Somos seres humanos buscando otro mundo

 

Somos los niños burbuja del fin de la historia. Los que sueñan con tener contratos fijos. Los que sueñan con libélulas. Que anhelan dulces besos, que se esconden tras el brillo de las barras de aquel bar donde nos amamos tiernamente. Ese bar, isla de resistencia, en el que podíamos tallar los futuros y las promesas en cubitos de hielo. Todavía hay quien dice que no es tiempo para hablar de la utopía, que las revoluciones son acciones y conceptos trasnochados. Todavía hay quien afirma que cantarle a la Trova cubana es un anacronismo, que nombrar a Guevara es algo propio del pasado. Mientras, sus palabras y sus babas golpean tu fe, castigan tu futuro en su fragua.

En estos días, el que escribe es consciente del privilegio de nacer en esta orilla, en esta latitud, en este hemisferio. Y cree que aún es posible que este sea el tiempo del ángel temeroso que suspira. El tiempo del átomo que gira en solitario, el tiempo de todos los seres humanos que buscan otro mundo, otro mundo posible.

Mientras tanto, los santos de las causas perdidas discuten  verdades, armados siempre con su piolet, logran confundirse con el enemigo. Mientras tanto, en la calle, un rumor de alas batiendo exige su voz. Exige una voz diferente. Necesita, entre la pregunta y la disidencia, una red de utopias.

En estos días, el que escribe es consciente de habitar en esta orilla. Y cree que aún puede ser el tiempo del hada temerosa que suspira. Esa luciérnaga que abandona el letargo, como Ícaro escapando de una isla. Que busca el sueño, un sueño sublime, de seres humanos que buscan otro mundo. Otro mundo posible.

 

(Versión prosificada y más o menos modificada de la canción «Somos», de Ismael Serrano, que pertenece a su disco Sueños de un hombre despierto. La foto pertenece a mi galería de Flickr).

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