Hoy iba a escribir que recibo por parte de algunas personas un trato que no me merezco. Hoy iba a decir que ese trato no solo es un insulto para mí, sino también y de forma directamente indirecta hacia alguna persona muy relacionada conmigo. Hoy iba a indignarme por las discriminaciones consensuadas o silenciadas, pero siempre tergiversadas. Hoy pensaba que todos los reos tienen derecho a la defensa, máxime cuando jueces y fiscales deberían de contar ahora con otro tipo de argumentos. Hoy pensaba para mis adentros si hay culpables individuales o los resquemores parten de un todo monolítico e indiviso…
En cambio, borro todo lo dicho y lo pensado. Estoy viendo la primera temporada de How I met your mother, una maravillosa serie que me da la oportunidad de congraciarme con la sonrisa y con el mundo. Los veinte minutos mágicos que dura cada capítulo me sirven de terapia contra los agobios y las ansiedades, contra la mala baba, que se sustituye por la buena, que procede de contemplar algo divertido e inteligente, brillante sin ser pedante y siempre, siempre con mucha chispa. Llevo vistos hoy cuatro capítulos (tengo la primera temporada casi recién empezada) que me ayudan a olvidar muchas cosas y, sobre todo, a aparcar los malos pensamientos y centrarme en el humor, que es el eje preferente sobre el que quiero centrar de mi vida, hartito como estoy de hermetismos y silencios.
Te va a encantar… esta serie es buenísima.
Yo espero cada Martes a que cuelguen un capítulo nuevo de la sexta temporada…jejeje