OTRO. Buf, qué calor, ¿verdad?
ÉL. Sí.
OTRO. Por lo menos, estamos a la sombra. Ya quisieran muchos estar en una tumbona, en la piscina, justo al lado del mar.
ÉL. Sí.
OTRO. Yo se lo digo a todo el mundo. La vida es para vivirla, joder. Para disfrutarla, mecagüen la puta. Tengo cincuenta tacos y me lo he pasado de puta madre. De puta madre. De joven, las liaba pardas con la pandilla. Ahora las sigo armando buenas con los amigos, pero también en solitario. Mira, tío. Es el tercer verano que vengo solo de vacaciones a las islas. Solo, tío. Y me lo paso de puta madre. Por las mañanas, me despierto cuando me deja la resaca y el dolor de cabeza. Por las mañanas, aquí en la piscina, a la sombra. Cuando aprieta un poquito el calor, un chapuzón. Luego, a comer, pero no a la hora de los putos extranjeros. En el último turno. Por la tarde, un poco de playa. A ver chavalas, y eso. Y, por la noche, en los bares del hotel. Y en la discoteca. De puta madre, tío, de puta madre. Hay unas tías cojonudas. No sé qué tengo, tío. Tengo cincuenta tacos, creo que ya te lo he dicho. Y estoy gordo. Ni fuerte ni hostias: gordo. Se me empieza a caer el pelo. Pero las chavalas se me dan cojonudamente. Eso sí, no me des tías jovencitas. Para a mí, a partir de los cuarenta es cuando mejor están.
ÉL. Siempre hay quien dice que prefiere dos de veinte a una de cuarenta…
OTRO. Eso son chorradas, gilipolleces. Las tías, a partir de los cuarenta están de puta madre. Tienen toda la experiencia y no tienen remilgos ni chorras. Y eso que yo creía que era material de desecho, tío. Que no me querían ni las divorciadas de tercera generación. Pero se me dan de puta madre, colega. De puta madre. Eso sí, algunas tienen un peligro que te cagas. El otro día, hace unas noches, tuve que ir urgencias. Me bajé los pantalones y la médico se descojonaba, tío. Se descojonaba viva. Me dijo que no abandonase nunca la capucha. Pero paso. Hoy ya me encuentro cojonudo. Así que esta noche, empezaré con un par de cervezas en la cena y luego me pasaré al gin tonic. En uno de los hoteles de más abajo, los ponen cojonudos. En este hotel no tienen ni puta idea. Si quieres, cenamos y luego la liamos, la liamos parda, colega.
ÉL. Creo que no voy a poder…
OTRO. No seas gilipollas. Pero si te pasas todo el día solo, que te tengo controlado. Te pones en la tumbona con un puto libro y casi no levantas la mirada. Bueno, hasta que pasa una buena piba, cabrón. Que parece que no, pero igual eres de los que las mata callando.
ÉL. No, no…
OTRO. Que no seas idiota, colega. Que ya te digo, que la vida es para vivirla. Vente esta noche, que lo pasamos de puta madre. Que te lo digo yo. Unos bailoteos y luego a pillar a unas pibas.
ÉL. Perdona un momento, que tengo que me han mandado un mensaje y tengo que llamar.
OTRO. Pasa de todo, tío, que estás de vacaciones. Manda a todos a tomar por el culo…
ÉL. No puedo. Es urgente. Hasta mañana.
ÉL (llamando por teléfono, a ELLA). ¿Oye? ¿Qué tal por la sierra?
…
ÉL. Pues bien, leyendo, nadando y eso. Sí, hace buen tiempo.
…
ÉL. No, no. Pero llamas muy poco. Y tampoco me llegan muchos mensajes.
…
ÉL. ¿Sabes? Te echo de menos.
(Imagen de Fadzly Mubin. Entrada perteneciente a la serie Diálogos.)
jejejeje… por suerte o por desgracia, conozco alguno de estos especímenes. Yo habría elegido también la sierra, suertuda ella 😉