Y no enfermedad

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Esta tarde, como buena parte de la mañana, de los días, he estado corrigiendo prácticas de los alumnos. Ayer, en un momento de descanso, sonó una canción y escuché atentamente, recordando. Recordando y encontrándome. Desde entonces, la he escuchado muchas veces, en dos versiones –los vericuetos del corazón son en ocasiones lentos, acelerados otras veces–. Cuando te cierras al amor, no te das cuenta de que, casi sin darte cuenta, estás congelado, el corazón con las venas y las arterias obturadas.

Al final, sin embargo, brota la verdad: a poco que se desvela la realidad, veo que sigo desangrándome. Pese a las dudas, pese a las confusiones, no he llegado a caerme del todo en el pozo de las tinieblas. Tus abrazos me aportan fiebre y, por lo tanto, calor y no enfermedad. Entre la soledad, contemplo tu rostro. Mientras todo en este mundo se cierra, mis venas se abren para seguir sangrando amor. Aunque todo parezca detenerse, las cicatrices desvelarán siempre el origen: la hemorragia del amor. Aunque todo parezca en calma, congelado. Aunque lo parezca.

(Versión prosificada –contextualizada ad hoc– y modificada a voluntad de “Bleeding Love”, de Leona Lewis, pero también usando la versión de Jamie Knight. La imagen es de Kuzeytac.)

 

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