¿Correr en la nieve, con la que está cayendo? Es una pregunta habitual que le hacen al corredor que se enfunda la ropa dispuesto a salir a trotar una mañana de invierno, con la nieve cuajada en el suelo y los copos abundantes cayendo del cielo. Lo que no saben muchas personas es que la nieve es uno de los mejores aliados para el corredor asiduo. Cuando se corre sobre la nieve, solo hay que obedecer un par de mandamientos: uno, no pararse (los tejidos del atuendo del corredor conservan muy bien el calor propio, pero aceptan bien pronto el frío que le rodea); dos, prometer una y mil veces que se va a salir a trotar más que a correr, a disfrutar más que a entrenar de forma intensa, a sumar kilómetros más que a apurarlos. A cambio, un suelo mullido (no hay que confundir el correr sobre la nieve que sobre el hielo) que alivia las tensiones en los tobillos, en las rodillas. A cambio, un camino inmaculado que vas inaugurando como si fueses el único ser humano sobre la tierra. En la nieve, todo se magnifica: los sonidos, que son los de la naturaleza; el silencio, que solo es invadido por la respiración a modo de flujo de consciencia; la luz, que ilumina a ciega a partes iguales. A cambio, un encuentro de tú a tú con la naturaleza, con el aire limpio.
¿Correr en la nieve, con la que está cayendo? Sí, avanzar sabiendo que tienes muchos minutos por delante, pero sabiendo, a la vez, que tienes que ir mirando detenidamente los pies. Sí, respirar con ansia pero con prudencia, que el aire tiene que canalizarse, tiene que ser inspirado adecuadamente para que te vivifique y no te rompa. Sí, superar ese momento en el que te quedas atascado, en el que tienes que hacer un esfuerzo adicional, en el que tienes que sacudirte de nuevo las zapatillas para que el agua helada,que ha sido tu compañera, no se convierta en un enemigo peligroso.
Ayer corrí bajo la nieve y, una vez más, volví a casa con la sensación de que merecía la pena, al menos, vivir un poco más para sentir la tierra con unos centímetros de belleza como mediadora del universo.
(Esta entrada es la primera de una serie que se titulará Historias de correr.)
Seguro que has disfrutado de lo lindo, Samu. Además, nos olvidamos de otra sensación maravillosa: la belleza y… el silencio.
Querido Raúl, me parece que hoy puede ser un buen día para correr sobre la nieve
Que la rótula te acompañe, amigo Pedro. Las lesiones son el lado amargo del correr. Pero lo bueno de las lesiones es que también se aprende de ellas.
Tras una pausa de dos meses, obligada por una lesión en la rótula (qué mayores nos vamos haciendo), vuelvo a correr esta semana. Por consejo del fisio comenzaré como si fuera la primera vez que lo hiciera. Aun no he tenido la suerte de correr sobre la nieve. Sí con lluvia, experiencia más placentera de lo que se supone.
De la manera que lo has explicado suena maravilloso. Besotes, M.