Si me fuese posible, intentaría tener algo de tiempo libre para ser un diletante. Me agazaparía detrás de las cortinas para intentarlo saberlo todo de todo. Alternaría todo tipo de pantallas para acechar, siempre vigilante. Estaría pendiente de todos los indicios, síntomas y señales. Y dedicaría mi empeño al noble arte de la interpretación, para no quedarme solo en el significado literal. Porque soy consciente de que el mundo es, tras todas las apariencias, puede ser muy complejo. Y lo que se dice y lo que pasa ha de tener, necesariamente, sus matices. Nadie hace o dice nada por decir o por hacer.
Pero no. No. Ahora prefiero tener algo de tiempo libre para soñar. Me imagino ahora en un garito de Londres escuchando a un grupo nada conocido y que suene de maravilla. Me imagino en París, acercándome con devoción al museo Carnavalet para reencontrarme con algo de mi tiempo perdido. Me imagino en Roma, aproximándose con respeto, con reverencia, al retrato de Inocencio X en la Galería Doria Pamphili. Desde luego, daría un largo paseo por el Trastévere. Me imagino en Brujas, tomando una cerveza de forma pausada, apurando la espuma y paseándola por los labios. Y, sobre, todo, me imaginaría en Nueva York, acudiendo con ansia al encuentro de Central Park. Respirando el frío y un aliento compartido.
Todo es cuestión de tiempo. Y de sentido.
(Imagen de Laura Tou)