ÉL. ¿Sabes? Reconozco que he intentado pensar algunas veces cómo sería una vida sin ti. Pero no sé, me he rendido a la evidencia y reconozco que ni siquiera puedo llegar a imaginarlo. Todo esto desde el día en que había una puerta entreabierta y entraste sin avisar, como un torrente cuya ausencia se me haría insoportable.
ELLA. No sé, yo no le he dado tantas vueltas, pero sí pienso que aún vamos descubriendo cosas el uno del otro. Después de tanto tiempo juntos, es algo que valoro mucho. Todavía recuerdo mi sorpresa inicial: te imaginaba como una persona seria y callada, demasiado cerebral y me he ido encontrando con una persona que no se calla ni aunque le pongan debajo del agua, más ligero de lo que parece. Y con una predisposición peligrosa a los chistes malos, también es cierto.
ÉL. Ahora que estamos por contarnos estas pequeñas confidencias, te confieso que he descubierto un mundo a través de cosas muy simples, que ahora valoro mucho más. Me haces falta porque, a través de ti, veo el mundo lleno de colores. El amor que yo esperaba en la vida lo he encontrado solamente en ti. Por eso, te pido, por favor, que no te apartes de mí.
ELLA. Lo intentaré, cielo. Vamos a intentarlo.
(Este texto, que es una canción prosificada y modificada a voluntad de «No te apartes de mí», de Roberto Carlos, que escucho en una versión de Vicentico, es también un diálogo entre ÉL y ELLA… que no se podrá ver como tal porque WordPress no admite adjudicar dos etiquetas a la entrada. Con imagen de Giles Watson).