Dices que vuelves y eso significa que te has ido. Ahora no importa el motivo. Te has dejado ir o has querido desaparecer o te fallaban las fuerzas o porque te apetecía. Ahora todo eso no importa. El verano siempre se acaba y siempre se vuelve de algún sitio. De la apatía o de la agonía o de la necesidad de echar la rutina por la borda y los muebles por la ventana.
La vuelta se concentra en una idea. No es una fecha concreta, sino una línea de la muerte que no llega hasta su límite. Y no sabes si la idea es un concepto o meras palabras puestas una tras otra. Con pocas ganas y de forma tardía.
Porque siempre se vuelve demasiado tarde.
La imagen pertenece a mi galería de Flickr.