Para trabajar los culturemas de manera práctica, este año proponemos estos anuncios:
«El reparto» de Flex:
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«Yo bebo leche», de Central Lechera Asturiana:
«Gamers de bar», de Campofrío
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La comunicación intercultural se encarga del análisis de las interacciones entre hablantes que representan culturas distintas y que están comunicándose en una lengua común al emisor y al receptor.
La comunicación intercultural atiende a aspectos relacionados con la Pragmática como el estudio del significado en el contexto a partir de las contribuciones del emisor y la interpretación que hace el interlocutor de esos significados. Se establece, de este modo, una «negociación» del significado en esta interacción. Para ello, hay que atender también al contexto lingüístico (también llamado cotexto), el contexto cultura (y las expectativas socioculturales que genera) y el contexto cognitivo (el conocimiento compartido entre los interlocutores).
Pueden darse cuatro dimensiones en la comunicación intercultural:
En el aprendizaje de una LE o una L2, es imprescindible trabajar la competencia intercultural para evitar fallos de etiqueta o choques culturales.
La competencia intercultural podría definirse como la capacidad de comunicarse de modo efectivo en situaciones interculturales y relacionarse apropiadamente en una variedad de contextos culturales.
La competencia intercultural se fundamenta en dos habilidades: por una parte, la capacidad para garantizar una comprensión entre personas de diferentes conceptos sociales, y, por otra, la capacidad de interactuar con las personas como seres humanos complejos con múltiples problemas y atendiendo a su propia individualidad.
Los componentes de la competencia intercultural establecidos por Byram tendrían que incluir los componentes lingüístico, sociolingüístico, discursivo e intercultural, a los factores interdependientes («saberes») que intervienen en la competencia intercultural, que serían:
Para ser un hablante interculturalmente competente en una LE/L2, se ha de poseer una competencia comunicativa en ese idioma, así como habilidades, actitudes, valores y conocimientos particulares sobre una cultural.
Tener una buena competencia intercultural ayuda a los aprendices de una LE/L2 a no caer en los estereotipos que suelen ir asociados a diferentes identidades culturales. De este modo, los aprendices serán capaces de reconocer a sus interlocutores como individuos con unas habilidades que hay que descubrir y no como representantes de una identidad previamente establecida partiendo de unos tópicos.
a) Enfoque en las destrezas sociales
Se centra en el empleo de técnicas de asimilación cultural. Se incide en la comunicación no verbal y en la necesidad de desarrollar destrezas sociales por medio de acercamientos interculturales.
Los partidarios de este enfoque piensan que, más que centrarse en el código lingüístico, es importante que el estudiante se integre en una cultura determinada como si fuese un miembro nativo de la misma.
b) Enfoque holístico
Se centra en crear una sensibilización hacia las diferencias que existen entre las culturas. Sin renunciar a nuestra identidad, hay que intentar superar el etnocentrismo. En este enfoque, el código lingüístico es un elemento más dentro de la cultura.
Se intentan desarrollar en el aprendiz aspectos afectivos y emocionales y, muy especialmente, la sensibilidad y empatía hacia las diferencias culturales.
Además, se procura que el aprendiz desarrolle ciertos aspectos afectivos y emocionales, entre los que destaca una actitud, una sensibilidad y una empatia especiales hacia las diferencias culturales.
El transcultural es el nivel ideal al que todos los estudiantes de una lengua extranjera deberían llegar. Cuando el aprendiz llega a este nivel, puede adaptarse gradualmente a otra cultura sin perder los patrones culturales de su propia cultura y es capaz de trabajar con influiencias culturales mutuas
Las propuestas de Lourdes Miquel y Neus Sans consiguieron que se pasase de enseñar solo y exclusivamente la denominada cultura con mayúsculas a enseñar la cultura inmersa en cualquier acto de habla.
También se ha conseguido que los componentes culturales e interculturales se traten en el aula de lenguas extranjeras de la misma manera que pueden tratarse otros componentes. Además, esta integración ha de realizarse de manera contextualizada y no como un material complementario.
Además de técnicas generales como la discusión sobre un tema, la resolución de un problemas, la lluvia de ideas o la comparación y el contraste, hay dos tipos de actividades diseñadas especialmente para la enseñanza de estos elementos.
Este componente presenta una dificultad de base: es necesario delimitar con precisión lo que consideramos cultura y lo que no. Además, es necesario huir de los componentes subjetivos.
