Hemos de partir de una base: cuando alguien decide escribir un blog, lo hace porque le da la gana. O puede que no le dé la gana: hay algunos casos (muy pocos) en los que un blog está vinculado a un contrato y, por lo tanto, es una forma sumamente decente de ganar dinero. Pero como este es un caso poco frecuente, pongámonos en lo primero.
La segunda premisa, esa que nos preguntan algunos amigos escépticos es: ¿Por qué se escribe un blog? Yo siempre digo lo mismo: porque su autor tiene algo que decir. Cuando digo que «tiene algo que decir» no estoy sosteniendo que el resto de la humanidad no pueda pensar que el esfuerzo es baldío o improductivo. A lo que me refiero es a que el autor piensa que tiene algo que contar y que puede haber gente que pueda leerlo. A uno le da por escribir cosas de actualidad; a otro por hacer crítica de libros, de televisión, de toros o de vaya usted a saber qué; a otro le da por hacer un blog profesionalizante, relacionado con cuestiones de su trabajo, mientras que a otro le da por hacerlo de sus aficiones; al de más allá le da por establecer un blog un espacio de creación literaria, fotográfica, artística en general; a otro le da la gana contarnos lo que hace en el día a día. Unos blogs parten de la realidad, otros parten de la ficción, otros mezclan una y otra en proporciones diversas.
La tercera cuestión es que, en el momento de crear un blog, estás abriendo un espacio –más o menos, según gustos y circunstancias– para que otros te lean. Es una cuestión que controlas en cierta medida y que, en otras, se te escapa por completo. Es controlada porque cada uno va estableciendo un haz de relaciones con algunos blogs afines o con amigos de manera que el blog es un espacio común (y a veces de intercambio): algunos son muy hábiles en establecer esos espacios comunes y otros no quieren hacerlo o son muy zotes (y no son mejores unos que otros; simplemente, son diferentes). Se escapa porque el azar de los buscadores hace que se llegue a los lugares más insospechados o porque lo que fue en un principio casualidad, acabó por hacerse causa y pasó a formar parte del grupo de relaciones estables. En el blog hay asiduos y gente que va y viene. Gente constante y gente que abandona. Personas que se vinculan y personas que no. Alguien que comenta y alguien silente. Trolls y gilipollas. Gente crítica. Lectores inteligentes y descifradores de signos poco avezados. Buena gente y personas con malos propósitos. Gente en busca de amistad. Individualidades en busca de colectividades. Algún colectivo en busca de conexiones. Pero, como he dicho, el blog expone a la lectura. En el momento que un autor expone hacia afuera, está ya haciendo un ejercicio de exponerse (en varios sentidos). Está expuesto a que a los lectores (pocos, muchos) les guste la tónica general del blog, sean proselitistas, tengan división de opiniones o, simplemente, lo aborrezcan. Existen lectores que, de tanto leerlo, lo quieren hacer suyo. Los hay también que quieren que el blog cambie para que sea como quieren ellos. El autor puede enfocar y canalizar lecturas y formas de recepción, pero no es (ni puede ser) un dique de contención frente a lo dicho. Las palabras salen –vuelan– y, en ese mismo momento, incluso las que parecen destinadas a ir a un punto fijo, acaban por tener una trayectoria en cierta medida incontrolable. Además, puede involucrase en la medida en la que le parezca oportuno en la retroalimentación de la comunicación interviendo (o no) en los comentarios.
Y nos queda el mensaje, ese espacio de intersección entre autor y lectores, ese vínculo común formado por la palabra, la tipografía, el color, el diseño, la fotografía, la imagen, la estética. Lo único verdaderamente tangible, aunque inaprensible. El autor lo acota y el receptor lo rompe. El autor lo lanza y el receptor lo apresa o lo esquiva o lo ignora. Los contenidos se retroalimentan y acaban por configurar un mensaje múltiple compuesto por múltiples entradas que, de hecho, pueden guardar cierta coherencia (rastreable en temas, en categorías, en etiquetas, en series). Porque un blog suele tener un sendero por el camina, aunque a veces se separe de él. El blog nace por un camino y puede coger un atajo, o llegar a su fin pronto, o quedarse en punto muerto, o perderse en un laberinto, o puede empezar por una carreta secundaria y acabar en una autopista (o viceversa). Cuando hay suerte, evoluciona hacia otra cosa. Y a veces evoluciona para mejor.
Para acabar, me queda por hablar del narrador del blog. Partiendo de que un blog puede ser colectivo (e incluso puede subordinarse con estructuras complejas de instancias enunciadoras), es frecuente que, en los blogs de carácter más personal o creativos muchas personas no lleguen a diferenciar al autor del narrador. Una vivencia personal puede entremezclarse con la ficción exactamente igual que en otras manifestaciones literarias. La pregunta sobre «¿Quién habla»? no puede ser más pertinente. Los autores, en este caso, suelen oscilar en diferentes grados de ambigüedades y les corresponde a los lectores ir parcelando y poniendo en suspensión toda atribución segura. Ese es el ámbito donde realidad y ficción quedan deslindadas pero confundidas, amalgamadas pero seccionadas. Por eso mismo, son muy curiosas las reacciones ante estos espacios emocionales.
Como reflexión final, solo quiero que los lectores de este blog reflexionen sobre lo que esta entrada dice de forma explícita y sobre las cosas que esconde. Es una buena manera de compartir la experiencia en este viaje maravilloso, aunque no llegue a ninguna parte.
(He querido hacer esta reflexión desde un terreno neutro pero personal. La reflexión teórica sobre el proceso de enunciación y recepción de los blogs exigiría otros métodos y otros lugares. Y sí, en este caso, el narrador soy yo. Y el autor soy yo. Y, como siempre, puede que los dos seamos diferentes. O no…)
La imagen que encabeza la entrada es de Hardtomakeastand.
Leed entre líneas, pero sin pasaros… 🙂 Aunque no lo he querido hacer explícito en la entrada, es obvio que este blog juega constantemente con la entidad, las voces narrativas y las mezclas y separaciones conscientes entre las figuras de autor y narrador.
Por otro lado, a Umberto Eco habría que hacerle un monumento por el rendimiento teórico que tiene, todavía de mucha actualidad y al que yo tengo en un pedestal 😉 . Efectivamente, Lector in Fabula está presente. Y luego está el concepto de Obra abierta, matizado en Los límites de la interpretación.
Me ha encantado esta entrada, y creo haber pillado algo entre líneas, aunque nunca sabré si es lo mismo que pretendías decir.
Todo esto me recuerda al Lector in Fabula de Eco, tan de moda últimamente por nuestra Facultad 😉
Me gusta pensar en el aspecto incontrolable de los blogs (aunque no sea exclusivo de ellos): el que escribe lanza el contenido y allá cuidaos.
Y me encanta el misterio de la identidad…
🙂
Un análisis muy minucioso de los blogs. Bisturi muy fino. Y creo haber leido bastantes ideas entre lineas.
¡Excelente análisis del mundo bloguero! Suerte tienes de siempre escribir sobre diferentes temas y muy eruditamente. ¡Qué envidia, Raúl! Perdona mi ausencia pero, no sé si sabrás que estoy de vuelta en Ibiza haciendo de guía y no paro. No tengo tiempo de nada. Ya llegará junio cuando vuelva a ser jubilata de nuevo… Besotes, M.