. Los signos no verbales se pueden utilizar en combinación con los signos verbales, de forma alternativa o de forma independiente. Y pueden utilizar un solo sistema o varios.
  3. La comunicación que se lleva a cabo a través de los signos no verbales es funcional: se utiliza para cuestiones muy sencillas de llevar a los currículos y planificaciones docentes de la enseñanza de lenguas extranjeras:
    • Realizar actos de comunicación relacionados con la interacción social: saludar, felicitar, agradecer, prometer.
    • Estructurar y controlar la comunicación: pedir permiso para hablar, tomar el turno en la conversación, finalizar el turno, relacionar partes y elementos del discurso.
    • Llevar a acabo prácticas habituales en la interacción humana: identificar, describir, preguntar, opinar, aconsejar y expresar experiencias, sensaciones, sentimientos o deseos.
  4. Al igual que los signos verbales, los signos no verbales pueden cambiar según la caracterización social de una persona o las situaciones en las que se utilizan.
  5. Los signos de los sistemas de comunicación no verbal son multifuncionales. Pueden desempeñar una o más funciones en cualquier momento de la interacción comunicativa. Pueden añadir información al contenido o significado de la comunicación lingüística, pero también corregirla o matizarla.
    • Especificar el contenido o el significado de una expresión verbal. La manera de decir Por supuesto puede expresar acuerdo o consentimiento, pero también desacuerdo.
    • Confirmar el contenido o el significado de una expresión verbal. Por ejemplo, un gesto de negación acompañado de un No me gusta.
    • Reforzar el contenido o el significado de una expresión verbal. Un tono fuerte y contundente acompañando a Esto está mal refuerza el significado de la expresión. O un abrazo acompañando a la expresión Cómo me alegro de volver a verte.
    • Suavizar el contenido de una expresión verbal. Podría haber sido mejor, acompañado con una sonrisa.
    • Contradecir el significado de una expresión verbal. Si decimos Lo has hecho muy bien con un tono de voy elevado y con una entonación determinada podemos comunicar lo contrario.
    • Enmascarar el verdadero significado verbal. Si pronunciamos lentamente y en voz baja la expresión No me importa si no vienes a mi fiesta de cumpleaños

Lo no verbal y el desarrollo de la competencia comunicativa de forma integral.

Fernando Poyatos establecía que la comunicación humana se estructuraba en torno a tres ejes básicos: comunicación verbal, comunicación paralingüística y comunicación kinésica.

Para aprender una lengua, lo adecuado es hacerlo desarrollando la competencia comunicativa completa, teniendo en cuenta de manera simultánea y correlacionada el sistema verbal y el sistema no verbal.

Como acabamos de ver, la comunicación verbal va acompañada de sistemas paralingüísticos y kinésicos necesarios para que la comunicación se lleve a cabo.

En no pocas ocasiones, los elementos no verbales aportan una significación determinante en la comunicación. También son decisivos a la hora de regular, organizar o estructurar las interacciones.

La adquisición de los sistemas de comunicación no verbal en los aprendices de una LE/L2 pueden resolver problemas de comunicación, puesto que, de esta manera, se superan las deficiencias verbales que pueden bloquear o interrumpir una interacción comunicativa.

Los componentes no verbales ayudan a los aprendices no solo a corregir sus deficiencias verbales, sino, sobre todo a la adquisición de una fluidez interactiva que opera en beneficio de la expresión oral con carácter general.

Ya por último, hemos de ser conscientes de que los sistemas de comunicación no verbal nos permiten también producir más de una expresión simultánea o varias conversaciones al mismo tiempo.

El sistema cronémico

El tiempo y la manera de concebirlo supone también un elemento importante en la comunicación. Ofrece, de manera pasiva, información cultural y, de manera activa, modifica o refuerza el significado de otros elementos comunicativos.

Puede definirse la cronémica como la manera de concebir el tiempo de un ser humano, así como la estructuración y el uso del mismo.

Como ocurría con la proxémica, se distinguen tres categorías dentro de la cronémica:

Cronémica conceptual

Se refiere a al comportamiento y las creencias de las diferentes culturas en relación al concepto de tiempo, cómo lo valoran, como lo utilizan como concepto concreto o abstracto, material o intangible.

Además, tiene que ver con las creencias sobre la distribución del tiempo en diferentes comunidades y qué influencia tienen en el comportamiento humano, como la manera de planificar el tiempo, cómo se distribuyen las tareas desde el punto de vista temporal…

Por último, conceptos como la puntualidad o impuntualidad, la tardanza, la concepción de un momento, mucho tiempo o una eternidad, o la actividad y la inactividad son todos ellos conceptos cronémico que están reflejados también en el sistema lingüístico y que muestran gran variación intercultural.

Cronémica social

El tiempo social, determinado directamente por el tiempo conceptual, está constituido por los signos culturales que muestran cómo se maneja el tiempo en las relaciones sociales.

Se ocupa de aspectos como la duración de encuentros sociales en las reuniones, en las entrevistas de trabajo o en las visitas, en cómo se estructuran actividades como desayunar, almorzar, merendar, cenar o tomar el te, o la elección de las horas adecuadas para ciertas actividades sociales.

