No es un día que haya señalado en el calendario por nada especial. No es, desde luego, el día en el que comienza la primavera. En realidad, es solamente un día como otro cualquiera. No se trata de hablar de la lluvia en el mes de abril ni de que haga un día de perros, lleno de nieve y con el tráfico descontrolado. Es algo mucho más real, compuesto por dos palabras que debo decirte.
Tampoco, claro, es un día en el que se anuncie la temperatura más alta del verano, ni el día que se ilumina una noche tierna de agosto. Ni tampoco el momento en el que otoño aprovecha para pasear su viento fresco para empujar las hojas de los árboles. Ni siquiera el momento en el que los pájaros escogen para emigrar a tierras más cálidas.
No es el día de tu cumpleaños, ni se acerca un nuevo año, ni el carnaval atrae nuestra carne antes de la cuaresma. En realidad, todo lo que ocurre es tan nuevo como para llenar mi corazón y tan viejo como para explicar el mundo en tan solo dos palabras.
Por eso, hoy solamente escribía para decirte que te quiero. Escribo para decirte todo lo que me importas.
(Versión prosificada y modificada a voluntad de “I just called to say I love you”, de Stevie Wonder. Imagen de Zetalab.)