Tantos años de estudio y tantas páginas de bibliografía para, al final, descender a lo básico: un grupo de investigadores ha publicado en el número de abril de The Journal of Neuroscience un artículo titulado «Brain Mechanisms Supporting the Modulation of Pain by Mindfulness Meditation» (que he conocido gracias a la noticia de María Valerio en El Mundo) –también he encontrado otro artículo anterior sobre el asunto– en el que sostienen con evidencias que dedicar unos minutos a la meditación tiene efectos analgésicos. Al parecer, la meditación correlaciona muchos mecanismos cerebrales que logran modificar la experiencia subjetiva del dolor.
Descender la intensidad de nuestro ritmo vital, de nuestra respiración y concebir brevemente otra realidad como alternativa es tan viejo como el mundo. Lo han predicado las religiones orientales, pero aparece en todas las culturas y es reivindicado por muchas personas como alternativa al desenfreno de nuestro devenir. En el fondo, es la eterna relación y tensión entre cuerpo y mente. Aunque probablemente es algo que ha costado siempre hacer, parece que en nuestra civilización queda cada vez menos hueco para la nada constructiva: rellenamos todo nuestro tiempo con algo entre las manos, ante nuestros ojos o mediando en nuestros oídos. Los que practicamos deporte sabemos que el momento más delicioso es el de los estiramientos después de una sesión dura de entrenamiento. Los músculos se recolocan en su sitio, el ritmo cardiaco va descendiendo, nuestra respiración deja de entrecortarse, la sudoración va desapareciendo. Y hay momentos en los que dulcemente, con los ojos cerrados y en plena naturaleza, sientes que el mundo de todos los días está un poco más lejos. Ahora sabemos que, además, duele menos. Y solo queda una pregunta: ¿dónde quedaría el dolor si aumentásemos los momentos para relajarnos, para pensar en nosotros mismos?
Os dejo. Se me están cerrando los ojos. Estoy escuchando música. Y no me estoy durmiendo.
(Imagen de H. Kopp Delaney.)
El correr, a veces cuando uno no es consciente de nada, sólo de su respiración, es muy similar a una meditación.
En lo de la meditación, sin profundizar (hay treinta mil tipos, clases, escuelas y formas de meditrar) con tan sólo respirar 15 min al levantarse y 15 antes de acostarse (tampoco es tanto) se notan unos beneficios tremendos en pocos días. Y sólo hay que hacer eso, centrarse en respirar, sin necesidad de posturas especiales, ni visualizar nada, ni repetir mantras. Sólo centrarse en nuestro acto más natural: respirar.