ELLA. Jo, qué vergüenza, me podías haber dicho que tenía puesta la mascarilla del revés.
ÉL. Es que me daba cosa… Te he señalado la mascarilla un par de veces, pero no te has dado cuenta.
ELLA. Claro, lo único que me ha servido es para restregármela por toda la cara. Y, cuando me la he puesto bien, me he dado cuenta de que la apariencia era lamentable, con todo el maquillaje. Iba echa un cuadro. Que no hacía falta proclamarlo a los cuatro vientos, pero me lo dices al oído o yo qué sé.
ÉL. Pues mira, para la próxima ya lo sé. Pero el otro día me acerqué para decirte una cosa al oído cuando estábamos con estos y me dijiste que quedaba fatal, que vaya falta de educación.
ELLA. Tú hazme caso, que no quiero ir dando la nota por ahí. Que, además, no sé si entre la mascarilla, la ropa que llevaba puesta y las cosas que decía después de la tercera cerveza tostada daba una impresión de lo más chabacana.
ÉL. Sí, chabacana. Esa es la impresión que sueles dar, sí.
ELLA. No empecemos, que estas conversaciones empiezan con tus gracietas y acaban como el rosario de la aurora.
ÉL. ¿Como el rosario de la aurora?
ELLA. Sí, como el rosario de la aurora. Y otra cosa, que sepas que me sentó fatal que no quieras ver la nueva temporada de Sexo en Nueva York conmigo.
ÉL. Es que no he visto tampoco la primera. Y no me atrae mucho, ya me conoces.
ELLA. Sí, ya sé que a ti te gusta que te pongan melodramático con asesinatos en pedacitos y comeduras de coco.
ÉL. Eso es, exactamente.
ELLE. Pues que sepas que And just like that está muy bien. No sabes lo identificada que me siento.
ÉL. ¿Con unas señoras que viven en Nueva York? Yo te hacía más paseando por el paseo de El Capricho.
ELLA. No majo. Estas chicas fueron mi referente cuando tenían treinta años, que también fueron los míos.
ÉL. Pero ahora rondarán los cincuenta…
ELLA. Ese es el problema al que se enfrentan ellas, al que me enfrento yo. Y cualquiera que tenga dos dedos de frente. O sea, que tú y tus intentos de ignorar el paso del tiempo estáis excluidos.
ÉL. Ya sabía yo que me iba a caer alguna flecha envenenada. Pero no le doy tantas vueltas, no.
ELLA. O sea que prefieres no fijarte en las canas, en los músculos de la cara, que se van cayendo para abajo sin remisión. Se nos va pasando el tren y tú prefieres no darte cuenta. Siento como que vivimos en un mundo que ya no es de hoy, que es del pasado, que ya no estamos al día.
ÉL. O sea, que somos humanos.
ELLA. Mira, eso se nota también en la serie, se ven más humanas, más aterrizadas. Por lo menos, siento que han crecido conmigo. Pero me veo, como ellas, envejecida. No lo puedo aguantar.
ÉL. Pero piensa en lo que sabes ahora y no sabías ahora. En la elegancia que da el paso del tiempo.
ELLA. Por favor, pero qué tonterías dices. No hay elegancia, en todo lo que te planteas hay un autoconsuelo tonto.
ÉL. Voy a tener que ver la serie, a ver si me da por tirarme por el puente. Está visto que no tengo esos referentes, como esa devoción por Friends.
ELLA. Tienes que verla.
ÉL. Si lo he intentado, pero no hay manera.
ELLA. Pero qué tolái eres. Si Friends te iba dando un repaso, en tiempo real, de las cosas que nos pasaban. Todo lo bueno y malo de esos momentos.
ÉL. Lo bueno y lo malo, tú lo has dicho.
ELLA. Sí, lo bueno y lo malo, pero no en el momento en el que la vida no nos dice nada porque ya no le pertenecemos.
ÉL. Buffff, ahí sí que me sobrepasa todo. Pero si es una vida que te has construido tú, peldaño a peldaño. Nadie te ha obligado.
ELLA. Sí, te obliga la vida misma a seguir viviendo. Pero ya sabes, de repente me da por romper puentes y liarme la manta a la cabeza. No puedo soportar mucho más esta vida.
ÉL. ¿Esta vida o la vida más allá de los cincuenta?
ELLA. Esto. El día a día que se repite y sentir que los días se me resbalan entre los dedos.
ÉL. Si eso lo dicen todas las comedias románticas, esas que me gustan.
ELLA. ¿Y si mandamos a freír monas las series y las películas y nos vamos a tomar unas cañas?
(Entrada que pertenece a la serie Diálogos. Con imagen de Will Fisher).