No hay manera

 

No hay manera. He intentado escribir cinco palabras para reflejar alguna cosa que no haya dicho, que se me haya quedado en el tintero pero tuviese un poso en el corazón. Y no hay manera. Cinco palabras escritas y borradas al instante. Una frase alambicada que no quería decir nada. Un intento de que los dedos obliguen a la cabeza para entreverar algo de provecho. Fracaso y alarma, miedo a un vacío lleno de cosas obvias. No hay manera de enganchar con la gramática los hilos de los secretos de la vida. Y mira que se pueden poner un par de subordinadas causales o consecutivas o condicionales. Una frase simplísima con sujeto y predicado. Pero no hay manera. Y luego está el dicho ese de no rompas el silencio si no es para mejorarlo o de lo que no se puede hablar es mejor callarse. Pero nada. No hay manera. Te quedaste en el tracto de neuronas después de la iluminación. Y no hay manera de explicar la luz desde esta tiniebla.

Y, además, todo esto –de alguna manera– ya lo había dicho.

 

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