He empezado cuatro veces a escribir una entrada sobre la escritura. Y he comenzado a hablar de aspectos neuronales, culturales, de aprendizaje y otras cosas más. Después de escribir unos párrafos infumables, me he dado cuenta de que era absolutamente incongruente que escribiese mal sobre el hecho de escribir. Y ahora, después de estar escribiendo este párrafo, me doy cuenta de que escribo sobre el hecho de no escribir.
Paradojas al margen, quizás, fuera mejor recordar los sabios consejos que tenían los tratadistas de retórica para construir discursos, pero volvía de nuevo a liarme. Por eso, he preferido adaptarlas y decir (escribir) que todo escritor tiene que tener algo que transmitir, tiene que tener imaginación para hacerlo y tiene que tener técnica para escribirlo bien.
Es algo tan sencillo como para tenerlo claro. Es algo tan complicado como para pensarlo –pensárselo– dos veces. Antes de escribirlo y antes de hacerlo.
(Imagen de Gilles Chiroleu.)
«algo que transmitir, tiene que tener imaginación para hacerlo y tiene que tener técnica para escribirlo bien.» Raúl