ELLA. Hacía mucho que no hablábamos.
ÉL. No es cierto, hablamos casi siempre.
ELLA. Siempre que te apetece hablar.
ÉL. Me apetece hablar… siempre que tienes tiempo.
ELLA. Es cierto, ¿en qué se han convertido nuestra vida? Dedicamos tiempo a todo lo que no es importante. Bueno, es importante, pero no transcendente. O no es importante, solamente es urgente.
ÉL. Para, para, que me pierdo… que hay mucho concepto, demasiado para mí. Estoy cansado de pensar.
ELLA. Sí, estoy espesita. Quiero escapar de tantas cosas que no sé para qué dirección correr. Me pliego hacia mí misma para que nadie me alcance.
ÉL. Es una manera de escapar, es cierto. Correr hacia adentro sin mirar hacia atrás. Ni hacia delante.
ELLA. Dime la verdad, ¿qué piensas de todo esto?
ÉL. ¿Qué pienso? Que te sienta bien la ropa que llevas hoy. La combinas de forma original.
ELLA. No seas tonto, sabes bien a lo que me refiero.
ÉL. Pues pienso que es lógico querer diluirse, desaparecer. No sé si del mundo, pero sí de las miradas de la gente. Y aparecer, de pronto, entre sonrisas. ¡Chas!
ELLA. ¿Pero qué dices?
ÉL. Que es bueno correr y saltar, respirar con manos incandescentes. Romper barreras.
ELLA. Pues hacía tiempo que no hablábamos, pero no sé si nos estamos entendiendo. Bueno sí.
ÉL. ¿A qué te refieres?
ELLA. A que nos entendemos perfectamente. ¿A que sí?
ÉL. Sí, te sienta muy bien la ropa que llevas hoy. Como siempre.
Imagen de Hernán Piñera.
(Entrada perteneciente a la serie Diálogos).