Nulla dies sine linea. Nulla dies sine linea.Nulla dies sine linea. Nulla dies sine linea.
Y pasan cincuenta y siete. Cincuenta y siete días sin contar cosas que pasan, cosas que me pasan, cosas que nos pasan. Cincuenta y siete días que no han sido vividos más intensamente por no contarlos y que no han sido más nítidos por quedar en el recuerdo. Cincuenta y siete días sin registros conocidos y que permanecen ahora como una nube en el ojo de esa viga en la mirada ajena. Algo queda, aunque verba volant.
Cincuenta y siete días sin prosificaciones, sin diálogos y sin blogólogos. Sin las presencias con las que disfruto enredando esos cordeles, tan simples en su esencia, tan enredados cuando los introduces inocentemente en un bolsillo. Cincuenta y siete días con ese ovillo de lana que no se cae y que no se estira y que no permite que se cumpla la segunda ley de la termodinámica.
Cincuenta y siete días que son vibraciones, sensaciones, conversaciones, anhelos. Hilos que se enhebran y se complementan. Una manera de vivir hacia dentro que necesita ser explicada, compartida, repartida, entendida. Aunque sea en un grito de socorro en forma palabra, que es lo que tengo ahora entre las manos, antes de que se me resbale.
Con imagen de XoMEoX.