Hoy es uno de esos días en los que te gustaría dotar a las palabras que se escriben una singular belleza, pero no consigues más que borrar una frase, cambiar una palabra por otra, alterar el orden de un enunciado. Y el resultado es caótico y absurdo y demencial. Esto último en un sentido último y primero, como alto es caer desde la palestra de los sueños. Enfrentado con todo y contra todos. Vacío como un pozo sin agua y ecos que difunden, extienden y retumban. Te hubieras conformado con ladrar hacia la luna nueva y que la negrura del cielo te devolviera su latido: para notar esa paz similar a la de la muerte.
Tu deseo es multiplicarte y encontrarte en alguien para que te dé paz y armonía y te sacuda con la suerte de una sonrisa. Y el día solo te ofrece unos minutos envueltos en sonrisas. Del resto, casi lo has borrado todo. Las palabras ya no son tuyas porque no les has dotado de ternura. Y caes más a medida que avanza el día. Y te caes desde el sueño hacia la nada, desde la nada hacia la luna, desde la luna hacia esa paz, tan similar a la muerte, que se llama desesperación.
(La imagen es de mini malist)