ELLA. ¿Bailamos? Quiero verte bailar.
ÉL. No.
ELLA. Hijo, qué soso.
ÉL. Soso no, inútil más bien.
ELLA. Bueno, un poco sí. Todavía recuerdo el día que te metiste en esa sala y no sabías ni dónde estabas. Creo que todavía no te has encontrado.
ÉL. Y todo el mundo muerto de risa. Toda mi voluntad quedó reducida a la vileza de mis pies.
ELLA. Pese a todo, podemos bailar. A veces es necesario girar sobre otros ejes para encontrarse, para encontrarte.
ÉL. No, paso. Demasiado autoestima rota, demasiado amor propio.
ELLA. O igual miedo a dejar de hacer todo a tu ritmo.
ÉL. Quizás.
(Entrada perteneciente a la serie Diálogos. Imagen de Luciana Ruivo)