¿Y si existiese vida más allá? No hablo de los planetas ni de los confines de la muerte. Hablo de la vida más allá de las convenciones, más allá de los lamentos. ¿Y si la realidad, por unos segundos, no fuese ficción? No hablo de cosas extrañas. Hablo de todo lo que rodea a un mundo que pasa por muchos minutos de no ser nuestro. ¿Y si existiese el milagro de la escritura, de la descripción precisa, de la narración incontenida? No hablo de novelas ni de películas. Hablo de describir la realidad en un atril sin música, en un caballete sin lienzo, en un folio en blanco del que nada sale.
¿Y si el gris no fuese un color sino un estado de ánimo? No hablo de maletas ligadas a nuestras manos ni de un miedo intenso. ¿Y si la lluvia fuese una impostura procedente de los efectos especiales? No hablo del sirimiri, sino de esa lluvia que moja pronto y llega a los hombros en décimas de segundo. ¿Y si las fotografías fuesen los planos de un mundo en construcción? No hablo de planos de casas, sino de planos del deseo. ¿Y si los días de la semana se resumiesen siempre en los lunes, por ejemplo? No hablo de reducir los días, sino de prolongarlos en segmentos reproducibles una y otra vez.
¿Y si nuestros pactos no se cargasen de promesas y abundasen en intuiciones? No hablo de azar ni de vidas a la deriva. Hablo de guiarse por el pálpito. Hablo por hablar. Y solo tú puedes decirme por qué.
(La fotografía pertenece a mi galería de Flickr.)