Con imagen de Joseph Kiesecker
¿Eres de los que escucha determinadas canciones una y otra vez? Y no solo eso. ¿Eres de los que, cuanto más escucha una canción, más te gusta? Un estudio en la revista Psychological Science nos nos explica que se debe a que somos predecibles: cuando conocemos cómo funcionan estas melodías, cómo se desarrollan y cómo acaban, tenemos una sensación de placer. Añado yo que eso se produce muy frecuentemente en las canciones pegadizas precisamente por eso, porque son sencillas y podemos anticipar su manera de estar engarzadas.
En suma, escuchar música nos produce placer y, escuchar muchas veces las canciones que nos gustan, más todavía. Y de eso se deduce también que nos gusten también las canciones de determinado estilo musical, dado que se parecen a las que conocemos ya de manera que la información nueva se asimila en función de la que ya disponemos en el cerebro. O sea, que podemos seguir incorporando canciones nuevas a ese bucle de modelos de referencia.
Eso es bueno, lógico y normal, agradable y satisfactorio.
Y ni que decir tiene que he leído el artículo, he buscado la imagen y he escrito la entrada con dos canciones que, últimamente, rondan permanentemente mi cabeza. Soy previsible. Somos previsibles.
Kathios, N., Sachs, M. E., Zhang, E., Ou, Y., & Loui, P. (2023). Generating New Musical Preferences From Multilevel Mapping of Predictions to Reward. Psychological Science, 09567976231214185. https://doi.org/10.1177/09567976231214185