Esta entrada, probablemente, la entiendan y la sientan como suya todos los que practican algún deporte y, sobre todo, los que practican uno de esos deportes solitarios y solitarios que son los deportes de fondo. Trata sobre el éxito y la superación. Y sobre ganar. Y sobre no perder. Y sobre sufrir. Y sobre poner el cuerpo y la mente al límite.
Esta mañana se ha disputado el IV Cross Alpino de la Sierra de la Demanda. A lo largo de mi vida como amante del atletismo de fondo, las he pasado canutas, tanto en los entrenamientos como, sobre todo en las competiciones, pero nunca como hoy. Corrí esta misma prueba el año pasado y, aunque es cierto el perfil era un bastante menos exigente y tenía menos kilómetros (nos tres menos), hice un tiempo razonable. Hoy acabarla me ha llevado algo así como una hora y veinte minutos más que le año anterior. He sufrido con cada una de las subidas (largas, interminables). Mis piernas se han bloqueado en cada bajada. Me he resbalado mil y una veces y, en más de una ocasión, he visto que casi me iba hacia el abismo. He metido los pies en el barro profundo, negro. Mi cabeza ha chocado de forma nada alegre contra la rama de un árbol. Lo pongo en primera persona, pero seguro que han sufrido cosas parecidas la mayor parte de los corredores. Porque esto del atletismo de fondo es solitario, sí, pero estás rodeado de gente. Personas que te dan conversación. Personas que te animan. Compañeros que te dan una palmadita en la espalda. Espectadores que mienten de forma piadosa para asegurarte que ha pasado lo más duro. Y tú intentas hacer lo mismo. Sufres como un perro pero intentas reservar también palabras de ánimo. Esbozas una sonrisa cuando podrías parecer derrotado. Y, sobre todo, sigues, sigues y sigues. Y te alegras de que todos sigan. Te alegras de que nadie se parece, de que nadie se lesione. Te juntas en grupitos temiendo los momentos en los que te encontrarás solo.
Hoy, como decía, ha sido una carrera dura. Los que no practican deportes como este podrán pensar que solo ganan los ganadores, porque lo contrario parecería una paradoja, un contrasentido. Pero no es cierto. Hoy han ganado todos aquellos que estaban dispuestos a dejarse el alma desde la línea de meta. Hoy han ganado todos los que han llegado a la meta (también, de alguna manera, los que lo han intentado pero se han tenido que retirar). Hoy ha ganado la compañera que, cuando dos corredores a su grupo con cara de sufrimiento, ha esbozado una sonrisa y ha dicho «Oye, ¿y si nos presentamos ya que vamos a estar un rato juntos? Yo me llamo Gema». Hoy ha ganado con todos los honores el primero, faltaría más, pero lo ha hecho con todos los galones el que ha llegado el último. Ha ganado todo aquel que ha traspasado la línea de meta y, aunque unos metros antes ha pensado que no volvía hacer una locura en su puta vida, ha esbozado una sonrisa. Después de unos minutos o unas horas, ha ganado el que está pensando en la siguiente.
Porque, para ganar, no se trata de ganar. Y no, no es un tópico. Los que competimos como aficionados tenemos solo las metas que nos marcamos. Tenemos las ilusiones que se van plasmando en cada calentamiento, en cada línea de salida que traspasamos. Unas veces lo hacemos bien y estamos contentos. Y otras veces, más que contentos, estamos orgullosos. Estamos orgullosos de no haber vencido la tentación de la desidia o el abandono. Cuando todo se ha puesto en nuestra contra, estamos orgullosos de seguir más allá de lo que podía nuestro cuerpo. Y, cuando estamos en la zona de meta, vemos a todo un conjunto de cuerpos extenuados, pero de mentes valientes. Va por mí, claro. Va por todos nosotros.
(Esta entrada pertenece a la serie Historias de correr)
Perdonad que os conteste tan tarde. Gracias por vuestros comentarios. En efecto, estas carreras evidencian que no somos un conjunto de pirados, sino gente que aprende a sufrir. Y, tanto desde la organización como por los participantes, con un fin que no es solo la meta, sino mejorar las condiciones de vida de otras personas. Así da gusto calzarse unas zapatillas.
Enhorabuena,has plasmado de manera inmejorable el espíritu de la gran mayoría de los participantes,o al menos el mio y mis conocidos.
Yo creo que con personas que hacen cosas de este tipo solo por superarse y disfrutar junto a gente que lucha también por lo mismo y viendo como se comportan unos con otros,el mundo no puede estar tan mal como lo pintan.Que busquen dirigentes entre los participantes y organizadores de estas cosas.
Un saludo y hasta la próxima locura
Hola Raúl!
No me sé expresar tan bien como tu, pero solo decirte que en esta entrada has transmitido todo lo que siento cada vez que me pongo las zapatillas y con mi perro salgo a correr por esos montes. Y luego la gente que no nos entiendo el porque de este esfuerzo enorme, porque esa satisfación cuando hemos tardado dos horas mas en llegar a la meta que el primero, destrozados y agotados pero contentos y pensando en la siguiente.
Te felicito por todo esto que has sabido transmitir en esta entrada y que me ha encantado y llenado de un poco de envidia, porque ayer solo pude animaros y aplaudiros por ese gran esfuerzo y reto!
Por cierto, lo mas importante de esta carrera, a parte del deporte, era el fin solidario de su organizador, que sumado a todo lo que has plasmado, hace que esta carrera sea tan especial y diferente!