Un mono.
Dos camisetas.
Un jersey.
Una camisa.
Un calzoncillo.
Dos fundas de almohada.
Una correa.
Una toalla.
Una servilleta.
Dos pañuelos.
Un par de calcetines.
Una manta,
Una cazuela.
Un bote.
Según sus carceleros, estas eran las pertenencias de Miguel Hernández cuando murió en la cárcel de Alicante un 28 de marzo de 1942 a los 31 años. Murió con todo el sufrimiento y la injusticia. Menos mal que nos dejó tantos textos llenos de belleza como para pensar que, en este mundo perverso, hay personas que permanecen entre nosotros con brillos interminables.
Imagen de Vic.
Buenos días, Raúl Urbina:
En este mundo perverso no hay sitio para los poetas puros.
El listado, de las pertenencias de Miguel Hernández, muestra su verdad y honradez en la vida.
La fotografía transforma en lujosa la habitación en la que falleció.
Saludos