Como veíamos en su momento, los actos de habla indirectos permiten hacer nuestras intervenciones comunicativas más corteses. Aunque corre el peligro de que la fuerza ilocutiva sea ignorada por los oyentes, permite a los hablantes darles opciones sin ser impositivos.
¿Hace un poco de calor aquí, no?
Del mismo modo, las fórmulas corteses pueden incumplir alguna máxima del principio de cooperación.
En esta las frases siguientes, estamos realizando una solicitud de ayuda, órdenes, ironías, etc., pero incumplimos alguna máxima del principio de cooperación para ser más corteses.
Mira que no encuentro por ninguna parte el teléfono del dentista que me dio tu hermana…
Qué libro más bonito. ¡Lástima que no tenga ahora 30 euros para comprarlo!
¿Por qué nadie tira la basura en esta casa?
Parece que alguien lo pasó fenomenal anoche…
Por otro lado, diciendo las cosas de manera directa y abierta mediante los actos de habla directos damos menos opciones a nuestros interlocutores para no hacer lo que pedimos.
Pide a tu hermana el teléfono de su dentista.
La bombilla de la habitación está fundida. Cámbiala.
Se les da pocas opciones a nuestros interlocutores, pero si no hacen lo que les decimos puede parecer poco cooperativo. También hay que tener en cuenta a quién le pedimos las cosas de esa manera y el riesgo al que nos enfrentamos.
Pásame el agua.
Cásate conmigo.
En este tipo de enunciados, el hablante ya ha realizado un cálculo de probabilidades pensando que el riesgo a una negativa es pequeño.
La franqueza, que en ocasiones puede ser mala, también indica un deseo de ser visto como alguien cercano.
Sin embargo, hay que realizar un cálculo adecuado de las estrategias para optar por las expresiones directas o utilizar la cortesía negativa o positiva.