Entras en un ascensor y no sabes ni quién eres. Te han mostrado la historia de tu vida en un papel doblado con agilidad y conocimiento. Has ido a buscar lo que más temías, después de toda una existencia de búsqueda taxativa de respuestas, y te has encontrado con todos los interrogantes. Ahora frunces el ceño y esperas otro futuro. La puerta del ascensor se cierra.
(Esta entrada abre una nueva serie, en la que hablaré de los finales de mis películas favoritas)