Tienen que establecerse unos contenidos, unas habilidades y unas herramientas:
Es necesario delimitar una serie de contenidos que nos ayuden a la adquisición de la competencia intercultural. El MCER y el PCIC nos ofrecen una secuencia de elementos culturales para incorporar a nuestras clases secuenciadas que hacen referencia, por ejemplo:
Algunas de las propuestas en el MCER son:
Aunque en el MCER no hay un apartado expreso para la evaluación de la competencia intercultural, se indica que han de determinarse:
Es importante seguir una serie de recomendaciones útiles:
Para estos fines, resulta adecuado utilizar diarios de aprendizaje que sirven, por un lado, como herramienta de autoevaluación para los aprendices y, por otro, como herramienta en la que el docente compruebe su avance en la adquisición de la competencia intercultural.
Es preciso tener en cuenta que buena parte de la adquisición del componente que estudiamos ocurre fuera del aula. En este diario, deben reflejarse los aspectos positivos, pero también los negativos, así como los miedos, ansiedades y choques culturales.
Puede ser útil también para la autoevaluación emplear tablas como la que aparece en Nuevo Avance 2:
Finalmente, y basándonos en un ejercicio sacado del volumen Nuevo Avance 2 (2012, p. 113) proponemos una tabla orlentatlva sobre cómo podrían los estudiantes empezar a trabajar y autoevaluar su competencia cultural siguiendo la metodología que hay detrás de la herramienta de los diarios de aprendizaje. Así, una posible tabla podría ser la siguiente:
A | B | C | D | E |
Lo que se suele hacer/decir en España | ¿Se hace en mi país? | ¿Cómo me siento al respecto? | Busco un elemento/acción parecidos en mi cultura | Similitudes con dicho elemento de mi cultura origen |
Enseñar la casa a alguien que nos visita por primera vez. | ||||
Mirara los ojos a la persona con la que hablamos | ||||
Llegar tarde a citas informales | ||||
Etc. |
Alonso Belmonte, I., & Fernández Agüero, M. (2013). Enseñar la competencia intercultural. En L. Ruiz de Zarobe & Y. Ruiz de Zarobe (Eds.), Enseñar hoy una lengua extranjera (pp. 184–225). Portal Editions.
Cogo, A., & House, J. (2017). Intercultural pragmatics. The Routledge Handbook of Pragmatics.
Domínguez García, N., & González Plasencia, Y. (2015). Hacia una visión integradora de la pragmática intercultural en el aula de ELE. Estudios Humanísticos. Filología, 37, 23–49.
Felix-Brasdefer, J. C. (2021). La comunicación intercultural. En M. V. Escandell Vidal, J. Amenós Pons, & A. Ahern (Eds.), Pragmática (pp. 742–755). Madrid: Akal.
Gil Bürmann, M. (2011). Consideraciones sobre la competencia intercultural en los profesores de idiomas. Recursos para la reflexión. Cuadernos Comillas, 1, 19–36.
González Plasencia, Y. (2019). Comunicación intercultural en la enseñanza de lenguas extranjeras. Bern, Switzerland: Peter Lang.
Jiménez-Ramírez, J. (2019). Cultura e interculturalidad (Culture and intercultural commucation). In J. Muñoz-Basols, E. Gironzetti, & M. Lacorte (Eds.), The Routledge Handbook of Spanish Language Teaching (pp. 243–257). Abingdon, Oxon: Routledge.
Trujillo Sáez, F. (2005). En torno a la interculturalidad. Reflexiones sobre la cultura y comunicación para la didáctica de la lengua. Porta Linguarum: Revista Internacional de Didáctica de Las Lenguas Extranjeras, (4), 23–40.
Para trabajar los culturemas de manera práctica, os proponemos estos anuncios:
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Esta web está concebida como un elemento dinámico para aprender pragmática y, por ello, se van incorporando contenidos de manera progresiva. Iremos dejando aquí nota de las actualizaciones que vayamos realizando en la web.
Lamentablemente, siempre se escapan erratas. Si te das cuenta de alguna, te agradeceré muchísimo que me mandes un mensaje para poder subsanarla cuanto antes. ¡Gracias de antemano por tu colaboración!
En apartados anteriores, se ha visto de manera razonada la necesidad de incluir la comunicación no verbal en los sistemas de enseñanza y aprendizaje de las lenguas extranjeras.
