Anoche soñé que me estaba ahogando en el río. En el sueño, no tenía nada más que mi propia piel y sentía que iba a la deriva, en esa extraño cóctel de aguas agitadas con viento fuerte y huracanado. Soñé que me escurría desde tus manos abiertas hasta el río y vi que tu rostro miraba hacia atrás para contemplar mi pasado y mi futuro. Luego, veo que tomas los trozos de tus sueños para componer la historia tal y como te gusta. Los cortas en pedazos, los extiendes por el suelo y, llena de esperanza, los organizas, los unes de nuevo. En el sueño, veía que nuestro amor es algo parecido a un coche patinando sobre el hielo.
Soñé que estaba mirando bailar a los jóvenes amantes y alargué la mano para tocar tu mano hasta que me di cuenta de que contemplaba la escena desde la distancia. Y, entonces, llegué al presente, ya despierto aunque mojado por el sueño en el que caía, luchando por flotar. Me di cuenta de que todo lo que quiero hacer es bailar. Estoy parado junto a ti esperando ese momento en el que tu cuerpo quiera bailar al ritmo de la música. De todos los seres humanos que habitan la tierra, ninguno se puede comparar a ti. Por eso, te pido que no huyas. Solamente te pido que me des un poco más. Te pido, solamente, que quieras bailar sobre la vida, esa danza frenética. Sin ella, nada tiene sentido.
(Canción prosificada, traducida y modificada a voluntad en una extraña combinación y mezcla de «The Lovers are Losing» de Keane y «All the Lovers», de Kylie Minogue, con imagen de Ed Schipul)