101

Hoy, 8 de octubre, cumplirías 101. Más de un siglo que se quedó en mucho menos, nunca el tiempo suficiente, nunca con la perdurabilidad de la memoria intacta. Las fotografías me devuelven tiempos de tu vida cuando yo no estaba, que imagino, que me contaste y que nos contaron. Fotografías con todos nosotros, no sé si alguna solamente con nosotros dos, pese a todos los tiempos que pasamos juntos. Me acuerdo mucho de tu mirada melancólica, de los momento en los que estabas en otra parte, pero también de esa risa exuberante con la que te dejabas llevar a veces. El tiempo pasa y se inventa, se reconstruye y se hace presente.

Cuando paso, de vez en cuando,  por nuestra antigua casa, desde la calle miro esa ventana en la que te refugiabas para esperar. A partir de un momento de tu vida, esperaste horas y horas a alguien que ya no llegaría. Una lucha injusta e impropia que nadie se merece, que nos nos merecemos, pero que nos sucedió para golpearnos fuertemente. Pese a todo, tu vida siguió con una nota sobresaliente, sacrificada hacia todo lo que no eras tú. En tu generosidad, nos llenabas de ti con plenitud y nosotros lo notábamos en cada detalle.

Recordarlo ahora me pone triste y contento a partes iguales, porque la vida, tras muchos años sin ti, supone el notar esa falta que nos hace huérfanos perpetuos, pero también nos evoca esos recuerdos, esos retazos maravillosos de vida que nos regalaste.

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