Es necesario, en primer lugar, realizar inventarios de los signos no verbales, llevar a cabo estudios interculturales para seleccionar los elementos particulares de cada cultura. Una vez tenemos ese inventario y esa selección, podemos ir integrando al currículo y al aula los elementos no verbales de manera progresiva.
Un buen punto de partida es asociar los signos a sus usos principales: signos no verbales con usos sociales, signos no verbales empleados para estructurar el discurso y usos no verbales con usos comunicativos. A continuación, quedaría estudiarlos según su valor o el significado de su equivalente verbal.
Ana María Cestero, cuyos planteamientos estamos siguiendo de manera continua en la elaboración de estos apartados, aconseja seguir cuatro procedimientos de recopilación del material empleados de manera sucesiva.
El análisis del material se realiza de forma progresiva, tal y como hemos apuntado. Una vez recopilados los datos (o de manera simultánea), es preciso ir realizando una clasificación de los elementos estudiados, de sus usos más habituales, de las variaciones sociales, geográficas y situacionales…
Se aconseja realizar un análisis cuantitativos de los signos no verbales para verificar sus frecuencias, si su uso esta generalizado y poder seleccionar las variantes más representativas.
El resultado se presenta en forma de inventario presentado de una manera clara y sistemática y con las relaciones pertinentes entre dichos elementos.
En los inventarios destinados a la enseñanza de una LE/L2, es conveniente que los signos paralingüísticos, kinésicos, proxémicos y cronémicos aparezcan juntos, dado que se aplicarán en función con las funciones comunicativas básicas y englobados en grupos de signos que tengan la misma función.
En España se han ido realizando ya estudios comparativos con otros países que aportan información muy interesante en lo que respecta a las diferencias en la comunicación verbal entre España y otras culturas. Es buena idea dedicar proyectos de TFG y TFM a este cometido.
En los trabajos de Ana Cestero pueden encontrarse las referencias a algunos de estos estudios.
El material existente y el que se genere a partir de las iniciativas que estamos comentando será la base para la inclusión sistemática de la comunicación no verbal en el currículo de las LE/L2.
Siempre es necesario ordenar los elementos en niveles, de acuerdo a su mayor a menor funcionalidad, su mayor o menor frecuencia y, por último la dificultad que su producción lleva aparejada.
Tomando en consideración todo lo anterior, comprobamos que la incorporación de los signos no verbales al aula no sería problemática, puesto que puede ir acompañada de la información lingüística, pragmática y conversacional.
Por ejemplo, puede comprobarse lo fácil que resulta acompañar todos los elementos en las fórmulas de saludo: besos, apretones de manos, abrazos… También e la organización del discurso.
Los pasos para su integración podrían ser:
Es importante volver a subrayar que estas actividades pueden integrarse con contenidos léxicos y gramaticales, sobre todo en los pasos 3 y 4.
El docente puede producirlos, pero también puede emplearse material audiovisual, en el que los elementos quedan perfectamente contextualizados.
En cuanto a las actividades, el juego de roles, la conversación, los discursos no verbales, la invención de historias, la creación de ilustraciones pueden ser también muy útiles. También pueden aportar muchos aspectos interesantes la realización de juegos.
Como hemos ido viendo en apartados anteriores, la inclusión de la comunicación no verbal tiene gran rendimiento y productividad en la enseñanza de una LE/L2.
A todas las razones apuntadas, siguiendo lo apuntado en otro apartado, la comunicación no verbal tiene una importancia vital en el fondo básico condicionante de la comunicación (comunicación verbal — paralenguaje — kinésica). Los componentes no verbales son esenciales para desarrollar la fluidez comunicativa de los aprendices y, además, para desarrollar la fluidez cultural. De esta manera, es necesario conseguir de manera complementaria las competencias verbales y no verbales con las competencias culturales.
Aunque hay signos no verbales comunes a todas las culturas, muchos de ellos son específicos de una cultura y una comunidad, por lo que es necesario conocerlos para no caer en errores o interferencias comunicativas.
La incorporación del estudio de los signos no verbales no puede basarse en una enseñanza dispersa, desestructurada y ocasional, sino que ha de programarse de manera específica y pautada.
Sabemos, además, que la adquisición de los signos no verbales no se produce de la misma manera en el aprendizaje de una segunda lengua que en la adquisición de la lengua materna. Los aprendices, al no partir de cero, tienen a transferir los signos de su cultura y la adquisición de los elementos específicos se convierte en una tarea muy complicada.
Por lo tanto, es necesario prestar atención, también, a los sistemas no verbales en el aprendizaje de lenguas extranjeras.
