Hoy escribo porque lo necesito, porque quiero desconectar, porque el autobús ha pinchado en medio de una autopista y he descubierto que, en medio del desierto, hace mucho frío por las noches. Como en todas partes.
Escribo porque en el primer piso del hotel hay una juerga de padre y muy señor mío, porque yo estoy ahora en el segundo piso, con cuatro obsesos del ordenador que, como yo, nos dedicamos a contar historias aislados del mundo pero, a la vez relacionados.
Escribo porque espero y espero porque escribo, un poco harto de que el trabajo me salga mejor que la vida, anclada en sinsabores. Escribo a cuatro pasos de un Carrefour escrito en árabe y a dos de tiendas exclusivas. En un país bastante más variado de lo que nos venden desde fuera.
Escribo porque poner una letra detrás de otra cura unas heridas y otras sangran, como el fácil remedio de los médicos de antaño. Escribo desde el sinsabor de encontrarme aislado, pero con la dulce compañía de una repostería exquisita.
Escribo porque sí, porque hacía mucho que no lo hacía. Y punto.
Te leo porque sí, porque hacía días que no lo hacía. Y punto.
biquiños,