ÉL. Si tuvieses que elegir tu viaje ideal, ¿qué sitio elegirías?
ELLA. Osaka.
ÉL. ¿Y eso? ¿Antes que Tokio?
ELLA. Sí. ¿Y tú?
ÉL. Yo repetiría alguno de los sitios en los que he estado.
ELLA. No, pero si eliges uno nuevo, a dónde irías.
ÉL. ¿Un sitio nuevo? No sé… La India, o Tailandia, o las Maldivas.
ELLA. Buf, yo a Tailandia no iría ni de coña. No me atrae nada.
ÉL. A mí sí me gustaría.
ELLA. Yo prefiero Italia, Grecia, Croacia. O también Brujas, Amsterdam.
ÉL. Lo tienes fácil. Te pilla todo más o menos cerca.
ELLA. Ya.
ÉL. ¿Y un país árabe? ¿Egipto, Marruecos?
ELLA. No, no me gusta nada. Nada de nada. Pero nada.
ÉL. Pues son sitios fascinantes.
ELLA. Sí, sí, fascinantes y todo lo que tú quieras.
ÉL. ¿Prejuicios?
ELLA. Todos tenemos prejuicios. Menos tú, claro.
ÉL. Yo también tengo prejuicios, pero no sé… Marrakech es genial. Igual eres como esas personas que no son religiosas y se niegan a entrar en una iglesia.
ELLA. ¿Pero tú eres tonto o te lo haces?
ÉL. Perdona, pero lo he dicho sin ninguna intención.
ELLA. Ya me conozco eso de tus intenciones. Me parece que te vas a quedar sin vacaciones, no sé qué me da.
ÉL. Claro, lo sé. Y todo por tu culpa. Cómo eres.
(Entrada perteneciente a la serie Diálogos. Imagen de Nwardez.)