Cada sistema no verbal (sistema paralingüístico, sistema kinésico, sistema proxémico y sistema cronémico), aun teniendo su propia idiosincrasia, comparte cinco características con el resto de sistema. Se consideran, pues, unas características básicas de los signos no verbales en cuanto a su función y su uso.
Fernando Poyatos establecía que la comunicación humana se estructuraba en torno a tres ejes básicos: comunicación verbal, comunicación paralingüística y comunicación kinésica.
Para aprender una lengua, lo adecuado es hacerlo desarrollando la competencia comunicativa completa, teniendo en cuenta de manera simultánea y correlacionada el sistema verbal y el sistema no verbal.
Como acabamos de ver, la comunicación verbal va acompañada de sistemas paralingüísticos y kinésicos necesarios para que la comunicación se lleve a cabo.
En no pocas ocasiones, los elementos no verbales aportan una significación determinante en la comunicación. También son decisivos a la hora de regular, organizar o estructurar las interacciones.
La adquisición de los sistemas de comunicación no verbal en los aprendices de una LE/L2 pueden resolver problemas de comunicación, puesto que, de esta manera, se superan las deficiencias verbales que pueden bloquear o interrumpir una interacción comunicativa.
Los componentes no verbales ayudan a los aprendices no solo a corregir sus deficiencias verbales, sino, sobre todo a la adquisición de una fluidez interactiva que opera en beneficio de la expresión oral con carácter general.
Ya por último, hemos de ser conscientes de que los sistemas de comunicación no verbal nos permiten también producir más de una expresión simultánea o varias conversaciones al mismo tiempo.
El tiempo y la manera de concebirlo supone también un elemento importante en la comunicación. Ofrece, de manera pasiva, información cultural y, de manera activa, modifica o refuerza el significado de otros elementos comunicativos.
Puede definirse la cronémica como la manera de concebir el tiempo de un ser humano, así como la estructuración y el uso del mismo.
Como ocurría con la proxémica, se distinguen tres categorías dentro de la cronémica:
Se refiere a al comportamiento y las creencias de las diferentes culturas en relación al concepto de tiempo, cómo lo valoran, como lo utilizan como concepto concreto o abstracto, material o intangible.
Además, tiene que ver con las creencias sobre la distribución del tiempo en diferentes comunidades y qué influencia tienen en el comportamiento humano, como la manera de planificar el tiempo, cómo se distribuyen las tareas desde el punto de vista temporal…
Por último, conceptos como la puntualidad o impuntualidad, la tardanza, la concepción de un momento, mucho tiempo o una eternidad, o la actividad y la inactividad son todos ellos conceptos cronémico que están reflejados también en el sistema lingüístico y que muestran gran variación intercultural.
El tiempo social, determinado directamente por el tiempo conceptual, está constituido por los signos culturales que muestran cómo se maneja el tiempo en las relaciones sociales.
Se ocupa de aspectos como la duración de encuentros sociales en las reuniones, en las entrevistas de trabajo o en las visitas, en cómo se estructuran actividades como desayunar, almorzar, merendar, cenar o tomar el te, o la elección de las horas adecuadas para ciertas actividades sociales.
El tiempo interactivo se refiere a la duración de los signos de otros sistemas comunicativos. Tiene un valor informativo o sirve para reforzar el significado de sus elementos porque especifica o cambia su significado. Cuando mayor o menor sea la longitud de sonidos, palabras, enunciados, gestos o pausas o la velocidad mayor o menor en la enunciación, unido todo ello a las connotaciones que tienen, derivan también en signos cronémicos.
Tal y como hemos dicho en otro apartado, el sistema proxémico es un sistema secundario o cultural en la comunicación no verbal. Está compuesto por los hábitos de comportamiento en consonancia con la cultura y las creencias de una comunidad respecto al espacio en el que se mueven los seres humanos, su uso y su distribución.
Las distancias tienen una importancia decisiva de cara a la comunicación. Si uno está muy cerca, no podemos ver su silueta de modo completo, pero sí sus rasgos faciales, sus emociones, la intimidad de su voz, incluso existe la posibilidad del tacto. Si la distancia aumenta, parece que su contemplación se hace más objetiva, la relación se enfría.
Los seres humanos hacemos un uso del espacio (nuestro espacio y el de otros) que influye de forma importante en procesos comunicativos. Tenemos un territorio que consideramos «nuestro» y cada cultura lo configura de una manera distinta. Puede decirse que vivimos en una burbuja cuyas dimensiones proceden de circunstancias culturales, sociales y personales.