Cronémica interactiva

El tiempo interactivo se refiere a la duración de los signos de otros sistemas comunicativos. Tiene un valor informativo o sirve para reforzar el significado de sus elementos porque especifica o cambia su significado. Cuando mayor o menor sea la longitud de sonidos, palabras, enunciados, gestos o pausas o la velocidad mayor o menor en la enunciación, unido todo ello a las connotaciones que tienen, derivan también en signos cronémicos.

 

El sistema proxémico

Tal y como hemos dicho en otro apartado, el sistema proxémico es un sistema secundario o cultural en la comunicación no verbal. Está compuesto por los hábitos de comportamiento en consonancia con la cultura y las creencias de una comunidad respecto al espacio en el que se mueven los seres humanos, su uso y su distribución.

Las distancias y el espacio personal

Las distancias tienen una importancia decisiva de cara a la comunicación. Si uno está muy cerca, no podemos ver su silueta de modo completo, pero sí sus rasgos faciales, sus emociones, la intimidad de su voz, incluso existe la posibilidad del tacto. Si la distancia aumenta, parece que su contemplación se hace más objetiva, la relación se enfría.

Los seres humanos hacemos un uso del espacio (nuestro espacio y el de otros) que influye de forma importante en procesos comunicativos. Tenemos un territorio que consideramos «nuestro» y cada cultura lo configura de una manera distinta. Puede decirse que vivimos en una burbuja cuyas dimensiones proceden de circunstancias culturales, sociales y personales.

  Es ya clásica la distinción de cuatro distancias que determinó Hall y que tiene en cuenta que hay culturas más «próximas» y otras más «lejanas»:

  • Distancia íntima. Fase cercana, hasta 15 cm. Fase lejana, 15-45 cm. Es el espacio que consideramos más privado, en el que solamente se permite la «entrada» a los que están muy cerca emocionalmente. En la fase cercana, hay un contacto directo entre diferentes partes del cuerpo y tiene lugar en el contacto amoroso, pero también en una pelea. En su fase lejano, ya no existe un contacto directo (aunque puede producirse también con la mano). En la distancia íntima, puede no haber comunicación verbal o esta puede manifestarse en susurros o en voz muy baja.
  • Distancia personal. Fase cercana, 45-75 cm. Fase lejana, 75-120 cm. En la fase cercana, se pierde el contacto directo y la vista adquiere un papel importante, puesto que se perciben los detalles expresivos de nuestro interlocutor. En la fase lejana, seguimos «al alcance de la mano». Mantenemos esta distancia con algunos compañeros de escuela o de trabajo y con las amistades.
  • Distancia social. Fase cercana, 1-2 m. Fase lejana, 2-3,5 m. Es una distancia que nos separa de las personas «extrañas», con las que no hemos mantenido contacto directo o a las que no conocemos bien. El contacto visual sigue siendo muy importante ya que no percibimos por sentidos como el tacto o el olfato.
  • Distancia pública. Fase cercana, 3,5-7,5 m. Fase lejana, desde 7,5 metros. Es la distancia más cómoda cuando nos dirigimos a un grupo de personas. Por ello, es la que existe en los actos públicos como mítines, ruedas de prensa, conciertos. En algunos casos, no tiene por qué existir una comunicación bidireccional.

Invasión y defensa

Esta necesidad de un espacio personal conduce a la defensa de nuestro espacio y a la reacción cuando alguien invade el espacio personal.

En la comunicación, entra en juego las tácticas y estrategias para jugar con esa defensa e invasión de espacios: una amenaza o un interrogatorio violento comenzarán con un acercamiento que rompa la burbuja en la que el interlocutor pudiera sentirse cómodo.

Cuando alguien se sienta demasiado cerca, o un coche se acerca demasiado, o alguien ocupa «nuestro asiento», o alguien entra con nosotros en un ascensor, tenemos esa sensación de invasión. Podemos reaccionar intentando apartarnos y empezaremos a emitir, a veces de manera involuntaria, señales de tensión. Dentro de esta ruptura de espacios, hay grados:

  • Violación del espacio. Implica un uso poco respetuoso con el espacio de los demás. Puede realizarse con la vista (mirando fijamente a alguien) o con el cuerpo (acaparar el brazo del asiento en el cine, abrir demasiado las piernas en el metro…).
  • Invasión. Se produce un intento de apoderarse del territorio ajeno. Ocurre, naturalmente, en acciones militares, pero también al cambiar la funcionalidad de una habitación en el hogar.
  • Contaminación. Tiene lugar cuando «profanamos» el territorio ajeno no solo con nuestra presencia, sino dejando algo nuestro en el espacio de otros.

Para defender el territorio, tenemos la estrategia de prevención y la de reacción.

  • Prevención. Marcamos el territorio o pedimos a otra persona que lo vigile. Poner una sombrilla en la playa, una toalla en una tumbona o un mantel en una mesa de merendero pueden ser casos «preventivos».
  • Reacción. Cuando alguien invade nuestro territorio, experimentamos una serie de sensaciones que, en algunas ocasiones, son involuntarias. Pueden producirse alteraciones somáticas como el aumento del ritmo cardíaco, aumento de la sudación o de la frecuencia de la respiración. Una reacción típica es el intento de restablecer la distancia «adecuada».

Tres categorías dentro de la proxémica:

Proxémica conceptual

Proxémica conceptual. Se refiere al estudio y al tratamiento didáctico de:

  • Los hábitos y creencias comportamentales y ambientales relacionados con el concepto de espacio de una determinada comunidad o cultura (si el espacio se considera concreto o abstracto, material o intangible…).
  • La distribución del espacio (disposición de las ciudades, pueblos, viviendas, muebles, partes, diferentes tipos de locales, etc.).
  • La influencia que tiene todo lo anterior en el comportamiento humano: el orden o el desorden, los espacios prohibidos o privados, el sistema de espera en una fila…
  • Los valores de conceptos como cerca o lejos, entrada y salida, aquí y ahí, ir y venir, etc., que tienen una gran variación cultural.

Proxémica social

Abarca los signos culturales referidos al uso del espacio en las relaciones sociales (por ejemplo, el uso del espacio exterior o interior), así como las acciones y reacciones de las personas ante las «invasiones» de su territorio.

Proxémica de la interacción

Referida al establecimiento de las distancias con las que las personas llevan a cabo diferentes interacciones comunicativas, como el caso de consolar, aconsejar, regañar, entrevistar, enseñar…

Existe una gran variación intercultural. La proxémica de la interacción es mucho más cercana en la cultura mediterránea, árabe y africana, que se consideras culturas de contacto porque favorecen el contacto del cuerpo como regulador de algunas interacciones, como la conversación.

La proxémica de la interacción también atañe a las funciones que desempeñan algunas señales no verbales que contribuyen a la construcción de signos que pertenecen a otros sistemas de comunicación o que alternan con estos signos. Por ejemplo, la panera de acercarse una persona para indicar la intención de acompañarla o para mostrar un acuerdo.

La proxémica de la interacción tiene un gran interés para la enseñanza de una lengua extranjera.

El sistema kinésico

Como ya hemos apuntado, el sistema paralingüístico y el sistema kinésico forman parte del sistema básico de la comunicación no verbal.

El sistema kinésico se compone de los movimientos y posturas corporales que comunican, especifican y matizan el significado de los signos comunicativos o actos de comunicación.

Algunos movimientos y posturas incluyen aspectos relevantes, como el comportamiento ocular de las miradas o el contacto corporal, que están situados a mitad de camino entre la kinésica y la proxémica.

Suelen considerarse tres categorías básicas dentro del sistema kinésico: gestos y movimientos faciales y corporales, forman convencionales de realizar acciones y movimientos o posturas comunicativas estáticas.

Gestos y movimientos

Gestos y movimientos. Los gestos son movimientos psicomusculares que poseen un valor comunicativo convencional, dado que se utilizan de acuerdo a unas convenciones socioculturales para producir un acto comunicativo. Aunque el cuerpo permite un elevadísimo número de posibilidades de movimiento, se suelen diferenciar dos tipos básicos:

  • Gestos y expresiones faciales. Realizados con los ojos, las cejas, el ceño, la frente, las mejillas, la nariz, los labios, la boca y la barbilla.
  • Gestos corporales. Realizados con la cabeza de manera global, los hombros, los brazos, las manos, los dedos, las caderas, las piernas y los pies.

El sistema kinésico de los gestos faciales y corporales es el que ha tenido mayor desarrollo en la enseñanza de una LE/L2, puesto que los repertorios de gestos y movimientos de las diferentes culturas es relativamente fácil de observar. Son muy productivos en la enseñanza de lenguas, puesto que, en muchas ocasiones, son definitorios de una cultura o tienen un valor muy diferente entre una cultura u otra.

Maneras o «modales»

Son las formas de hacer movimientos, adoptar posturas y, de manera general, llevar a cabo actos de comunicación no verbales. Se refieren, por un lado, a las formas en que normalmente producimos gestos y posturas y, por otro, a ciertos hábitos de comportamiento cultural.

Se distinguen dos tipos básicos de maneras:

  • Maneras gestuales y posturales les que han de ser identificadas junto al gesto o postura correspondiente, puesto que forman parte de su producción.
  • Formas de ejecutar hábitos de comportamiento cultural (la forma de sentarse, la forma de comer…).

Posturas

Son posiciones estáticas que adopta el cuerpo humano y que comunican de manera activa o pasiva. Como ocurre con las maneras o «modales», son signos verbales que forman parte de un gesto (el significado puede variar dependiendo de la postura adoptada por los componentes afectados) y, por otra lado, funcionan como señales comunicativas independientes (la postura sentada con las piernas cruzadas o la postura donde las piernas están ligeramente dobladas).

Actitudes en los gestos, posturas y otros movimientos corporales

A modo de ejemplo, insertamos el cuadro de Henley que figura en la obra de Knapp: