ÉL. ¿Se te ha pasado?
ELLA. ¿Qué?
ÉL. Que si se te ha pasado…
ELLA. ¿Que si se me ha pasado el qué?
ÉL. Lo que te pasa.
ELLA. No me pasa nada.
ÉL. Eso lo dirás tú. Como que no nos conocemos…
ELLA. Me pasa lo de siempre.
ÉL. No sabía que te pasasen cosas «desde siempre».
ELLA. Igual no es desde siempre, no sé, pero sí son cosas constantes desde hace mucho.
ÉL. Si te vas a poner filosófica, paso, que tengo que hacer unos papeles…
ELLA. Pero qué idiota eres. no se puede ser más tonto.
ÉL. ¿Es lo del estómago? ¿Lo de toda la angustia del trabajo? ¿Lo de tu afición a las cervezas?
ELLA. Cualquiera que te oiga creería que soy una borracha. Si ya lo sabes, te lo he dicho muchas veces. Estoy mal.
ÉL. Pues yo te veo bien.
ELLA. Eso no significa que esté bien. Estoy mal por dentro y por fuera.
ÉL. Como te digo, yo te veo bien. Por fuera, es evidente.
ELLA. Sí, no me has visto tú ahora. Estoy pasando por una dejadez supina. Ya no tenemos veinte años.
ÉL. No los tendrás tú. Yo tengo veinte años y otros poquitos más. Yo te veo bien, ya te digo. Si quieres estar mejor, cambia las cervezas por el ejercicio.
ELLA. Ni hablar. Lo que de verdad me gusta en la vida es estar con una cerveza entre las manos con los amigos.
ÉL. Es decir, que a veces estás bien.
ELLA. A veces. Pero me siento agobiada, no puedo más.
ÉL. Estás agobiada porque has elegido hacer todo lo que haces. Y creo que lo haces porque te gusta. Si no, harías la mitad. Y la otra mitad de tu vida la dejarías para tomar esas cañas sin preocuparte de nada más.
ELLA. Pero me preocupan muchas cosas.
ÉL. Mira, princesa, a todos nos preocupan muchas cosas. Respira un poco y mírate en el espejo: estás bien, muy bien, mejor que casi todo el mundo. Mira en el espejo la profundidad de tus ojos y, detrás del cansancio y sus secuelas, verás una sonrisa. Esa, la que pones cuando te tomas unas cervezas.
(Entrada perteneciente a la serie Diálogos. La imagen pertenece a Maurice von Mosel)