Es ya clásica la distinción de cuatro distancias que determinó Hall y que tiene en cuenta que hay culturas más «próximas» y otras más «lejanas»:
Esta necesidad de un espacio personal conduce a la defensa de nuestro espacio y a la reacción cuando alguien invade el espacio personal.
En la comunicación, entra en juego las tácticas y estrategias para jugar con esa defensa e invasión de espacios: una amenaza o un interrogatorio violento comenzarán con un acercamiento que rompa la burbuja en la que el interlocutor pudiera sentirse cómodo.
Cuando alguien se sienta demasiado cerca, o un coche se acerca demasiado, o alguien ocupa «nuestro asiento», o alguien entra con nosotros en un ascensor, tenemos esa sensación de invasión. Podemos reaccionar intentando apartarnos y empezaremos a emitir, a veces de manera involuntaria, señales de tensión. Dentro de esta ruptura de espacios, hay grados:
Para defender el territorio, tenemos la estrategia de prevención y la de reacción.
Proxémica conceptual. Se refiere al estudio y al tratamiento didáctico de:
Abarca los signos culturales referidos al uso del espacio en las relaciones sociales (por ejemplo, el uso del espacio exterior o interior), así como las acciones y reacciones de las personas ante las «invasiones» de su territorio.
Referida al establecimiento de las distancias con las que las personas llevan a cabo diferentes interacciones comunicativas, como el caso de consolar, aconsejar, regañar, entrevistar, enseñar…
Existe una gran variación intercultural. La proxémica de la interacción es mucho más cercana en la cultura mediterránea, árabe y africana, que se consideras culturas de contacto porque favorecen el contacto del cuerpo como regulador de algunas interacciones, como la conversación.
La proxémica de la interacción también atañe a las funciones que desempeñan algunas señales no verbales que contribuyen a la construcción de signos que pertenecen a otros sistemas de comunicación o que alternan con estos signos. Por ejemplo, la panera de acercarse una persona para indicar la intención de acompañarla o para mostrar un acuerdo.
La proxémica de la interacción tiene un gran interés para la enseñanza de una lengua extranjera.
Como ya hemos apuntado, el sistema paralingüístico y el sistema kinésico forman parte del sistema básico de la comunicación no verbal.
El sistema kinésico se compone de los movimientos y posturas corporales que comunican, especifican y matizan el significado de los signos comunicativos o actos de comunicación.
Algunos movimientos y posturas incluyen aspectos relevantes, como el comportamiento ocular de las miradas o el contacto corporal, que están situados a mitad de camino entre la kinésica y la proxémica.
Suelen considerarse tres categorías básicas dentro del sistema kinésico: gestos y movimientos faciales y corporales, forman convencionales de realizar acciones y movimientos o posturas comunicativas estáticas.
Gestos y movimientos. Los gestos son movimientos psicomusculares que poseen un valor comunicativo convencional, dado que se utilizan de acuerdo a unas convenciones socioculturales para producir un acto comunicativo. Aunque el cuerpo permite un elevadísimo número de posibilidades de movimiento, se suelen diferenciar dos tipos básicos:
El sistema kinésico de los gestos faciales y corporales es el que ha tenido mayor desarrollo en la enseñanza de una LE/L2, puesto que los repertorios de gestos y movimientos de las diferentes culturas es relativamente fácil de observar. Son muy productivos en la enseñanza de lenguas, puesto que, en muchas ocasiones, son definitorios de una cultura o tienen un valor muy diferente entre una cultura u otra.
Son las formas de hacer movimientos, adoptar posturas y, de manera general, llevar a cabo actos de comunicación no verbales. Se refieren, por un lado, a las formas en que normalmente producimos gestos y posturas y, por otro, a ciertos hábitos de comportamiento cultural.
Se distinguen dos tipos básicos de maneras:
Son posiciones estáticas que adopta el cuerpo humano y que comunican de manera activa o pasiva. Como ocurre con las maneras o «modales», son signos verbales que forman parte de un gesto (el significado puede variar dependiendo de la postura adoptada por los componentes afectados) y, por otra lado, funcionan como señales comunicativas independientes (la postura sentada con las piernas cruzadas o la postura donde las piernas están ligeramente dobladas).
A modo de ejemplo, insertamos el cuadro de Henley que figura en la obra de Knapp: