No quiero encontrar el infierno en cada esquina, ni dormir en el destino al que conducen todos los senderos. No quiero que me dejes caer, porque estoy lleno de sinrazones, porque nubes de sujetos y predicados cubren mis espaldas. No quiero quedarme sentado, con la cabeza llena de garabatos. No quiero estar privado de la sensibilidad a flor de piel, de todas las sensaciones que supuran la epidermis. No quiero que me esté permitido ignorar el territorio de la lógica y de sus contrarios. No quiero ocultar todos los sonidos estridentes, esos sonidos que dan calor a mi corazón cuando late por encima de sus posibilidades. Díselo a quien te lo pregunte.
(Imagen de Atrphoto.)