La escritura es una parte esencial en el trabajo académico. Proporciona una organización espacial de las palabras a través de muchos canales: los libros y artículos en papel, pero también los medios digitales en presentaciones, sitios web, blogs y redes sociales.
El grado de complejidad varía mucho de un escrito a otro: desde la textualización relativamente simple en las redes sociales hasta planificaciones mucho más complejas como las de las cartas y correos electrónicos, los informes, la elaboración de exámenes, que tienen su cumbre en los trabajos académicos.
Es importante dominar la escritura porque, hasta el momento, es el medio más eficaz que tenemos los seres humanos para difundir la información y el conocimiento.
Es necesario dominar de manera adecuada las estrategias discursivas: hay textos en los que tenemos que explicar, otros en los que tenemos divulgar conocimientos a personas no especialistas, otros en los que tenemos que difundir un conocimiento especializado, otros en los que tenemos que convencer a alguien para que haga algo… Todas estas estrategias requieren un buen dominio de las técnicas lingüísticas y comunicativas.
Más que buscar reglas y más reglas, el propósito ha de ser buscar la adquisición de pautas y técnicas para lograr una escritura y redacción fluidas que hagan más fácil esta dimensión tan importante del trabajo académico.
En nuestra labor como docentes e investigadores, la manera que tenemos de escribir refleja una imagen que es importante cuidar y valorar.