Sufro constantemente un proceso de desadaptación. Soy un graciosete entre los serios y un serio entre los graciosos. Un deportista entre los eruditos y un estudioso entre los deportistas. Un adicto a la música dance entre los seguidores de la música clásica (y me pasa así, y a la inversa, con el pop, con el rock, con la música indie y muchas otras cosas). Un espectador de programas de entretenimiento entre los apocalípticos de la cultura y un crítico acérrimo de la mala televisión entre los que están siempre sentados ante el aparato. Un adicto a los malos en un mundo de buenos y un tipo regular entre tanto chico malo. Un superficial entre los profundos y demasiado profundo para los superficiales. Un lector entre los amigos de lo audiovisual y un obsesionado de las series de ficción entre los lectores. Un cruel entre los santos y un blando entre los crueles.
Pero, entre todas esos contrastes, el que más duele es el de razonar y analizar en exceso. Y, de repente, sin saber por qué, dejar que el corazón vuele sin control hacia ninguna parte, hacia todos los rincones del universo.
(La imagen es de Mauro Sartori)
Armas y flores son una buena y no tan contradictoria combinación 🙂
Magda: vivimos entre la realidad y el deseo. ¡Qué bien lo expresaba Cernuda!
No sabes lo identificada que me siento 😉
Proclamas la crítica, que verdaderamente es un arma y flor al mismo tiempo.
Aplaudo.