Morir de amor y buscar la luz desde el interior, desde el exterior, desde un confín ignoto de nuestro desconocido universo. Decir las palabras precisas. O no decirlas, callarlas para siempre. O no decirlas, sugerirlas. Y que los implícitos arrojen esa botella sin mensaje hacia los confines del olvido. Recibir los pensamientos a bocanadas. Llorar por los recuerdos que no sucedieron, suspirar por los que fueron una imagen no correspondida. Saber lo que nadie sabe. Ignorar lo que todo el mundo conoce. Morir de amor hasta que el humo azul sea el único hogar habitable en la tierra que pisamos.
(La imagen es de Dan Barak)