El turista empezaba una jornada de trabajo. Le espera una Universidad enorme en conocimiento, en volumen, en reconocimiento académico. Para llegar, ha cogido el metro. Desde el primer momento ha comprobado que tomar un metro se convertía en un acto de violencia, empujones y codazos. Más que aglomeración, el turista cree que la palabra exacta es hacinamiento.
El turista acaba la jornada con provecho. Muchas ideas nuevas, otras fortalecidas, algunas refutadas. Llega al hotel, deja los bártulos académicos y se lanza a la calle. El turista sale a ciegas y, casi sin querer, se encuentra con una plaza enorme, desmesurada, poblada de policías y miembros de seguridad privada. Más que de seguridad, en algunas ocasiones le da otra sensación rara, que no sabe muy bien qué explicar.
Coge una calle al azar y se propone recorrerla despacio, pero el cansancio y el desajuste horario motivan que decida volver al hotel. El turista se tumba en la cama y se queda unos instantes dormido. En un impulso que no sabe de dónde viene, el turista decide ir al gimnasio para ponerse a correr sobre una cinta. Sin horizonte, como si no hubiera mañana.
Gracias 🙂
Paja hora mismo acabo de escribir la última (creo) sobre México, para continuar la serie con Miami y NYC.
Me está gustando mucho esta serie. Espero la siguiente entrega con impaciencia 🙂