Hoy he leído a Dante. Me decía al oído: «A mitad de camino de mi vida me encontré en una senda oscura». Me ha dejado apesadumbrado y con una necesidad, una petición que te hago aquí.
Llévame hasta la luna. Volando, déjame llegar hacia las estrellas y déjame ver cómo es la primavera en Júpiter o en Marte. Ya sabes que me gusta jugar con las palabras y con los vuelos: toma mi mano y bésame hasta el último aliento. Llena mi vida de canciones y déjame que yo te las cante una y otra vez, en este viaje nuestro por el Universo. Eres todo a lo que aspiro, todo lo que quiero, todo lo que adoro. Seguro que, en nuestro viaje, descubrimos alguno de los secretos ignotos que siempre girarán en torno a nosotros, en torno a nuestro universo unidos. Llena mi vida de canciones y déjala que yo te las convierta en palabras que vuelen. Hasta la luna.
(Versión prosificada y modificada a voluntad –Dante es «mío», lo mismo que mis obsesiones, y no «de» la canción– de “Fly me to the Moon”, una canción de Bart Howard que hizo justamente famosa Frank Sinatra. Mientras escribía escuchaba la versión de Diana Krall. La imagen es de Frédéric Bisson.)