El sistema paralingüístico

Como estableció hace tiempo Fernando Poyatos en sus obras fundacionales sobre la comunicación no verbal, el sistema paralingüistico está formado por cualidades y modificadores fónicos, indicadores acústicos de reacciones fisiológicas y emocionales, elementos cuasi-léxicos, y pausas y silencios. Todos elementos, con el significado que aportan o con los componentes que se infieren de los mismos, sirven para comunicar o para especificar o matizar signos que pueden pertenecer a otro tipo de actos comunicativos.

  • Cualidades físicas del sonido. Son el tono, la cantidad o la sonoridad. Se ejecutan mediante los modificadores fónicos.
  • Modificadores fónicos. Son los tipos de voz que proporcionan las expresiones lingüísticas y paralingüísticas que suelen aportar la información con la que el hablante aporta o matiza el contenido de un acto comunicativo. Dependiendo del tono, el volumen y la longitud de algunos sonidos, determinado enunciado, modificado de una manera u otra, puede transmitir alegría, desprecio, felicidad, angustia expresado a través de un grito, un susurro, etc.
  • Reacciones físicas y emocionales. Son señales acústicas que pueden emitirse intencionada o inconscientemente. El llanto, la risa, la tos, el suspiro, el bostezo, el jadeo, el estornudo, el hipo, etc. producen sonidos con componentes comunicativos que se infieren y que varían entre diferentes culturas. Un elemento como la risa puede tener diferentes manifestaciones: alegría miedo, nerviosismo. Algunas de estas reacciones sirven también para marcar acciones conversacionales (marcar el principio o el final de una conversación, participar o interrumpir una interacción comunicativa…). Como acabamos de indicar, tiene una interpretación diferente según la cultura en la que estemos.
  • Elementos cuasi léxicos. Son «vocalizaciones» con poco contenido léxico, pero con un importante valor funcional. Forman parte de este grupo las interjecciones, las onomatopeyas, emisiones acústicas del tipo chistar, sisear, etc., así como otros sonidos que no tienen ni denominaciones precisas ni ortografía consolidada, pero se utilizan habitualmente con valores comunicativos similares al de señales lingüísticas o kinésicas (uff, hummm, puafff). Tienen gran valor productivo desde el punto de vista comunicativo, pero no existen inventarios detallado que faciliten su incorporación a la enseñanza. Pese a ello, su inclusión en la enseñanza es muy necesaria, puesto que muestran una gran variación intercultural.
  • Pausas. Tienen un gran valor comunicativo. Además de provenir, en algunas ocasiones, de necesidades fisiológicas, las pausas se utilizan para la alternancia de turnos de conversación, para presentaciones comunicativas en enunciados interrogativos, las narraciones, solicitudes de apoyo…
  • Silencios. En cuanto al silencio: puede tener valor de confirmación respecto a expresiones anteriores; puede estar causado por fallos en los mecanismos interactivos (cambios de emisor, correcciones a una pregunta, una respuesta, rupturas en reflexiones, dudas o vacilaciones). Sirve, además, para presentar preguntas o narraciones, para enfatizar el contenido de elementos expresados con anterioridad o que se van a emitir con posterioridad. Las funciones de los silencios varían mucho de una cultura a otra. El español, por ejemplo, es una lengua con pocas pausas o silencios en los turnos de conversación, lo que motiva que sea difícil para un aprendiz comenzar a hablar o intervenir en una conversación.

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