Lo leía en un libro inspirador, Neurociencia para Julia, de Xurxo Mariño: las ascidias, seres vivos pertenecientes al género de los tunicados, no tienen sistema nervioso. Lo tenían cuando eran larvas pero, en el momento en el que «agarran» un buen sitio en el que quedarse, se comen su propio cerebro y se quedan allí, en seres sujetos de forma permanente a su propio sustrato.
Y, sí, somos puñeteras ascidias, que nos apoltronamos en nuestras costumbres, en nuestra forma de hacer y de pensar, o en nuestra forma de hacer y no pensar. Sujetos a nuestros prejuicios, a nuestras manera de no-ser. Y, sí, nos comemos nuestro propio cerebro para no «comernos la cabeza». Sujetos, para siempre, a nuestra única forma de no permanecer –ya– humanos.
De esos se libran poquitos. El formato alcalde o consejero de algo en una comunidad autónoma se lleva mucho.
Y algunos políticos también 😉
Pero solo en algunos casos, Magda: el que, como las ascidias, se come el cerebro, no se mueve del sillón. De eso saben un rato los programadores de algunos productos de Telecinco 😉
Hasta que pasa algo que te da la vuelta completamente y te obliga a reinventarte…. 🙂