Mira bien lo que haces, no vayas a estrellarte entre el fuego y la pared. Piénsalo bien, no vayan a caber razones en tus dislates más perversos. Si quieres, puedo mostrarte que el mundo está fuera de todo menos de nosotros, de todo menos de fuerza de nuestra respiración. No te quedes esperando a que la almendra se convierta en el azúcar, ese alimento que toman las diosas cuando entra la madrugada. Y protégete con tu caparazón de ternura de todas las insinuaciones, de todas las preguntas. Cuidado con las sonrisas contenidas, que solo sirven para que los demás piensen que la alegría es la maldición de las muñecas crueles. Déjame salir al balcón para proclamar todas mis medianías y déjame entrar en el corazón, ese que tienes últimamente afilado con demasiadas aristas. El calor de la derrota puede motivar que los rumores circulen por los canales. Mientras, chilla frente a la nada para que el eco te devuelva las cenizas de la esperanza, para quedarnos limpios por fuerza, para limpiar con hielo todas las heridas. Abandona el bolero para pasarte al tango y deja el tango para pasarte hacia una canción pop que sea inocente y perversa. Mientras todas las personas piensen en lo que ha de hacerse, vamos a salir del miedo para cambiar, para ser víctimas de la locura. Y esperar a que llegue el sol. Cuando entre la madrugada.
Imagen de Sonny Abesamis.