Y sí, hay días en que la vida pesa demasiado, días en los que comienzas con ilusiones y te van arrastrando los sinsabores y las pesadillas. Y sí, hay días llenos de colores que finalizan con una niebla impenetrable, llena de misterio feo, frío. Y sí, hay días en los que no dudas en levantarte después de caerte varias veces, pero llega la hora de estar en el suelo una vez más y pensar en arrojar la toalla y tumbarte y dar la batalla por perdida. Y sí, hay días en los que los pensamientos se acumulan y se acaban las palabras, días en los que las lágrimas asoman en el quicio de la amargura. Días en los que anochece demasiado pronto para que el sol ilumine tantas porciones de amargura.
Y sí, hay días en los que te encuentras con uno de esos días. Y, cuanto vas a darte por vencido, gritas con todas tus fuerzas, te vuelves a levantar. Y sigues caminando entre las pesadillas, la niebla, las lágrimas y la amargura. Dando pasos cada vez más rápidos para que llegar a ese horizonte imposible. O, al menos, para que llegue otro día.
(La imagen pertenece a mi galería de Flickr)