Estamos ante un retrato sin muchas pretensiones artísticas. La protagonista es una mujer joven –si entendemos por mujer joven a la que ronda los 35–. Decimos que es un retrato porque pretende serlo, pero es la típica fotografía realizada por un aficionado, con el sujeto demasiado lejos (le sobra espacio alrededor de la figura por todas partes) y con motivos en el fondo totalmente perceptibles. Pese a todas estas deficiencias técnicas, el que mira la imagen se queda inmediatamente prendado de ella. Queremos decir que se queda prendado de la fotografía porque se queda prendado de ella, de la mujer y viceversa (en esto del arte, todo son paradojas). Esta atracción no ha de tomarse como algo exclusivamente masculino. La fotografía ha sido vista por personas de ambos sexos y casi todos coincidieron en esa percepción.
Ella está abrigada con una cazadora marrón en la que se ve, por detrás, una amplia capucha con bordes que imitan los de un abrigo de piel. Mantiene las manos dentro de esta especie de chaquetón en unos bolsos intermedios que se encuentran un poco más abajo del pecho. Es evidente que tiene frío: la cazadora no parece tener la cremallera subida, pero ella junta las manos con fuerza para cerrarla en un ademán compulsivo que la proteja de las inclemencias exteriores. Su cara es sorprendentemente blanca, incluso para tener el pelo relativamente claro. En una mirada rápida, no se sabe si la palidez procede de que la fotografía esté algo quemada o que ella sea inusualmente blanca. Mantiene la cabeza algo inclinada y el fotógrafo consigue así, sin quererlo, que esa sea una de las diagonales, la que llena más espacio con su figura. La nariz es ligeramente aguileña, en lo que se puede apreciar, y tiene una sonrisa que mezcla la timidez, la tensión y la inocencia a partes iguales, pero extrañamente inexactas. Su mirada no se dirige, como suele ser habitual, a la cámara, sino que alza los ojos hacia un punto ligeramente superior al fotógrafo. No es una mirada hacia un pretendido horizonte ni una ridícula impostura de vistazo hacia el cielo. Simplemente, mantiene su vista en algo que capta su atención y que nosotros ignoraremos siempre.
(Esta entrada forma parte de la serie Catálogo de fotos que no existen.)