Hoy, 8 de octubre, hubiese sido el cumpleaños de mi madre. Nació en 1922, lo que hubiese significado haber cumplido 90 años. Ya no lo es ni lo será, porque todo acabó –si no lo hizo antes, cuando se quebró su memoria– un día de enero de 2008.
Puede que a casi nadie le interese, pero esta entrada es para ella. Desde lo más profundo del dolor que me causa el no haberme acostumbrado a que ella, mi madre, se haya ido.
(Imagen de Eva Ekeblad.)
Esa falta es algo a lo que desgraciadamente nunca nos acostumbraremos, aunque me duele no acostumbrarme, tampoco quiero hacerlo, quiero recordar cada momento de mi vida
a mí tu entrada me conmueve y me recuerda lo afortunada que soy porque todavía puedo disfrutar de los dos… tengo la suerte además de compartir muchas cosas con mi madre (72 años), caminatas, sesiones de cine, actos culturales, labores… siempre que le digo algo como ¿mami me acompañas a…? y ella siempre se apunta… es un lujo… por eso todavía no puedo imaginarme como será mi vida sin ellos, si es que llego a vivir esa situación… hoy por ejemplo, vamos a comer con ellos un arrocito… no hay dinero que lo pague, ni restaurante mejor.
biquiños,
Un abrazo, querido Raúl.