ÉL. Ahí esta, ya la tienes. Te lo había prometido.
ELLA. Gracias.
ÉL. Recuerda el compromiso: no se puede cambiar ni una coma.
ELLA. Espera, que la leo.
ÉL. No, no puedes leerla. Se la entregas a quien te la ha pedido y punto.
ELLA. No puedo hacerlo si no la leo antes. Mejor dicho, ¿me la lees?
ÉL. Mira que eres pesada… Ahí va.
Para estas fiestas, para lo que queda de año, para el año siguiente y todos los que le siguen, te deseo:
Que, en lo personal, solo entregues tu cariño a las personas que se lo merezcan. A personas especiales. A las que te quieren con todo el alma. A las que afirmen que te quieren –o lo piensen– y lo digan –o lo piensen– completamente en serio y, además, te lo demuestren. Deja el afecto, el respeto, el vacío o el desprecio para todos los demás, a tu discreción.
Que, en lo que afecta a la colectividad, no olvides nunca que perteneces a un mundo en el que somos muchos, pero en el no todos hemos tenido la suerte de nacer en el lugar adecuado, oportuno. Pertenecer a ese gran colectivo te obliga, si quieres ser auténticamente humano, a poner todo de tu parte para que las libertades, los derechos y la justicia sean para todos.
(La imagen pertenece a mi galería de Flickr.)
Igualmente, Gelu. Un cálido abrazo del (cada vez menos) frío Burgos.
Buenas noches, Raúl Urbina:
Bien plasmado el mensaje -en unas líneas- cuando hay felicitaciones por compromiso. Por mi parte, en mis dedicatorias, libremente enviadas o pensadas digo:
“Sigue siendo como eres. Sabes que te deseo lo mejor.”
Saludos.
Mejor imposible 🙂