ELLA. Dime que no es cierto.
ÉL. Que no es cierto qué.
ELLA. Pues que andas por ahí diciendo que estos diálogos son unos ejercicios de estilo.
ÉL. ¿Pero qué dices?
ELLA. No me vaciles. Lo sabes perfectamente. Que me entero ahora de que estás escribiendo una novela. Me lo tiene que decir mi compañera de trabajo, que ha visto la entrevista. Resulta que la leo y me encuentro con eso, que vas a utilizar los diálogos en la novela. Como entrenamiento, vamos.
ÉL. Querida, esto es pura metaficción.
ELLA. ¿O sea que no somos seres de carne y hueso, sino material de la escritura?
ÉL. No, no es para tanto. Que eso de la metanarrativa está inventado desde hace mucho tiempo. Y que eso de que los personajes se encontrasen a sí mismos como entes de ficción ya aparece en el Quijote. Y no te voy a dejar que te comportes como Augusto Pérez.
ELLA. ¿Augusto Pérez? El personaje de Unamuno.
ÉL. Sí, ese.
ELLA. Mira, no sé. Lo único que quiero que sepas es que como esto que decimos salga de aquí te vas a enterar.
ÉL. Sí, como esto salga de aquí se van a enterar… muchas personas.
ELLA. No me parece nada bien que vayas aireando nuestras cosas. Que lo sepas.
ÉL. Sí, no te parece bien. Que lo sepan.
(Imagen de Jesús Belzunce. Entrada perteneciente a la serie Diálogos.)
Estos procesos de transferencia a medias entre el mundo real y el ficticio están llenos de guiños y son muy graciosos 😀
ja ja ja… esto me suena
a veces cuando mi pareja lee algo de lo que escribo me dice algo parecido porque yo tomo cosas reales (a veces) y las transformo y entonces me dice:
él: pero ésto que cuentas no fue así
yo: ¿y?
biquiños,